
Mohsen Rezai: El Jefe Militar
Por Rafael Elkrief para Guysen International News
Los iraníes votarán este viernes 12 de junio para elegir a su nuevo Presidente. Hay mucha igualdad entre el moderado Hossein Moussavi y el Presidente saliente, Mahmud Ahmadinejad. Este último, que ha perdido fuerza por su balance económico y la degradación de las relaciones con occidente, consiguió ligar a una buena parte de la clase dirigente contra él. Numerosos "electores silenciosos" afectados por su política podrían, al contrario que en 2005, presentarse en las urnas. En la balanza: el destino de Irán en la escena internacional. La alternativa es simple, el aislamiento o una nueva salida. Estas elecciones prometen ser históricas. Kamran Daneshjoo, a la cabeza de la Comisión electoral del país, declaró este lunes 8 de junio que el nivel de participación podría "batir todos los records" con 46,2 millones de electores, de los cuales la mitad nacieron después de la revolución islámica de 1979. Cuatro candidatos en liza para este escrutinio que ya se anuncia como un referéndum sobre la política de Ahmadinejad. La selección fue dura, el Consejo de los Guardianes sólo permitió estas cuatro candidaturas, entre los 475 iraníes (de los cuales 42 mujeres) que se presentaron como candidatos potenciales. Al final, este jueves se enfrentarán cuatro hombres. Además de Mahmud Ahmadinejad, se presentan Hossein Moussavi, antiguo Primer Ministro conocido por su gestión económica del país en la guerra Irán-Irak en los años ochenta, que goza del apoyo de los reformadores, Mehdi Karroubi, el único candidato miembro del clero y antiguo portavoz del Parlamento, y por último, el conservador Moshen Rezai, que estuvo en el pasado a la cabeza de los pasdarans, el cuerpo de élite de los Guardianes de la revolución. Los tres candidatos de las distintas formaciones (reformadoras y conservadoras), se unen contra Ahmadinejad. "Lo que cuenta es deshacerse de él", resume un profesor de Ciencias políticas iraní. Detrás de esta unión de la clase dirigente contra el Presidente iraní, se encuentra el antiguo Presidente Ali Akbar Hashemi Rafsandjani. El rico ayatolah, de 74 años de edad, quiere deshacerse de su antiguo rival, el "joven" populista y popular Ahmadinejad, de 52 años de edad, quien le derrotó en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2005. Rafsandjani, figura de primer plano de la revolución islámica, está familiarizado desde hace tiempo con los mecanismos de la política iraní. Influyente, está actualmente a la cabeza del Consejo de discernimiento del interés superior del régimen (institución encargada de arbitrar los pleitos entre el Parlamento y el Consejo de los Guardianes) y la Asamblea de los expertos, compuesta de 86 miembros del clero religiosos. La Asamblea tiene el poder de elegir y revocar al Guía supremo de la revolución. El líder reformador, que trabaja desde la sombra, congregó apoyos de primera importancia, igualmente motivados por el rencor. Ali Larijani por ejemplo, que preside el Parlamento iraní, fue despedido del Consejo supremo de la Seguridad nacional por el Presidente iraní. O también Mohammad Bager Ghalibaf, sucesor de Mahmud Ahmadinejad en el ayuntamiento de Teherán y antiguo candidato en 2005. La televisión del Estado, famosa por sus posiciones conservadoras y cercana al Guía supremo de la revolución, el ayatollah Ali Jamenei, parece haberse unido también al movimiento. Organizó siete reuniones políticas en las cuales los cuatro candidatos debatirán a su vez cara a cara. Se asegura así que la oposición de Ahmadinejad lo ponga en su sitio. Tres contra uno, el tiempo de palabra no juega a favor del Presidente saliente. A su vez, Rafsandjani se aseguró la infiltración en las oficinas de voto para evitar todo fraude electoral. Su entorno habla de una inversión de dos millones de dólares en un sistema informático de última generación para protegerse de los tramposos. Por fin, en el cálculo de los votos, no son los funcionarios del Ministerio del Interior quienes estarán presentes, sino los miembros del partido de Rafsandjani para evitar irregularidades. Sin embargo los analistas no se arriesgan a dar ningún pronóstico, alegando que el actual Presidente es un verdadero animal político. El escenario de las elecciones presidenciales de 2005 podrían repetirse. Hace cuatro años, Mahmud Ahmadinejad era poco conocido por la opinión pública, tanto exteriormente como en el país. Con todo, contra todo pronóstico, había conseguido ganar en la segunda vuelta a Hashemi Rafsandjani, peso pesado de la escena política iraní, y de la vieja guardia del régimen. Con su victoria, el Presidente iraní trajo a los conservadores al poder después de 8 años del ex Presidente reformador Mohammad Jatami. Este año, si ningún candidato logra reunir un 50% de los sufragios en la primer vuelta, una segunda vuelta tendrá lugar el 19 de junio para desempatar a los finalistas. Si Mahmud Ahmadinejad pierde, sería una primicia en el Irán de los mollahs. Ningún Presidente saliente perdió hasta ahora después de un único mandato de cuatro años. En la actualidad, numerosos grupos antiAhmadinejad piden a los electores votar en masa con el fin de asegurarse su derrota. Los medios invertidos en esta campaña son gigantescos. Jatami y los numerosos reformadores pusieron todo su empeño en apoyar a Moussavi. Algunas fuentes mencionan incluso que Jatami habría retirado su candidatura después de un "deal" de Rafsandjani con el Guía supremo Ali Jamenei. El acuerdo, que habría sido firmado hace tres meses, sería el siguiente: Jatami, animado por Rafsandjani, retira su candidatura, y a cambio Jamenei se compromete a no apoyar públicamente a Ahmadinejad. Los misterios de la vida política iraní son más complicados de lo que parecen, lo que algunos designan como una "elección por adelantado" en una "democracia de fachada". Por ello, el periodista y experto político iraní, Mashaallah Shamsolvaezin, explica que un "porcentaje de participación del 50% jugaría a favor de Ahmadinejad, pero si cerca de 35 millones de electores se presentan en las urnas, entonces es un problema para él". A su modo de ver, un 50% de los electores son "electores silenciosos" que se oponen generalmente a los conservadores poco propensos a los compromisos, como el Presidente Ahmadinejad. El principal reproche de una parte de los iraníes al Presidente saliente es la economía. Además, Irán es el segundo mayor exportador de petróleo de la OPEP, y sus rentas proceden en un 50% de las ventas de bruto. La economía iraní sigue dependiendo de las fluctuaciones de los mercados. Mahmud Ahmadinejad es acusado de haber derrochado el dinero del petróleo. Numerosos economistas alegan que a pesar del aumento de los ingresos petrolíferos en los tres primeros años de su mandato, debido al precio del barril, las políticas expansionistas del Presidente iraní son responsables del marasmo económico actual. Esta política demagógica "del hombre del pueblo" favorece más a los pobres, gracias a las ayudas sociales, que a la clase media que desea desarrollarse. Al final, son los empresarios, las mujeres y los jóvenes los que se quejan más de Ahmadinejad. Estas dos últimas categorías sufrieron doblemente, ya que la política conservadora del Gobierno da poco espacio a las mujeres en la sociedad y veja las aspiraciones de libertad de la juventud. Por fin, para numerosos iraníes, Mahmud Ahmadinejad y su programa nuclear son los responsables del aislamiento del país. Aislamiento que tuvo como consecuencia un endurecimiento del embargo, que va en contra de los que esperaban beneficiarse de las repercusiones de una apertura de las relaciones económicas con occidente. La suerte de Irán en la escena internacional, en la balanza"La actitud de la futura Política Exterior iraní después de las elecciones decidirá la manera en que el país responderá a la apertura de la administración Obama y tratará el expediente nuclear con la comunidad internacional", resume Mashaallah Shamsolvaezin. El próximo Presidente iraní asumirá sus funciones en un momento clave para la República Islámica. La ocasión es única, por primera vez desde la revolución de 1979, un Presidente americano propone pasar página. Todo será muy diferente a partir de ahora. "Hasta ahora, era fácil para Irán tomarla con EE.UU, sobre todo después lo que hizo Bush", explica Shamsolvaezin. Desde hace años, Irán catalogó a Estados Unidos como el "gran Satanás", ya que George W. Bush hizo de Irán una parte integral de su "eje del mal" y hacía a menudo referencia a una solución militar para solucionar la crisis nuclear iraní. El programa de enriquecimiento de uranio, sospechoso de tener ambiciones militares, mientras que Irán afirma que su objetivo es solamente civil, fue reactivado en 2005 por Ahmadinejad. El cese del programa, que había sido calificado de "vergonzosoo", había sido operado por Jatami. Desde entonces, el enriquecimiento nunca ha cesado, en las narices de los inspectores del OIEA. Para echar más leña al fuego, Ahmadinejad se hizo un especialista en las pruebas de lanzamientos de misiles, verdaderas operaciones de comunicación del régimen. El Presidente iraní se jactó en numerosas ocasiones de poder alcanzar a los "enemigos de Irán" en la región, a saber los países árabes sunitas y obviamente "el invasor sionista (Israel)" que debe ser "borrado del mapa". Sin embargo con Barack Obama todo cambió. Teherán tiene la posibilidad de borrar tres décadas de rupturas de las relaciones con Washington y proseguir las negociaciones con Occidente sobre su programa nuclear. Se trata de evitar por una parte nuevas sanciones (Teherán ya recibió tres series de sanciones económicas) y por otra parte evitar un conflicto abierto que podría terminar en conflicto armado. A pesar de que Obama predica la apertura desde su investidura, a condición de que Irán "afloje el puño", los líderes iraníes no piensan lo mismo. Estos últimos "estiman que si fuera necesario, Obama tiene la capacidad de ligar al mundo contra Irán", avanza Shamsolvaezin. Es necesario decir que a diferencia de su antecesor, que había dividido a sus aliados sobre la cuestión iraquí, Barack Obama, gracias a su carisma y al impulso de su reciente elección, tiene una determinada capacidad para congregar a su campo detrás de él en la escena internacional. Las últimas cumbres internacionales lo demostraron. Jueves 4 de junio, Obama reconoció la implicación de su país en el golpe de Estado de 1953 que derrocó al Gobierno del Primer Ministro Mohammad Mossadegh. Teherán lo pedía desde hace tiempo, Obama lo hizo. Una primicia en la historia americana. Los iraníes deben ser conscientes también de que la administración Obama no es tan ingenua como algunos creen, para empezar por Mahmud Ahmadinejad que aprovecha la distensión de Obama "para ganar tiempo". Numerosos responsables de la Casa Blanca hicieron saber que si Teherán se niega a responder favorablemente a la apertura, Washington solicitará la acción de la ONU contra el programa nuclear iraní. Por su parte, los Gobiernos occidentales deben recordar que el sistema político iraní deja poco lugar al Presidente. En todos los casos es el guía supremo quien tiene la última palabra sobre las decisiones principales. No obstante, la tarea del futuro Presidente será la de aplicar la política de los mollahs y de dar forma a la política exterior del país, una forma que podría volver a dibujar el contorno de las relaciones de la República islámica con el mundo exterior. Después de la derrota del Jizballah en el Líbano, el pasado domingo 7 de junio, se espera ahora a Irán, que se prepara a empezar un escrutinio en el que todo es posible.