PREOCUPANTE INOCENCIA


Barack Obama: El Presidente europeo
Por Fernando Cohen-Sur para Guysen International News


El Presidente norteamericano Barack Obama transmite sinceridad, respeto y claridad en sus palabras. También, transmite una inocencia preocupante. Alusiones sin mucho fundamento histórico y supuestos sueños y conceptos compartidos entre occidente y el Islam que no se sustentan en la historia de los últimos 30 años. Las autoridades israelíes han sido sorprendidas por la rapidez y la decisión (y lo tajante) de las exigencias de la nueva administración Obama. El discurso de Obama en El Cairo nos muestra a un exponente “europeo” al frente de la principal potencia del mundo.
Hay quienes afirman; desde Israel; que las exigencias de Obama hacia Israel son indispensables y hasta correctas. “Ningún gobierno de Israel se atreverá a romper el cordón umbilical cancerigeno con los asentamientos judíos en Judea y Samaria por lo que se necesita una potencia extranjera que nos lo imponga” o “desde Bush hasta el momento, Israel ha pasado de tener 120.000 colonos a 300.000 actuales, los israelíes no pueden seguir dándole largas a la paz mientras se le miente descaradamente a nuestros socios”. Por contrapartida, las fuerzas conservadoras en Israel indican que, “Estados Unidos ha decidido renovar su diálogo estratégico con Egipto mientras Irán declara que ahora cuenta con 5.000 (el doble) de centrifugadoras para enriquecer uranio… y a nosotros nos exige congelar la construcción en donde el Presidente Bush se comprometió a respetar” (Hillary Clinton afirmó que no hay documento que confirme esta apreciación), como consuelo suspiran, “Si en vez de Bibi estaría Livni ahora en vez de discutir sobre los asentamientos nos estarían exigiendo partir Jerusalén y aceptar el regreso de los refugiados palestinos porque lo otro ya lo hubiesen aceptado”. Barack Obama es un Presidente con una fuerza excepcional. Llegó al poder sin el apoyo económico del lobby judío y la influencia de grupos como AIPAC o el bloque de congresistas pro israelíes es notablemente menor. Obama ha logrado crear un clima de “esperanza”, recibir el apoyo internacional de Europa, acercarse a países árabes y a ciertos latinoamericanos, acercar a rivales políticos y transmitir conceptos simples y claros. Se trata del Presidente más popular, hasta el momento, en la historia del país. Se trata… de un Presidente netamente europeo. Ante todo, los últimos gobiernos de norteaméricanos, especialmente tras los atentados del 11 de setiembre de 2001, han adoptado la premisa de “Choque de Civilizaciones” de Samuel Huntington. En su artículo de 1993, Huntington afirmaba que los actores políticos principales del siglo XXI serían las civilizaciones y que los principales conflictos serían los conflictos entre civilizaciones (no entre ideologías, como durante la mayor parte del siglo XX ni entre estados-nación). Huntington clasifica a las civilizaciones islámica y sínica (China) como las más negativas. Una especie de “zero same game” en donde el futuro de occidente dependeía de derrotar al extremista mundo islámico. El europeo José Luis Rodriguez Zapatero, Presidente del Gobierno español pesentaba en la 59ª Asamblea General de la ONU, el 21 de septiembre de 2004, el proyecto de la “Alianza de las Civilizaciones”. Dicha propuesta defiende una alianza entre Occidente y el mundo árabe y musulmán con el fin de combatir el terrorismo internacional por otro camino que no sea el militar. La punta de lanza en el mundo musulmán es Turquía. Esta alianza de las civilizaciones (o de los “Civilizados” como criticaría cínicamente José María Aznar) es la antitesis de las premisas de Huntington. Barack Obama refleja los conceptos básicos de la “Alianza de Civilizaciones” tan defendida en Europa. “Por eso acogemos los esfuerzos como el Diálogo Interreligioso del rey Abdallah de Arabia Saudita y el liderazgo de Turquía en la Alianza de Civilizaciones”, afirmaría Obama durante su discurso del último jueves. El brillante escritor argentino Marcos Aguinis señalaba uno de los principales flagelos del post-modernismo era el “relativismo moral”: “en todo el mundo existe ahora, al final del milenio, un desconcierto, una confusión. Esta palabreja que se puso de moda, la "post-modernidad", habla de un relativismo en todas las cosas y una especie de fractura donde se ha perdido la brújula y la linealidad”. Europa ha sido la personificación más clara de este relativismo moral. Barack Obama, en sus discursos, nos explica muy claramente lo que es correcto. Estados Unidos desea ayudar a los países del mundo a desarrollarse con respeto y diálogo, una hija mujer puede aportar tanto como uno varón, las armas nucleares nos condenan y “por lo tanto todos debemos desarmarnos”. Existe pues una argumentación normativa en los lineamientos sobre lo que es correcto, según nos explica en sus discursos el Presidente Obama. Sin embargo, cuando se trata de establecer una política hacia aquellos que no se comportan según las premisas correctas, la debilidad de Obama puede llegar a preocupar a más de uno. La nueva política de “mano extendida” hacia Irán podría (y lo es) ser interpretada por Teherán como el patético intento del “Nerd” de la clase de llegar a un acuerdo racional con el matón del barrio. La respuesta de Estados Unidos hacia Corea del Norte no alienta y brinda esperanzas a los que creen que la principal potencia del mundo puede imponer el fin del programa nuclear iraní. ¡Todos tienen derecho a explotar la energía nuclear! – exclamará Obama en El Cairo - ¿él será seguramente quien se asegurará que Ahmadinayhad no cruce la muy delgada línea entre un programa para fines militares y otro para objetivos civiles? Barack Obama no sufre de “relativismo moral” porque se expresa con un convencimiento contundente sobre los valores que defiende. Sin embargo, cuando se trata de analizar las políticas hacia aquellos que personifican su “antitesis” todo se vuelve frágil y timorato. Un claro ejemplo de esta posición la observamos en sus declaraciones (fueron tres durante el discurso de El Cairo) sobre la vestimenta de la mujer musulmana. Obama afirmaba, resumiendo, que “si un mujer lo desea, debería permitírsele que se vista en cualquier lugar del mundo con las prendas tradicionales islámicas”. Francia es un claro ejemplo de un país que optó por limitar su “relativismo moral” a fin de conservar el perfil laico de la originaria nación francesa. Por ley, los franceses prohibieron “el uso de elementos religiosos ostentosos para acudir a clases”. Obama afirma que una sociedad pluralista de verdad debería permitir que las mujeres, que así lo deseen, vestirse según su tradición. Por último, el discurso del Presidente Obama y las declaraciones posteriores y anteriores demuestran una importancia “desproporcionada” hacia las colonias judías en Judea y Samaria. Europa nunca comprendió el conflicto palestino israelí como lo hizo Israel (y como fue aceptado por muchos gobiernos norteamericanos). Para Europa, la raíz del conflicto se sitúa en la conquista. La violencia nace por la conquista y el terrorismo es una manifestación de la presión que sufre el pueblo palestino. A los europeos les cuesta explicar la violencia palestina cuando “no existía la conquista” (ejemplo, antes de 1967). Si la raíz del conflicto es la conquista, la solución pasa por la deconquista. Para la gran mayoría de los israelíes, el conflicto en medio oriente se centraba en la “aceptación” de los árabes al Estado de Israel. La violencia era producto de la “no aceptación” del estado hebreo. La solución entonces pasaba por la aceptación mutua de los derechos nacionales y el diálogo para compartir tierras y riquezas naturales. En el discurso de Obama en El Cairo se iguala el congelamiento de las colonias judías en Judea y Samaria al término de la violencia terrorista palestina. Anteriores administraciones norteamericanas supeditaban las concesiones israelíes al fin de la violencia palestina y al reconocimiento del estado de Israel. En la actualidad, las declaraciones de Obama sobre la necesidad de que Israel congele la construcción en Judea y Samaria, reconozca el principio de dos estados para dos pueblos y negocie sobre Jerusalén, aleja la postura de esta administración a lo que se escuchaba tradicionalmente desde Washington, acercándola velozmente a los argumentos conocidos que partían desde Bruselas. Obama habla sobre las “Alianzas de las civilizaciones”, parece adoptar ciertas premisas del relativismo moral europeo y centra sus argumentos en la conquista personificada en los asentamientos judíos en Judea y Samaria. Obama ha recibido sendos elogios desde las autoridades de la Unión Europea. Por lo visto, lo consideran “uno del grupo”.