HACIA ENGLANDISTAN


Una carta contundente de un judío que recuerda a Isabel II de Inglaterra muchas, pero muchas verdades

Originalmente pensé escribir un resumen de la política mundial y mis pensamientos, como prácticamente lo vengo haciendo cada domingo, cuando leí un e-mail con una interesante carta de Ira Jacobson que es originario de Londres, la capital inglesa y que ya hace unos años vive con su familia en una casa en Kfar Tapuaj, que es un pueblo un poco al sur de Schjem, que siempre fue una ciudad de gente mala y que en general no eran ni de buenas costumbres, ni obedientes de las leyes ni observadores del orden. Es interesante ver que todos esos argumentos no han cambiado a pesar del paso de los tiempos.

Bien, este hombre, que tiene ciudadanía israelí pero también conserva su ciudadanía británica y continúa por lo tanto siendo un súbdito de Elizabeth II, la reina de Gran Bretaña, se decidió a escribirle una carta, que yo traduje al español y quisiera leerles la misma:

A Su Majestad Británica, la Reina Isabel II ¡USTED NO ES BIENVENIDA A MI CASA! Este súbdito suyo, después de tomar conocimiento que su embajada en Tel Aviv ha decidido establecer un boycott sobre las Compañías que hacen inversiones en Judea y Samaria. Uno de sus embajadores, Tom Phillips, que la representa en el Estado de Israel, ha decidido recientemente que boicoteará a Kiriat Tower en Tel Aviv, porque pertenece parcialmente a la compañía Africa-Israel, cuyo dueño, Lev Levayev, también es dueño de una compañía subsidiaria que ha construido casas en Judea y Samaria.

Bueno, debo confesarle que no estoy muy sorprendido porque el mismo embajador, Su Excelencia Tom Phillips, ya había decidido en el mes de julio pasado, que yo, a pesar de que todavía soy uno de los ciudadanos británicos, súbdito de la Corona, ya no soy más digno de ser representado por él, en el momento en que Su Excelencia decidió impedir que los residentes de las por él llamadas “colonias”, participen de las funciones de la embajada británica. Vale decir que yo ya no tengo su Protección Real.

Mire usted, yo vivo en Kfar Tapuaj, una “colonia en la Franja Occidental ocupada por Israel”. Para ser más preciso, yo vivo en el corazón de Samaria, sólo unas pocas millas al sur de Schejem. Cuando en las mañanas corro con mi perro hasta la lomita, unas docenas de yardas desde mi casa, podemos ver la ciudad que los ocupantes árabes llaman Nablus. Y porque yo elegí hacer mi casa donde mis antepasados vivieron milenios atrás, dejé de ser digno de las palabras inscriptas en mi pasaporte británico que dicen: “El Secretario de Estado de Su Majestad Británica, pide en nombre de Su Majestad que todos aquellos que la presente vieren, permitan pasar con toda libertad y sin estorbos y presten al portador de la presente la ayuda y protección que fuere necesario”. Excepto – deberíamos ahora agregar - si el portador es un judío viviendo en el corazón del territorio del bíblico Israel.

Bien, con todo el debido respeto a Su Majestad y a Su Excelencia el embajador británico en Israel, yo no he quedado desvastado por esta situación. Yo nunca realmente esperaba que sus servicios diplomáticos o sus fuerzas de seguridad me cuiden a mí o a algún miembro de mi Pueblo, ni aquí en la “Franja Occidental”, ni en las viejas fronteras de Israel, ni en ninguna parte del mundo.

Yo reconozco que Gran Bretaña fue el único país en el mundo entero que voluntariamente declaró la guerra contra la Alemania Nazi, también estoy al tanto de que Gran Bretaña dio un magnífico e impresionante ejemplo en sus esfuerzos guerreros durante esos terriblemente oscuros años – y quedarán por siempre los laureles que Gran Bretaña ganó en esa época – pero, de todas maneras, su manera de actuar en lo que respecta a los judíos durante el Holocausto, dejó muchas dudas amargas. Aún hoy me duele el recordar que la Real Fuerza Aérea se negó a bombardear las líneas férreas sobre las cuales transitaban los trenes que llevaban judíos a los campos de la muerte nazis, a pesar de que bombardeaban objetivos mucho más distantes; Martín Gilbert en Auschwitz y los aliados han documentado este deplorable episodio, mejor de lo que yo podría hacerlo.

¿Está usted enterada de que todo el Imperio Británico recibió menos refugiados que solamente el Puerto de Shanghai? Y… ¿recuerda usted las restricciones impuestas por el gobierno de su padre, el Rey George VI a los judíos que, escapando de los países ocupados por el Reich, pedían asilo en Gran Bretaña? Nuevamente puedo decir que Inglaterra no se portó tan mal como otros países, pero, es claro, no había mucha competencia.

Y recuerda usted cuán ácidamente luchó el gobierno de su padre en contra de la Independencia Judía en la Tierra de Israel. Es que usted siquiera está al tanto que durante y mientras duraba y aún después del Holocausto, cuando más que nunca los judíos necesitaban un refugio, en un tiempo en que el D-os de Israel le dio a su padre el infinito privilegio de reinar temporalmente sobre la Tierra Santa, la Tierra de Israel, la Armada Real Británica patrullaba sus costas a fin de evitar que los sobrevivientes del infierno dirigido por Hitler pudieran llegar a su propio país. ¿Estaba usted al tanto que cuando el Ejército Británico debió dejar la Tierra de Israel en 1948, las fortificaciones de la Policía en Haifa, Jaffa, Safed, Lod, Ramle y otras bases militares más, fueron transferidas directamente, junto con todas las armas almacenadas allí, a las fuerzas árabes que se encontraban atacando a los judíos?

Es como le dije más arriba, yo no estoy particularmente sorprendido de que Su Excelencia, el señor Embajador de Gran Bretaña en Israel, no está muy enamorado de lo que los judíos han hecho en lo que fuera anteriormente una colonia de los ingleses.

Yo miro hacia Schjem - la ciudad donde tres mil quinientos años atrás mi bis-bis-bis-bis-bis-abuelo Jacob hijo de Isaac y nieto de Abraham (por favor, agregue usted misma todos los bis adicionales necesarios), junto a sus hijos Simón y Levi declaró la guerra contra la entera ciudad de Schjem, porque su Príncipe se atrevió a asaltar y violar a la hija y hermana de nombre Dinah. Si desea conocer los repugnantes detalles de las criminales acciones de ese príncipe y los habitantes de esa ciudad de Schjem, los mismos están claramente detallados en el Libro de la Historia Nacional de mi Pueblo, la Biblia, Volumen Génesis, Capítulo 34 y, a pesar de que en ese entonces sus antepasados aún estaban viviendo en los árboles y pintando dibujitos de animales en las paredes de las cuevas, en el año 1611 de la era actual, otro de sus antepasados más recientes, el Rey James I, ordenó que se haga una traducción de ese sacro libro al inglés, por lo tanto Su Majestad no tendrá ninguna dificultad en leer ese texto personalmente.

Siempre, desde ese entonces, más de tres mil quinientos años atrás, aprendimos que no podemos esperar protección de nadie más que de D’os, nuestro Padre en los cielos y de nuestras propias fuerzas. Es muy interesante el concepto de tiempo e historia. Sus raíces, Majestad, van hacia atrás al año 1066 – casi mil años de historia, una historia que estamos seguros usted ampara con orgullo. Sin embargo, cuando su historia comenzaba, nuestras raíces ya estaban enterradas en la ciudad de Schjem desde unos dos mil quinientos años antes que los suyos estén en Inglaterra. Para ser exactos, el pueblito en que yo vivo, Kfar Tapuaj, está mencionado en la Biblia en el Volumen de Josué, el que heredó el mando de Moisés, 12:17, 18:8, 17:7 y en unas cuantas partes más.

Usted ve, Majestad, que este libro, la Biblia, hacia el cual todo el mundo mira y que contiene la fuente de todo saber, le dará la documentación exacta de la propiedad territorial de Kfar Tapuaj y de todo Israel, a quien pertenece, sus límites geográficos, la historia del pueblo que ya tenía más de dos mil años cuando se le ocurrió a Mohammed y Abu Bekr compilar el Corán y también demostrará el poco conocimiento y la falta de lógica en la actuación de su propio Excelentísimo Embajador.

Supongo que yo, junto a muchos centenares de miles de judíos en la Tierra Santa, deberemos entender y aceptar que usted y la gente de su reino, encuentran disgustante la idea de que los judíos se asienten en su propio país. Muy bien, sigan así. Pero yo debo decirle que, a pesar de que no tengo la costumbre de ser descortés con nadie y menos aún con Su Majestad, mientras ustedes continúen con esta política, usted no será bienvenida en mi casa aquí en Kfar Tapuaj.

Las ideas del gobierno de Su Majestad concerniente a dónde y en qué lugar pueden establecerse los judíos en su propia tierra me afecta mucho más de lo que pudiera afectarle a usted mi proclama. Nosotros continuaremos viviendo donde queramos en Israel, continuaremos construyendo en todo lugar posible, continuaremos estableciéndonos en nuestra tierra cuando, donde y como queramos. Las fuerzas aéreas, terrestres y marinas de su padre no han podido evitar que levantemos nuestro Hogar Nacional cuando Britannia mandaba sobre las olas del mar y el aire sobre nuestra tierra. Hoy el Imperio Británico es sólo una distante memoria y su influencia es realmente menor de la que pudieran tener políticos retirados.

Entiendo que usted y su gobierno estén ansiosos por apaciguar a los musulmanes. Pensándolo bien, desde su punto de vista, esa podría ser una política muy inteligente, vistas las necesidades que tienen del petróleo árabe. Pero eso no concuerda con nuestro pasado documentado, ni con nuestro porvenir declarado y si en algún momento ustedes volvieran a vivir sobre los árboles, nosotros continuaremos aquí en Schjem construyendo nuestro país, cantando Salmos al Señor Todopoderoso en su Sagrado Templo, mucho, mucho después que sus descendientes vivan como dhimmis en la República Islámica de Englandistán.

Por si alguien no lo sabe, dhimmis son todos los que viven en un país musulmán pero que ellos no lo son y por lo tanto les ponen impuestos adicionales, tienen menos derechos, etc.

Quisiera que piensen sobre esta carta y mientras tanto, este es Jaime Dromi que los saluda y si D-os quiere y así lo permite, estaremos juntos nuevamente el domingo próximo. Shalom

Jaime S. Dromi