REUNION OBAMA-NETANYAHU


Obama: ¿uno de los grandes sionistas de todos los tiempos?
Mario Wainstein
Semana.co.il

Obama, un gentil que nos habrá logrado salvar de las garras de uno de los enemigos más terribles del pueblo y el estado de Israel: nosotros mismos.
Netanyahu se parece ahora a aquel que cae desde las alturas del piso 40, y cuando pasa por el 18 se dice a sí mismo: por ahora vamos bien. Y es verdad que por ahora va bien, siendo lo más triste que podría serlo sin estar en caída libre: todo lo que el primer ministro no quiere que se haga no se habrá de hacer aunque él diga que está dispuesto a hacerlo, de manera que por la misma plata podría quedar como el bueno de la película en lugar de ceder ese rol tan gentilmente a Mahmud Abbas.Antes de seguir conviene aclarar que nunca jamás habrá un acuerdo entre israelíes y palestinos si no se cumplen dos premisas elementales: los palestinos deben renunciar al derecho al retorno de los refugiados de 1948, e Israel debe renunciar a su soberanía sobre Jerusalén Oriental. Ello por la sencilla razón de que ningún gobierno israelí, ni ahora ni en el futuro, de derecha o de izquierda, podrá firmar un acuerdo que deje viva la reivindicación de los refugiados y sus descendientes de retornar a lo que es territorio israelí, y ningún gobierno palestino, de Fatah o de Hamás, de hoy o de mañana, aceptará un acuerdo que no le conceda derechos sobre Jerusalén.Ambas partes tienen razón, y ninguna de ellas está en condiciones, en este momento, de conceder a la otra esa exigencia, sin la cual no hay acuerdo posible.La renuncia al retorno palestino forma parte de la lógica del acuerdo buscado. Si se habla, como todos exigen, de "dos estados para dos pueblos", es inconcebible e incongruente que uno de esos estados, el palestino, quede libre de la presencia del otro pueblo, el judío, y se exija la evacuación de asentamientos, mientras que por el otro lado los palestinos puedan instalarse en el estado erigido para los judíos. Se podrá alegar que allí vivían, tenían su vivienda, sus tierras y pertenencias, y para eso deberá apelarse a un fondo de indemnizaciones, no a un retorno físico después de alcanzado un acuerdo político. Pero los palestinos han hecho de la consigna del retorno una bandera y un símbolo, y por el momento no parecen estar en condiciones de renunciar.En cuanto a Jerusalén, nada mejor que el día de hoy, declarado por Israel como Día de Jerusalén porque en él celebra en realidad la conquista y la ocupación de la parte oriental de la ciudad, para entender que este tema es a los israelíes lo que a los palestinos el anterior: el que no afirme que la ciudad es la única, eterna e indivisible capital no sólo de Israel sino del pueblo judío, es señalado como un apátrida traidor, un judío mal nacido. La acusación de que fulano (Peres, Barak, Rabin, Beilin, Sharón, Livni táchese lo que le resulte cómodo) dividirá Jerusalén, ha sido y seguirá siendo utilizada por todos los patriotas para expulsar de las filas del consenso y la legitimidad a los rivales políticos.(Tome nota: la ciudad real, no la que sirve para declamar los encendidos discursos patrióticos en barricadas sino la terrenal, la cotidiana, está claramente dividida y la división es respetada por todos, para bien y para mal. Esa división sirve, entre otras cosas, para practicar una odiosa discriminación por parte de todos los servicios municipales y estatales.)De manera que Netanyahu podría haber declarado que está a favor de la solución de dos estados, como hicieron varios de los anteriores jefes de gobierno, sin que por eso dicha solución se lleve a la práctica. Las ventajas de una postura que dice que sí frente a la que dice que no, son demasiado claras y evidentes y me libran de la necesidad de enumerarlas. Pero precisamente por eso, por tratarse de una concesión que no es tal y que reporta enormes beneficios, pese a lo cual Netanyahu no quiere o no puede (o ambas cosas) hacerlo, se puede apreciar plenamente la precariedad de esta coalición: lo que conviene (hacer) no se puede y lo que se puede no conviene.Es una pena, porque contrariamente a lo que se supone, la ciudadanía israelí no ha virado a la derecha sino al revés. En la década del ochenta, los que proponíamos la creación de un estado palestino y la solución de dos estados para dos pueblos, éramos minoría y más de una vez nos agredieron en alguna marcha de Primero de Mayo. Una increíble ley prohibía el contacto de cualquier tipo con una persona que estuviera afiliada a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y hubo quien fue condenado a prisión por transgredirla, como Abbie Natan. Hoy están a favor de esa solución algunos de los que más la combatieron, como Tzaji Hanegbi, Dan Meridor, Ehud Olmert, Roni Miló y tantos otros. De hecho, incluso en la Knéset actual hay una mayoría de diputados a favor de esa solución si la consideraran viable. Todos los sondeos de opinión indican en forma sostenida que la mayoría de la ciudadanía está también a favor.Barack Obama se apresta a anunciar ahora su plan de paz. Un nuevo plan y van ya ni sé cuántos desde Rogers y hasta Obama. De nada servirá si no logra vencer las resistencias de ambos lados, de manera que el máximo de concesión de una parte responda al mínimo de exigencia de la otra. Ello significa, entre otras cosas, que Israel deberá renunciar de una u otra manera a la parte oriental de Jerusalén y que los palestinos deberán hacer lo propio con el derecho al retorno.Si lo logra, con premios y presiones, estímulos y castigos, y de verdad logra que los israelíes dejemos de ser ocupantes y que firmemos una paz formal con todos los países árabes, Obama será para mí y para muchos más uno de los más grandes sionistas de todos los tiempos, desde Herzl hasta hoy. Un gentil que nos habrá logrado salvar de las garras de uno de los enemigos más terribles del pueblo y el estado de Israel: nosotros mismos.