UNA VISION CERTERA


Cuando hay más odio por el otro que amor por los propios
Por Sandra Varas (España) para Guysen International News


Abba Eban, ex ministro Israeli, dijo una vez, que Palestina “nunca ha perdido una oportunidad para perder una oportunidad”. Sesenta años después del nacimiento del Estado de Israel, seis guerras después y hasta cuatro oportunidades perdidas por lograr un Estado Palestino, Hamas, ha roto la tregua que intentaba, de nuevo, conducir a la paz.
Durante el proceso de negociaciones lideradas por Estados Unidos, se pidió a Hamas que parase el cotidiano lanzamiento de cohetes sobre Israel. Durante ocho años, Gaza ha estado bombardeando sistemáticamente la población civil israelí hasta con 80 misiles diarios. Hamás lo hizo, dio su brazo a torcer, paró los ataques a Israel, hasta que decidió romper el alto al fuego hace tres semanas.Optó por desafiar a Israel, acabar con toda esperanza de paz y poner a sus propios ciudadanos en peligro sabiendo la capacidad de respuesta de la maquinaria Israelí. Hamas puso así punto y final a un nuevo intento por la paz en Oriente Próximo, a la vez que lanzó un mensaje en forma de provocación y con tintes bélicos hacia Israel. Causó 400 heridos, fotografías que por cierto nunca se publican en ningún periódico, y cuatro muertos.Pero nadie salió a manifestarse.La gravedad de la acción irresponsable de Hamas no pareció tener efecto en la opinión pública, ni siquiera fue suficiente para mover las agendas de los políticos, los mismos que ahora se apresuraban a poner fin a una escalada de violencia que cada día deja más vidas en el camino. Pudo haberse intuido la respuesta que Israel iba a tener ante la ausencia de una solución o acción internacional. Por lo tanto, Pudieron haberse dado cuenta que Hamas estaba utilizando a sus ciudadanos para lograr sus fines. Qué irresponsable un gobierno que aún sabiendo las repercusiones de una Guerra con Israel, se aventure a ello, especialmente durante el transcurso de unas negociaciones. Es difícil entender que a las puertas de un proceso de Paz, algún gobierno quisiera mancharlo de sangre, y con la sangre de los suyos. Pero, ni una sola persona salió a la calle a pedir que Hamas respetara el proceso de paz y no pusiera en peligro a su gente. Tampoco hubo reuniones de urgencia entre los países de la UE. Ni tan solo, la ONU envió fuerzas de intervención para disuadir los bombardeos en el sur de Israel. Manifestarse porque Israel cesase la escalada de violencia, de acuerdo. Pero sería mucho más coherente que saliésemos a protestar para evitar que eso suceda. El día que veamos una manifestación así, que condene los primeros brotes de violencia, vengan de donde vengan, será el día en que todos leamos mas allá de la prensa diaria, por cierto contaminada, y abandonemos los estereotipos y los prejuicios impuestos por unos pocos. Será el día en que la gente comprenda que la violencia genera violencia y que un gobierno que tiene en su hoja de ruta la palabra terror no conducirá nunca a la paz. Debemos denunciar las acciones terroristas del gobierno de Hamas, grupo financiado, al igual que Jizballah, por Irán, cuyo presidente clama sin tapujos la destrucción de Israel y de los judíos. Dejemos de culpar solo a unos. Dejemos en cualquier caso de culpar y pidamos que las fuerzas internacionales empiecen a actuar. Manifestémonos por eso, también. Por mucho que algunos se empeñen, ésta no es simplemente una guerra del fuerte contra el débil o del malo contra el bueno. Los únicos débiles son los ciudadanos, los árabes y los israelíes, los que mueren en un lado y en el otro, los que viven asustados, los que nunca han conocido la paz en su propia tierra. Unos y otros viven la historia de una tragedia. No hay alrededor de un millar de muertos contra 17. Hay, hasta fecha de hoy, 1.317 muertos, víctimas del terrorismo islamista y de la desesperación de Israel ante la pasividad de las fuerzas de intervención internacionales para reaccionar. Los fuertes, por lo tanto, son los gobiernos, Hamas e Israel. Los malos, si acaso, son los que ponen en juego a su propia gente, los buenos siempre serán los civiles. Siempre, sean de donde sean. Crean en lo que crean.