UNA REACCION HIPOCRITA


La piedra en el zapato
Paulina Gamus


La incursión del ejército israelí en Gaza con el objeto de liquidar (o al menos minimizar) los ataques con misiles del movimiento terrorista Hamas contra la población de Israel, ha causado la reacción hipócritamente humanitaria de la seudo izquierda europea, especialmente en España, un país en que el 46% de la población manifiesta rechazo a los judíos. En algunas capitales de Europa como Paris y Londres, grupos islamistas violentos han atacado sinagogas y centros comunitarios judíos y en otras como Oslo y Copenhague, el vandalismo de esos grupos radicales ha provocado cuantiosas pérdidas por incendio y destrucción de comercios y otros bienes. Como es natural, se han producido también protestas populares en los países musulmanes. Pero ningún gobierno europeo, ni siquiera el del oblicuo y mediocre Zapatero, ha llegado al extremo de expulsar al Embajador de Israel.

Y los gobiernos de países musulmanes con excepción del clon de Adolfo Hitler -Mahmud Ahmadinejad- han sido más que discretos en sus condenas a las acciones militares de Israel. En el fondo saltan en una pata porque Israel les hace el favor de acabar con Hamas. Todos viven aterrados por la amenaza de grupos integristas que adhieren el fanatismo de los terroristas palestinos.

Chávez es otra cosa, de él no puede esperarse que se comporte como un estadista porque jamás lo será, ni siquiera como un mandatario medianamente normal. Su personalidad es la del tipo que siempre quiere hacerse notar, es alguien que necesita ver su nombre cada día en los medios nacionales e internacionales y para ello debe tener una conducta anómica, es decir fuera de toda norma social o legal. Pero además, es un cínico redomado. ¿Puede creer alguien en los lamentos de utilería de Chávez por las muertes de civiles palestinos cuando en Venezuela hay 35 homicidios diarios y cada mes muere un promedio de 100 niños en actos violentos? Venezuela ha pasado a ser en la década de la revolución -que ya no sabemos si es bolivariana, socialista, castrista o islámica- el segundo país más violento de América latina (el primero es El Salvador) En estos diez años de la revolución bonita se produjeron 101.147 asesinatos en el país. En 2008 la cifra superó los 10.000 y de éstos 2.165 en Caracas.
La medida de la sinceridad de Chávez cuando rompe con Israel por la "masacre" contra el pueblo palestino en Gaza, la ofrece su indiferencia absoluta ante la criminalidad en el país que él gobierna manu militari. En su discurso de casi ocho horas para informar a la nación sus logros prodigiosos en 2008, no hubo una sola palabra de consuelo para las familias de esos miles de asesinados ni de esperanza para quienes vivimos aterrados ante la posibilidad de ser las próximas víctimas.

Pero hay mucho más que cinismo en el tratamiento que Chávez y sus mandaderos le dan al Estado de Israel; hay prejuicios antisemitas acompañados de una alarmante ignorancia. Oír al canciller Maduro decir en el acto pro palestino musulmán (jamás para los palestinos cristianos) que Cristo fue palestino y judío y que cristianos, judíos y musulmanes vivieron siempre en armonía, es una muestra de esa ignorancia. Jesús de Nazaret fue un judío que nació y murió, como judío, en Palestina y si Maduro hurga un poco en sus orígenes, sabrá que su apellido viene de judíos españoles y portugueses arrojados de sus patrias ancestrales por la Inquisición católica. Huyeron a Holanda donde establecieron sus hogares, emigraron luego a Curazao y de allí a Venezuela.

En cuanto a la relación judío musulmana, es cierto que las comunidades judías pudieron vivir relativamente tranquilas, algunas durante centurias, en países de religión mahometana. Pero siempre como súbditos de segunda clase, privados de los pocos derechos que los sátrapas de turno concedían a sus correligionarios.

Cuando grupos de judíos comenzaron a emigrar a Palestina a fines del siglo XIX y comienzos del XX, huyendo de los pogroms en Rusia y Polonia, las relaciones con los musulmanes marcharon más o menos bien hasta que el imperio británico obtuvo el mandato sobre ese territorio en 1917. Su método para impedir que se consolidara la aspiración sionista de un estado judío en Palestina, fue atizar el odio entre ambas comunidades. En 1929 y 1931 ese odio provocó la matanza de decenas de judíos palestinos en Hebrón y Jerusalén, perpetradas por palestinos musulmanes. Desde entonces los judíos nacidos en Palestina y quienes emigraron antes del Holocausto y como sobrevivientes del mismo, han soportado las siguientes guerras provocadas por el mundo árabe que no acepta su existencia: la de independencia de Israel en 1948; la campaña del Sinaí en 1956, la de los Seis Días en junio de 1967, la guerra de desgaste que emprendió el tirano egipcio Nasser con la ayuda de la URSS, entre 1968 y 1972, oportunidad en la que Israel ocupó la Franja de Gaza. El "desgaste" incluyó secuestros de aviones y otros actos terroristas como la matanza de los atletas israelíes en las Olimpiadas de Munich. La guerra de Yom Kipur en 1973, la emprendida contra los terroristas de Hezbolá en el Líbano en 1982, la guerra del Golfo en 1992 cuando más de cuarenta misiles Scud lanzados desde el Irak de Sadam Hussein, cayeron sobre Tel Aviv. La segunda Intifada entre 2000 y 2005 con actos terroristas que dejaron centenares de civiles israelíes muertos y mutilados. La segunda guerra contra Hezbolá en 2006 y ahora esta contra Hamas iniciada en diciembre 2008. Israel, un país con escasamente seis millones de habitantes (más de un millón son árabes israelíes) ha perdido 20.093 soldados en esas guerras.

Es mentira, es una hipocresía monumental que las muertes de civiles palestinos conmuevan a la seudo izquierda europea, ni siquiera a los mismos musulmanes. Solo en la guerra de diez años entre Irak e Irán murió más de un millón de personas y eso no les importó. Y no hemos contabilizado cuántos niños, mujeres y ancianos, civiles todos, han sido asesinados en Irak y en otros países musulmanes por los actos terroristas entre shiítas y sunitas. El silencio y la indiferencia son la norma generalizada. Pero Israel es otra cosa, es la piedra en el zapato del jamás borrado antisemitismo europeo. Los mismos que antes y durante la era nazi gritaban "judíos a Palestina", ahora gritan "judíos fuera de Palestina". En el caso de Chávez no es solo antisemitismo sino además su inclinación natural a asociarse con la escoria del mundo: FARC, ETA, Hamas, Hezbolá, Ahmadinejad, Mugabe y varios etcéteras.

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