
Pakistán se estremece, Al Qaeda sueña con el arma nuclear
Por Alexandra Sobol para Guysen International News
“Con la ayuda de Dios, las armas atómicas no caerán en las manos de los americanos y los mudjahidins se apoderarán de ellas para utilizarlas contra los Americanos”. En una entrevista, el n°3 de Al Qaeda en Afganistán, Mustafa Abu Al-Yazid, confía sus sueños más íntimos: apoderarse de las armas nucleares.
“La estrategia futura de Al-Qaeda sigue siendo la misma que antes: atacar a la cabeza de la serpiente, la cabeza de la tiranía, es decir, Estados Unidos”, explica Mustafa Abu Al-Yazid a la cadena qatarie Al Jazeera. Y para Al Qaeda, el frente de la “tiranía” está en Pakistán, único país musulmán que posee el arma nuclear.Desde su progresión hasta el límite máximo de Islamabad, a un centenar de kilómetros de la sede del Gobierno, los islamistas nunca han estado tan cerca del objetivo. En febrero, gracias a un acuerdo firmado con las autoridades paquistaníes, los talibanes habían obtenido la autorización para aplicar la ley islámica, la shaarya, en el Noroeste de Pakistán. El Gobierno reconocía su zona de influencia, en la región del Swat. Éste no se esperaba quizá un levantamiento de tal amplitud. Desde febrero, los islamistas multiplican los esfuerzos para alcanzar su objetivo, Islamabad, y hacer caer al régimen paquistaní presidido por Ali Asif Zardari. “Podemos lograrlo [destruir la tiranía] atacando permanentemente en todos los frentes existentes y también abriendo nuevos frentes para servir a los intereses del islam y de los musulmanes, y también intensificando las operaciones militares que cuestan tan caras al enemigo”, añadió el jefe de Al Qaeda. La guerra dirigida por los Talibanes es, en efecto, una guerra de desgaste. En la actualidad, la ofensiva del Swat parece llegar a su final. El jefe talibán del Swat, el maulana Fazlullah, resultó herido probablemente en combates. “Es una posibilidad, pero no tenemos confirmación”, declaró el portavoz del ejército, el general Athar Abbas. La crisis humanitaria, es evidente. Más de 230.000 civiles ya huyeron de las zonas tribales. En la actualidad, el sur Waziristan, situado al Sur del Swat, es el nuevo escenario de la guerra entre el ejército paquistaní y los insurrectos talibanes. Para los islamistas, esta zona, bastión del jefe talibán Baitullah Mehsud, es estratégica para extender su influencia. Según las autoridades paquistaníes, los islamistas preparan una ofensiva de gran amplitud que podría producir un cambio de dirección en esta guerra. Este viernes 19 de junio, el ejército del aire paquistaní atacó tres campos de entrenamiento talibán en esta región, causando 27 muertos. Lunes, como represalia de este ataque, los talibanes asaltaron las bases de seguridad paquistaníes. El ejército regular respondió provocando 21 muertos, en esta zona tribal cerca de Afganistán. Varias batallas en tierra también tuvieron lugar. Para los talibanes, estas ofensivas son caras en vidas humanas. Más de 1.300 talibanes murieron bajo los disparos del ejército paquistaní, desde principios de febrero. Pero para Mustafa Abu Al-Yazid, la victoria islamista no deja lugar a duda. “Esperamos que el ejército paquistaní sea derrotado”, declaró el jefe de Al Qaeda, sin tergiversar.
Por Alexandra Sobol para Guysen International News
“Con la ayuda de Dios, las armas atómicas no caerán en las manos de los americanos y los mudjahidins se apoderarán de ellas para utilizarlas contra los Americanos”. En una entrevista, el n°3 de Al Qaeda en Afganistán, Mustafa Abu Al-Yazid, confía sus sueños más íntimos: apoderarse de las armas nucleares.
“La estrategia futura de Al-Qaeda sigue siendo la misma que antes: atacar a la cabeza de la serpiente, la cabeza de la tiranía, es decir, Estados Unidos”, explica Mustafa Abu Al-Yazid a la cadena qatarie Al Jazeera. Y para Al Qaeda, el frente de la “tiranía” está en Pakistán, único país musulmán que posee el arma nuclear.Desde su progresión hasta el límite máximo de Islamabad, a un centenar de kilómetros de la sede del Gobierno, los islamistas nunca han estado tan cerca del objetivo. En febrero, gracias a un acuerdo firmado con las autoridades paquistaníes, los talibanes habían obtenido la autorización para aplicar la ley islámica, la shaarya, en el Noroeste de Pakistán. El Gobierno reconocía su zona de influencia, en la región del Swat. Éste no se esperaba quizá un levantamiento de tal amplitud. Desde febrero, los islamistas multiplican los esfuerzos para alcanzar su objetivo, Islamabad, y hacer caer al régimen paquistaní presidido por Ali Asif Zardari. “Podemos lograrlo [destruir la tiranía] atacando permanentemente en todos los frentes existentes y también abriendo nuevos frentes para servir a los intereses del islam y de los musulmanes, y también intensificando las operaciones militares que cuestan tan caras al enemigo”, añadió el jefe de Al Qaeda. La guerra dirigida por los Talibanes es, en efecto, una guerra de desgaste. En la actualidad, la ofensiva del Swat parece llegar a su final. El jefe talibán del Swat, el maulana Fazlullah, resultó herido probablemente en combates. “Es una posibilidad, pero no tenemos confirmación”, declaró el portavoz del ejército, el general Athar Abbas. La crisis humanitaria, es evidente. Más de 230.000 civiles ya huyeron de las zonas tribales. En la actualidad, el sur Waziristan, situado al Sur del Swat, es el nuevo escenario de la guerra entre el ejército paquistaní y los insurrectos talibanes. Para los islamistas, esta zona, bastión del jefe talibán Baitullah Mehsud, es estratégica para extender su influencia. Según las autoridades paquistaníes, los islamistas preparan una ofensiva de gran amplitud que podría producir un cambio de dirección en esta guerra. Este viernes 19 de junio, el ejército del aire paquistaní atacó tres campos de entrenamiento talibán en esta región, causando 27 muertos. Lunes, como represalia de este ataque, los talibanes asaltaron las bases de seguridad paquistaníes. El ejército regular respondió provocando 21 muertos, en esta zona tribal cerca de Afganistán. Varias batallas en tierra también tuvieron lugar. Para los talibanes, estas ofensivas son caras en vidas humanas. Más de 1.300 talibanes murieron bajo los disparos del ejército paquistaní, desde principios de febrero. Pero para Mustafa Abu Al-Yazid, la victoria islamista no deja lugar a duda. “Esperamos que el ejército paquistaní sea derrotado”, declaró el jefe de Al Qaeda, sin tergiversar.