EL GANADOR ELEGIRA COMO SIGUE LA NEGOCIACION


Israel elige al sucesor de Olmert en unas elecciones reñidas y decisivas
Sal Emergui desde Tel Aviv


Más de cinco millones de israelíes están llamados a elegir a uno de los 33 partidos que se presentan en "los comicios más trascendentales en la historia de Israel", en palabras del prestigioso escritor Amos Oz.
Se busca sucesor a
Ehud Olmert, obligado a irse a casa por los supuestos casos de corrupción. "Quizás sea elegido, pero nos costará gobernar cuatro años", confiesa el favorito y líder del Likud, Benjamin Netanyahu, en referencia a la atomización sin precedentes que reinará en el ya de por sí plural y sectorial Parlamento israelí o Knésset.
La verdadera batalla empezará en la noche del martes, cuando se conozcan los resultados y tanto Netanyahu ('Bibi') como su máxima rival y jefa del centrista Kadima, Tzipi Livni, busquen coaliciones imposibles. La aritmética y la inestabilidad política invitan a pensar que los israelíes volverán a las urnas en dos años.
Según las últimas encuestas, Netanyahu saca a Livni dos puntos de ventaja. El tercer puesto sería para la gran sorpresa, Avigdor Lieberman, situado en la extrema derecha en temas políticos —especialmente, respecto a los árabes— y a la izquierda en algunos asuntos civiles. Su asesor electoral, el estadounidense Arthur Finkelstein, dio con la fórmula hace más de un mes cuando le dijo: "En Israel hay mucho enfado y rabia. Hacia los palestinos por sus ataques desde Gaza, hacia los árabes israelíes por su apoyo a Hamas, hacia la policía, hacia las élites de izquierda... Tú debes ser la voz del enfado".
Ehud Barak, al frente del histórico Partido Laborista, apunta a una modesta cuarta posición. Pocos matices diferencian a estos cuatro líderes, tal y como escribe el periodista Ben Caspit: "Barak podría ser un moderado dirigente del Likud, Livni triunfaría como líder laborista y Netanyahu como jefe de Kadima. ¿Lieberman? Podría estar en cualquier lugar con la condición que no haya árabes".
A falta de un gran partido o líder, estas elecciones son la lucha entre bloques. Según los sondeos, de los 120 escaños del Parlamento, 65 irían al de la derecha y 55 a la izquierda, incluidos los diputados árabes. Por eso, si Livni vence, le costará formar un Gobierno estable. De hecho, tiene más fácil la victoria electoral que crear una coalición. "Kadima se creó para romper los bloques. Somos el centro y estamos muy cerca de ganar las elecciones. Formaré un gobierno centrista que apoye el proceso de paz", explica Livni.
Antes de abrirse las 9.263 urnas a las 07.00 de la mañana (06.00, hora peninsular española), Netanyahu ha reiterado uno de sus mensajes: "Si soy primer ministro, formaré un gobierno de unidad y acabaré con los ataques terroristas desde Gaza propiciados por la política fracasada del Gobierno Kadima".
La batalla por la derecha
En la derecha, destino del mayor número de votos, se fragua la auténtica batalla. El Likud ruega a los suyos que no voten a Lieberman porque éste no se opone —bajo ciertas condiciones— a la división de Jerusalén y porque podría posibilitar el Gobierno de Livni.
El partido ultraortodoxo Shas ve cómo muchos de sus jóvenes han sido seducidos por el mensaje simple de Lieberman contra los palestinos de fuera y dentro de Israel. "Quien apoya a Lieberman, vota a Satán. Quien vota a Lieberman, ayuda a la asimilación", advierte el líder espiritual de Shas, el rabino Ovadia Yosef, atacando las propuestas del dirigente de origen ruso sobre los matrimonios civiles o la venta de cerdo en las tiendas.
Preguntado por su éxito, Lieberman ironiza: "Debemos dar tres diplomas de agradecimiento. Al rabino Ovadia por sus ataques, a los diputados árabes por apoyar a Hamas y a la policia por perseguirme", en alusión a la interminable investigación por posible blanqueo de dinero.
Todas las formaciones intentan incluso durante la jornada electoral convencer al millón de habitantes —unos 20 escaños— que aún no saben a quién votar o si vale la pena hacerlo. El 60% de indecisos corresponde a jóvenes y mujeres, un dato que da esperanzas a Livni, que desde hace una semana
realza su condición femenina "ante el machismo generalizado que no acepta" que ella decida, por ejemplo, en cuestiones militares, como denuncia la propia jefa de la diplomacia.
Se teme que la participación no supere el 63% de las elecciones de
2006. Muy lejos del 87% del 25 de enero de 1949, cuando 506.567 ciudadanos tenían derecho a voto en los primeros comicios del recién creado Israel. La única coincidencia entre 1949 y el 2009 es la lluvia. La previsible tormenta no debe ser excusa para ningun partido, excepto el de Jubilados —la gran sorpresa de 2006—, que teme que sus ancianos electores se queden en casa.
Viejos conocidos
Los tres primeros en los sondeos se conocen a la perfección. Cuando era primer ministro (1996-99), Netanyahu tenía como jefe de gabinete a Lieberman, que a su vez nombró a Livni como directora del organismo que supervisa las empresas gubernamentales. Los tres son carne del Likud que Lieberman abandonó para crear en 1999 un movimiento mucho más derechista y sectorial —ruso, de cuyo origen es casi el 20% de los israelíes— y Livni para irse con Ariel Sharon en su aventura centrista Kadima en 2005.
Nueve años y 10 meses después de abandonar la oficina del primer ministro, Netanyahu los tiene ahora como rivales. El cuarto en discordia, Barak, también ex primer ministro, fue el oficial de Netanyahu en la unidad de élite Sayaret Matcal. Ahora 'Bibi' quiere que sea su ministro de Defensa.
Como en cada cita electoral, las medidas de seguridad son excepcionales y más de 20.000 efectivos de velaran para que no hayan incidentes o atentados. Israel ha decretado el cierre en Cisjordania.
El liderazgo palestino ha querido mantenerse al margen de los comicios, pero el primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Salam Fayad, ha afirmado que "gane quien gane, no promoverá realmente una solución justa al conflicto ni podrá ordenar la retirada de la Cisjordania ocupada".
Sobre el plan económico que Netanyahu ofrece en lugar de un intenso proceso de paz, Fayad aclara: "Nuestro conflicto es político, no económico. Desgraciadamente ningún candidato con potencial para ganar ha exigido el desmantelamiento de colonias, vital para la creación de un Estado palestino".
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