LA EVOLUCION TECNOLOGICA DE ISRAEL
Por Elial Bluer.
Socio fundador de Sefarad Consulting, firma dedicada al desarrollo de mercados internacionales para start-up¨s tecnológicas israelíes en Ibero-América
Fuente : Aurora
Primera época:"la vuelta milenaria a la Tierra Prometida''
Los aspectos económicos de la primera y larga etapa que se inicia con su fundación a principios del siglo XX se caracteriza por sus principios socialistas, donde se destaca el interés en revertir la típica pirámide socio-cultural judío-europea (altamente concentrada en los estratos superiores) que se basó en un modelo de decisiones colectivo, una economía fuertemente orientada a la agricultura y una actitud de trabajo cooperativa. La otra razón que impulsó este modelo (también con un alto contenido ideológico, como casi toda decisión de sus fundadores) fue la demostración de liberación de un pueblo que por siglos (milenios) tuvo vedada esta actividad económica y por ende se vio forzado al ejercicio de profesiones liberales, a los servicios y al comercio.
Pero aún la agricultura -explotación básica por excelencia- tuvo un desarrollo tecnológico significativo, tal vez motivada en las restricciones desérticas de gran parte de su territorio (particularmente el desierto del Neguev mayoritariamente colonizado por "kibutzim'') y la escasez de disponibilidad de agua potable. Así la exportación de naranjas se convirtió en un símbolo del éxito de un pueblo que redimió la tierra con esfuerzo, ganas, trabajo, pero también bajo una concepción productiva de avanzada y con la ayuda de la tecnología.
La agricultura se explotó bajo métodos intensivos (es decir, con inversión de recursos, métodos y técnicas inteligentes). Otro hito de esa época fue el aporte de expertos israelíes sobre todo a países del Tercer Mundo y posteriormente los emprendimientos de agro-tecnología que conquistaron muchos países del mundo, muchos de ellos histórica y tradicionalmente dedicados a las industrias de la tierra.
Segunda época: "la revolución industrial: del campo a la industria''.La segunda etapa se desencadena en los años '80 como consecuencia a nivel nacional de procesos super-inflacionarios y quiebras bancarias con sus correspondientes crisis en la economía israelí. A nivel internacional una baja significativa en los precios internacionales de productos agrícolas afecta sus ingresos por exportaciones. Ambas situaciones los perjudicó seriamente y los arrastró a una situación financiera muy difícil (grandes deudas bancarias de difícil repago).
Así comienza (casi forzadamente) el desarrollo industrial en el "kibutz'' -una transformación casi sin excepciones- con su correspondiente reorientación de inversiones y reasignación de recursos, obligándolos así a una auto-conversión de sus recursos humanos a través de capacitación profesional y tecnológica.
Tercera época: "la privatización: consecuencia ideológica autóctona de la caída del bloque soviético''.
La tercera etapa se demoró menos en aparecer: en los '90 la caída del bloque soviético genera primero una crisis ideológica en sus miembros que muy rápidamente afecta sus principios económicos socialistas fundacionales y así muchos ``kibutzim'' deciden también emigrar a modelos de economía de mercado. Es importante enfatizar que los cambios fueron generados y aprobados internamente sin influencias externas.
Este proceso es conocido como la privatización del "kibutz'', que afecta no sólo la economía familiar, sino también a sus unidades productivas que se comienzan a administrar y a gestionar como centros de costos y ganancias independientes y prácticamente en forma paralela y autónoma a la del "kibutz'' y sus miembros (que conservan su rol de accionistas a veces en forma mixta pero no necesariamente cubriendo todos sus puestos de trabajo, fundamentalmente los de conducción).
Cuarta época: "el boom tecnológico de la época también llega al kibutz''.
En ese contexto de privatización y casi simultáneamente, el auge tecnológico también se hizo presente en el "kibutz''. El "boom'' tecnológico que caracterizó esta época hizo que en los kibutzim se comenzará a decidir sobre cada unidad productiva estrictamente bajo criterios económicos, de proyecciones de resultados y probabilidades de éxito, de capacidad de financiación, de grado de creatividad e innovación en los productos a elaborar, lo que produjo una decantación y su correspondiente reorientación de proyectos empresariales.
También se destacan micro-emprendimientos en contraste con las grandes unidades económicas originales de alcance colectivo. En este contexto se desarrollaron en numerosos kibutzim emprendimientos tecnológicos (start ups) de gran éxito incluso fuera de nuestras fronteras.
La población actual de los kibutzim ronda solamente el 1,75% de su población total y sin embargo participa en un 7,25% de las exportaciones israelíes (genéricamente incluyendo valor agregado en sus productos que se destacan por singularidades funcionales).
Si históricamente se tradujo kibutz como "granja colectiva'' o "cooperativa agraria'' ya nos da una clara pauta de la evolución no sólo social y filosófica sino también económica, productiva y tecnológica que experimentó en tan sólo un siglo de vida y en los sesenta años del Estado de Israel.
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EL TIGRE SEMITA
Por Carlos Alberto Montaner
Fuente : La Nación (Costa Rica)
Primero se comenzó a hablar de los cuatro "tigres asiáticos": Taiwán, Singapur, Corea del Sur y Hong-Kong. Eran países que en el curso de una generación saltaron de la miseria al desarrollo. Luego siguieron Nueva Zelanda (el tigre anglo), Irlanda (el tigre celta), e incluso Chile, al que comienzan a llamar el "tigre latino", país que parece decididamente encaminado a formar parte del primer mundo.
Lo curioso es que entre esas historias de éxito nadie cita la más impresionante de todas: Israel. Por estas fechas se cumplen 60 años de su tumultuosa fundación en el inhóspito arenal del Medio Oriente.Entonces casi nadie apostaba por la supervivencia de aquel pequeño Estado surgido en la tensa primavera de 1948 en medio de los primeros combates de la Guerra Fría. Los padres fundadores eran apenas un puñado de soñadores asediados por decenas de millones de árabes dispuestos a aplastarlos.
No tenían ejército ni dinero, y provenían, algunos de ellos, del espantoso matadero nazi donde seis millones de judíos acababan de ser ejecutados en el más siniestro genocidio que registra la historia de la humanidad.
Tenían, eso sí, una desesperada convicción: construir un espacio seguro y decente en el que el atormentado pueblo judío pudiera sobrevivir al brutal antisemitismo esporádicamente practicado por casi todas las otras naciones monoteístas surgidas de Abraham, el padre común de judíos, cristianos y mahometanos.
Israel lo tenía todo en contra: la geografía, los vecinos, el suelo miserable y seco, la escasa y variada población, incluso el idioma, porque el hebreo era una lengua ritual, prácticamente muerta, confinada a la sinagoga y a la lectura de los libros sagrados, que hubo que revitalizar mientras la población judía se comunicaba en los idiomas vernáculos de los países de donde provenía. Unos lo hacían en alemán, otros en polaco o en yiddish; los había que sólo dominaban el turco, el árabe o el griego.
La etnia, además, se dividía profundamente en dos comunidades no siempre bien avenidas: los asquenazí, generalmente de origen germano-polaco, y los sefarditas, originalmente procedentes de España, de donde fueron expulsados en 1492.
¿Qué hicieron? No existía, pues, un pueblo judío, sino diversos pueblos judíos forjados en la diáspora, incluidos los que emigraban desde Yemen, Marruecos, Etiopía, y, sobre todo, de Rusia. Tampoco poseían ningún fenotipo dominante que los caracterizara físicamente. Se vinculaban, además, de distintas maneras a la tradición religiosa y cultural del nuevo y desconocido país, ostentando muy diferentes grados de desarrollo intelectual y académico. Variedad que, sin duda, no era el mejor cohesivo para unificar a la vacilante nación que dio sus primeros pasos en medio de una invasión destinada a "echar a los judíos al mar".
¿Qué hicieron en sesenta años los israelitas con ese mosaico abigarrado y difícil?
Hicieron una complejísima democracia parlamentaria, reflejo de la diversidad de una vibrante sociedad que hoy cuenta con más de siete millones de habitantes, radicados en un diminuto país de apenas 20,000 kilómetros cuadrados, que disfrutan de todos los derechos individuales, en la que las poderosas fuerzas armadas están subordinadas a la autoridad de los civiles.
Hicieron un gobierno razonablemente eficaz, más honrado que la media, pese a las turbulencias en las que han tenido que vivir. Hicieron un país con una población altamente educada, con el menor índice de violencia social del mundo, incluido ese 16% de personas de religión islámica, una minoría, también israelí, difícilmente asimilable, aun cuando constituye el grupo árabe –hombres y mujeres– que más libertades y prosperidad posee de cuantos pueblan el planeta Tierra.
En solo 60 años. Israel hoy tiene un per cápita (PPP) de US$29.000 y, de acuerdo con el Indice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, que mide la calidad de vida, forma parte de los treinta países punteros del mundo, entre Alemania y Grecia, donde no comparece ninguna otra nación del Medio Oriente (ni de América Latina), pese a que tiene que dedicar a su defensa nada menos que el 8% de cuanto el país produce, porque ya se ha desangrado en por lo menos tres costosas guerras y mañana pudiera comenzar la cuarta.
¿Cómo Israel ha logrado este milagro económico? Esencialmente, cultivando su enorme capital humano y sus virtudes cívicas, a base de inteligencia, rigor, trabajo intenso y respeto a la ley, lo que le ha permitido ser muy eficiente en la agricultura, las comunicaciones, la electrónica, la fabricación de equipos médicos, aviación e industria armamentística, y hasta en el ámbito espacial, dado que ya hay satélites israelíes girando en torno a la Tierra.
No todo, por supuesto, es perfecto en el país, pero para juzgar a Israel siempre hay que preguntarse dónde existe otra sociedad libre y desarrollada que en apenas seis décadas, surgiendo de la nada y contra viento y marea, ha conseguido los logros obtenidos por el pueblo hebreo. Es hora de empezar a hablar del tigre semita. Hay que estudiar muy bien lo que allí se ha hecho. Es casi milagroso.
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TRES HISTORIAS CON LA EDAD DE ISRAEL
Por Robert Gee
Fuente : The New York Times, traducción publicada en El País de Uruguay
En Israel, todo el mundo tiene una historia: algunas de penurias, otras de triunfo, y, con mayor frecuencia, de ambas cosas. Juntas, entretejen una narrativa diversa y rica que refleja el nacimiento y el crecimiento del Estado judío.
Israel comenzó a celebrar su 60 aniversario el jueves 8 de mayo. Estas son las historias de tres israelíes comunes, de la misma edad que su país. Son tres historias de Israel.
EL SABRA. Yossi Vardi nació en diciembre, en el primer año de Israel. Es un "sabra", un nacido judío israelí, el hijo de un inmigrante polaco y nieto de pioneros rusos que fundaron un kibutz en 1910, en tierras que habrían de convertirse en Israel.
Nació, creció y aún vive en ese kibutz, llamado Degania, una aldea idílica de 500 habitantes, en el lugar donde el mar de Galilea fluye en el río Jordán.
Las comunidades colectivas, basadas en la agricultura, que fundaron inmigrantes judíos que llegaron de Europa, promovieron el concepto de redimir la tierra por medio del trabajo duro, y se convirtieron en el centro del punto de partida del Estado judío.
Creció cultivando naranjas, bananas, dátiles y aceitunas.
Posteriormente, operó una fábrica, y después fungió como jefe del kibutz. Desde 2002, ha sido el líder elegido de un consejo regional de 22 comunidades judías, incluidos 17 kibutzim (el plural hebreo de kibutz).
No obstante, su concepción del mundo adquirió forma en 1967. Cuando estaba en el último año de enseñanza secundaria, los hombres adultos de Degania combatieron en la Guerra de los Seis Días, una derrota rotunda de sus vecinos árabes. Entre los territorios que capturó Israel están: el este de Jerusalén, Cisjordania y la Franja de Gaza. En la actualidad, Vardi califica el resultado de una victoria vacía, porque le planteó a Israel un dilema aún no resuelto: quería tierras mas no a la gente, los palestinos.
Durante su servicio militar obligatorio, Vardi sirvió como oficial de inteligencia en la Guerra con Egipto, de 1968 a 1970. Posteriormente, combatió en la guerra árabe-israelí en 1973, conocida en Israel como la Guerra de Yom Kippur.
Cruzó el Canal de Suez en una división blindada, bajo el comando de Ariel Sharon, que décadas después fue primer ministro. Muchos israelíes consideran la ofensiva un momento decisivo de la guerra. Vardi retornó al ejército en 1999 para trabajar como asesor de Ehud Barak, que era primer ministro y ministro de Defensa. Barak también creció en un kibutz, y sus padres eran amigos de los de Vardi.
El segundo levantamiento palestino estalló un año después, y Barak tuvo que dejar el cargo en 2001 tras una votación desfavorable para él. Desde entonces, se ha vuelto más distante la perspectiva de la paz con los palestinos.
A Vardi le inquieta el futuro del kibutz y la naturaleza judía del país. Los jóvenes están abandonando los kibutzim.
Al igual que muchos kibutzniks e israelíes seglares, él apoya una solución de dos Estados y responsabiliza a los extremistas en ambos lados por no haber podido hacer la paz.
"Si nosotros no hacemos ninguna concesión nos va a derrotar la demografía palestina", dice sobre la tasa de natalidad comparativamente más elevada entre los árabes. "Y esa es la mayor amenaza para el Estado de Israel, más que el programa nuclear iraní, más que Hezbollah, más que Hamas".
LA INMIGRANTE. Leah Brosh nació en el barrio judío de la ciudad medieval de Fez en Marruecos, como la hija de un orfebre prominente. Sin embargo, en 1955, en medio de las inquietudes por el sentimiento antijudío y la asimilación de la comunidad judía allí, su padre dejó detrás sus posesiones y llevó a su esposa y seis hijos en un viaje de dos meses a Israel.
"Recuerdo que estaba muy triste por tener que irme", dice Brosh. Estaban entre los casi 25.000 judíos marroquíes que se mudaron a Israel ese año.
Durante los 50, la mayoría de los judíos que vivía en el mundo árabe migró a Israel de conformidad con la Ley del Retorno, que otorgaba a todos los judíos el derecho a la ciudadanía israelí. Conocidos como judíos mizrahi, o del Este, hoy en día constituyen casi la mitad de la población israelí judía, de 5,4 millones de habitantes.
No obstante, el país no estaba preparado para la gran cantidad de personas que llegó. La mayoría vivió en campamentos levantados precipitadamente antes de mudarse a viviendas permanentes.
Leah recuerda haber estado hacinada con su familia durante cuatro meses en una choza de cinc de un solo cuarto, sin electricidad ni instalación sanitaria. "Fue muy traumático. Mis padres se esforzaron muy duro para hacer que las cosas parecieran estar bien en la superficie, pero creo que muy dentro, sintieron que habían cometido un error enorme".
Las autoridades israelíes habían prometido a su padre, Eli El-Alouf, una casa en Jerusalén; en su lugar, les ofrecieron un departamento modesto en Sderot, un así denominado pueblo urbanizado designado para los inmigrantes. Está ubicado en el desierto, lejos de Jerusalén. En las últimas décadas, escritores y activistas mizhrahis han criticado al Estado por lo que percibieron como prácticas discriminatorias, en particular durante los años cincuenta. "Ahora comprendo que no había ashkenazim (judíos europeos) en el campamento", dice Brosh.
Su padre encontró trabajo cavando un refugio antibombas en un kibutz cercano. Después del primer día, regresó cubierto de tierra, con ampollas en las manos. "Todos nos sentamos y lloramos. Parecía que nos había ocurrido un verdadero desastre". Su padre nunca se dedicó a la orfebrería en Israel. "Cada vez que hablábamos de Marruecos, se le encendían los ojos", dijo sobre su padre ya fallecido. "Por otra parte, al final, estaba feliz de estar en su país. Siempre recuerdo que mi padre decía que si todo el mundo hubiera dicho que era demasiado duro, que era demasiado difícil, entonces los judíos nunca habrían tenido un país".
Brosh y sus hermanos aprendieron hebreo en la escuela. Era tan desesperado el deseo de sus padres de que sus hijos se integraran que sólo hablaban hebreo en su casa, aun cuando ellos lo estaban aprendiendo por sí solos.
Brosh se casó con Shalom Brosh, también marroquí, cuando ella tenía 16 años, y trabajó como administradora de una escuela de enseñanza media por 31 años. Tienen cuatro hijos que ahora viven en el área de Tel Aviv; ella y su esposo aún viven en Sderot, una ciudad de obreros con casi 20.000 judíos, en su mayoría de ascendencia marroquí, rumana y rusa.
A últimas fechas, esta ciudad se ha distinguido por ser el frente más reciente de Israel en su conflicto en curso con extremistas palestinos. Miles de cohetes de fabricación casera lanzados de la cercana Gaza han dado en el blanco, en Sderot. Han muerto 11 israelíes por esos cohetes desde 2001, 10 de ellos ahí.
Brosh, al igual que muchos en Sderot, responsabilizan a Hamas y al gobierno israelí por no haber protegido al pueblo.
EL ÁRABE. Sabri Abu Haykal no escogió ser israelí; más bien, dice, el país llegó a él. Nació meses después de que sus padres huyeron de su hogar ancestral -la aldea de Beit Neqouba, en las montañas al oeste de Jerusalén- durante los combates más duros de la guerra árabe israelí de 1948.
El Estado de Israel, recién formado, repelió los ejércitos árabes invasores y cuando los aldeanos de Beit Neqouba regresaron, la encontraron ocupada por inmigrantes judíos. Aún sigue en pie la casa de piedra que construyó su padre; desde 1948 ha sido el hogar de judíos israelíes.
"Entraron en nuestra aldea, incluso con todas nuestras pertenencias todavía ahí. Nuestras cosas todavía estaban en la casa", dice. Unos 700.000 palestinos que huyeron o a los que obligaron a abandonar sus casas se convirtieron en refugiados en países árabes vecinos. Otros 160.000 permanecieron en el Estado judío. De estos, cerca de una cuarta parte perdió su casa, y se convirtieron en desplazados internos, según el conteo de la ONU de ese entonces.
"Se quejan todo el tiempo del Holocausto, pero también nos infligieron una gran tragedia a nosotros", dijo Abuy Haykal. Entre los palestinos, el día de la independencia de Israel se conmemora como Al-Nakba o catástrofe.
En la actualidad, hay 1,45 millones de árabes en Israel, en su mayoría ciudadanos, que comprenden casi 20 por ciento de la población total. El padre de Abu Haykal renunció en 1957 a reivindicar su antigua casa cuando aceptó aproximadamente 9.300 dólares del gobierno, así como 3.75 acres en una aldea nueva llamada Ein Neqouba, parcelada cerca, y el derecho a comprar un departamento ahí.
La mayoría de los propietarios de terrenos de la aldea aceptó términos similares; algunos no lo hicieron y aún reclaman sus derechos sobre sus antiguas casas. Antes de la guerra, su padre, un campesino, era propietario de 53 hectáreas en la aldea y áreas adyacentes. "El Estado se aprovechó de nuestra ingenuidad".
Al igual que muchos árabes con ciudadanía israelí, él se aferra a capas múltiples de identidades. "Antes que todo, soy musulmán, y después soy un ciudadano israelí", dijo.
Durante la guerra árabe-israelí de 1973, Abu Haykal ingresó voluntariamente en el servicio nacional entregando alimentos y calentando aceite para los judíos en Jerusalén. "Sentí que quería ser parte del país que estaba en guerra", dijo.
Está casado, y tiene cuatro hijos y 25 nietos que viven en Ein Neqouba. Durante 20 años, trabajó como chofer de ómnibus, y ahora tiene su propia compañía que vende suministros para la construcción y alquila espacio para almacenar. La mayoría de sus clientes es judía, dijo, y considera a los judíos como amigos.
Sin embargo, se queja del gasto gubernamental desigual en educación y del acceso limitado a empleos en el gobierno, así como de la discriminación. "Decir que se es árabe es un problema``, dice en un hebreo fluido, pero con acento.
"Pero aun con todas las desventajas, es mejor que vivir en un campo para refugiados", agrega.
Y prosigue: "El Estado de Israel es un hecho. No es algo que se pueda combatir. Si los otros países árabes se dieran cuenta de eso e hicieran la paz con Israel, entonces prosperaría todo el Medio Oriente". Las cifras
20.400 Pib en dólares por habitante que tiene Israel, el 18° a nivel mundial. El 21% de su población está bajo el umbral de pobreza.
34 porcentaje de israelíes que, según el diario Haaretz teme la "nuclearización de Irán, la mayor preocupación de la población.
22.145 área en kilómetros cuadrados del país; es más o menos lo que miden los departamentos de Rocha y Durazno sumados.
1.634 cantidad de civiles muertos por atentados en Israel desde la creación del Estado, en 1948; fueron homenajeados el jueves.
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LA DEFENSA DEL ESTADO DE ISRAEL ESTA IMBUIDA DE UN INQUEBRANTABLE ESPIRITU MACABEO
Por Daniel Pinco
Fuente : Total News Agency
El viernes 14 de mayo de 1948, en el Museo de Tel Aviv, Ben Gurión leyó el Rollo de la Independencia, en donde destacó: “En virtud de nuestro derecho nacional e intrínseco, y apoyados en la fuerza de la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, declaramos en este acto, la creación de un estado judío en Palestina, que se denominará Estado de Israel”.
Comenzaba “shabat” (sábado: es la única festividad que se menciona en los Diez Mandamientos), y las incursiones aéreas de Egipto empezaron a sobrevolar el estado naciente esa misma noche, mientras los últimos “colonizadores” británicos se estaban marchando, y a menos de 24 horas de creado el nuevo país, ya estaba en guerra contra un ejército regular, compuesto por 10.000 egipcios, 7.000 sirios, 3.000 iraquíes, y 3.000 libaneses, más la Legión Árabe de Transjordania, con 4.500 hombres dotada además de oficiales británicos.
Si bien, inmediatamente de declarada la independencia, Estados Unidos a través del gobierno de Truman, reconoció al nuevo estado, y a los pocos días, la Unión Soviética a través de Stalin hizo lo propio, Israel se encontraba solo ante el ataque de sus países vecinos.
Unos meses antes, la Asamblea General de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, había votado a favor de los intereses judíos en crear el nuevo estado, uniéndose todo el bloque soviético, y los Estados Unidos, en un hecho realmente providencial.
Hay que hacer una lectura geopolítica del acontecimiento: eran los primeros años de la posguerra, y si bien Truman fue en esa dirección, Stalin leyó que bendiciendo la creación del nuevo estado, por un lado limaba el poder británico en la región, y por otro –a pesar de su política antisemita fronteras adentro- apostaba en las Relaciones Internacionales por una posición pro-sionista, intuyendo que Israel iba a marchar hacia un seguro socialismo.
Pero ante el comienzo de las hostilidades de la “guerra fría”, y que en Estados Unidos se vivía la etapa más álgida del “macartismo”, ambas grandes potencias, expectantes, dejaron a Israel “colgada del pincel”, y a su suerte.
Entonces, careciendo de fuerzas blindadas, cañones pesados, y aviones, valiéndose solo del coraje de sus hombres, las fuerzas de Israel, en base a inteligencia y estrategia, vencieron.
Pasaron 60 años, y seis guerras (1948, 1956, 1967, 1973, 1982 y 2006), e Israel siempre supo repeler los ataques de sus vecinos en defensa de su territorio, y marcó una supremacía estratégica absoluta en la región, profesionalizando a sus fuerzas, y dotándolas de alta tecnología. Pero los conflictos armados se suceden, y el país vive siempre en estado de “tensión bélica”, y la paz siempre es acechada por esa espada de Damocles llamada guerra.
• Espíritu Macabeo
Los pueblos que no recuerdan su pasado es imposible que edifiquen su futuro. Y la explicación de tanta tenacidad la vamos a encontrar en la historia, en ese espíritu Macabeo que lo muestra al Pueblo Judío invencible, al borde del abismo en muchas ocasiones: la más terrible fue el Holocausto durante el régimen Nazi de Adolf Hitler, en donde en Europa asesinaron a 6 millones de judíos.
Sin embargo, como resurgiendo de sus cenizas, en tan solo tres años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, empezó a reponerse con la creación de este Estado propio, en la “Tierra Prometida”.
Pero esto nos obliga a realizar un revisionismo sobre el Movimiento Macabeo, algo que marcó la historia de toda la humanidad, ya que hasta entonces nunca antes se había visto que un Pueblo se rebelara en contra de sus opresores, para poder gozar de libertad plena. Hacia 166 a/C (antes de Cristo), el rey griego Antíoco IV proscribe el judaísmo, saqueó Jerusalén, y el Gran Templo, e instala allí una polis griega, con sus propias leyes.
Antíoco quiso helenizar la religión judía, prohibiendo el culto, las leyes, los libros sagrados, y las fiestas judías, y desató una cruel persecución contra quienes no se querían convertir, condenando a muerte a los que seguían fieles a la fe judía.
Entonces, gran parte de los judíos se helenizó, pero otro grupo liderado por el Rabino Matatías y sus 5 hijos, se negaron a ofrecer sacrificios a los dioses paganos, ofreciéndole resistencia y matando al oficial encargado de ejecutar las órdenes del rey, y comenzaron así la revuelta.
Entonces, se refugian en las montañas, y empiezan a organizar una fuerza de choque para enfrentar a las poderosas tropas de la dinastía seleucida, y tras la muerte de Matatías, su hijo Yehuda, se puso al frente de ese grupo, y rápidamente es reconocido como un terrible caudillo y estratega, quien conquistó innumerables victorias sobre los seleucidas, logrando grandes éxitos contra fuerzas que lo excedían en número y en armamento,
En sus acometidas, cuentan los relatos, era como un león detrás de su presa, y se lo retrata como un héroe, caballeresco, osado y vehemente, que no sopesa las posibilidades de triunfo, sino que todo lo arriesga por el buen éxito de una gran causa.
Por sus hazañas, Yehuda recibió el apodo de el "Macabeo", que traducido del hebreo antiguo significa "martillo", interpretándose como “guerrero rápido en el golpe del martillo”.
Finalmente, Yehuda Macabi al frente de los “Makabim”, recuperó Jerusalén, y restauró el culto judaico en sus tierras, coronando de gloria lo que la historia reivindica como la rebelión macabea, encendiendo el candelabro del Gran Templo, que el pueblo hebreo evoca en la festividad de Jánuca.
El Movimiento Macabeo moderno, surgido a fines del siglo XIX, rescata todos esos nobles valores para el pueblo judío, que representan la lucha, la defensa de la vida, la libertad y del espíritu humano, y está cargado de simbolismos, como que los jóvenes macabeos adquieren “músculos de acero y espíritu templado, y por saludo adoptaron aquel con el que el legendario Yehuda arengaba a sus míticos “Macabeos”: ¡Jazak Veematz!, cuya traducción literal significa “Se Fuerte y Valiente”.
• Israel hoy
El territorio de Israel es pequeño en superficie, ocupando una larga y angosta faja, de alrededor de 470 Km. de largo, por 135 Km. en su parte más ancha. Sin embargo, en la actualidad cuenta con una potente industria informática y de fármacos genéricos, es uno de los líderes mundiales en patentes y en investigación de nuevos materiales, es pionero en energía solar, y su industria armamentista es tan poderosa que desplazó a Gran Bretaña como cuarto exportador mundial de armas.
El gurú de la informática, Bill Gates, dijo: “Israel es única por sus progresos en tecnología, impulsados por las universidades y su voluntad de arriesgarse y ensayar nuevas cosas. Lo que capacita a una región para tener éxito en tecnología es su compromiso con la educación y tener fantásticas universidades que hagan investigaciones de avanzada”, y fue más allá, al referirse a este país de Medio Oriente “como una extensión del Silicon Valley”.
El impacto económico de los atentados y los gastos de Defensa absorbieron entre un 10% y un 15% del patrimonio de los israelíes durante los primeros tres años de esta década. No obstante, la economía israelí se fue recuperando, y se expandió rápidamente en los dos últimos años, estimulada por el crecimiento de las exportaciones, la fortaleza del sector tecnológico, y un clima favorable para las inversiones.
Hace menos de una década, Israel se convirtió en el octavo país del mundo que construyó su propio satélite y lo lanzó al espacio. El 19 de septiembre de 1988, Israel lanzó su primer satélite: el Ofek 1, usando un vehículo de lanzamiento en tres etapas construido en Israel: el Shavit.
De esta manera, al poner en órbita su propio satélite, Israel ingresó en el exclusivo club que solo integran Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, Japón, India, Francia, y China.
Y sus avances en materia tecnológica y espacial lo llevan más allá, ya que dentro de dos años, Israel va a poder llevar al espacio a su primer astronauta.
(*Oscar Pinco, autor de esta nota, es periodista de la Agencia Télam, y desde diciembre de 2005 está radicado en Mendoza)
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Cuidado con lo que desea
por Mark Steyn
En casi todas partes que visité la semana pasada -- televisión, radio, conferencias -- me preguntaron por el 60 aniversario del estado israelí. No recuerdo ser preguntado por Israel tanto en su 50 aniversario, que como norma general es un asunto mucho más importante que el 60. Pero en estos tiempos, amigos y enemigos por igual huelen a debilidad en el corazón de la Entidad Sionista. Asumiendo que las apocalípticas excentricidades del Presidente Ahmadinejad no lleguen a suceder, Israel seguramente llegue a su 70 cumpleaños. Pero a un montón de colegas no les gusta sus perspectivas de su 80 cumpleaños y más allá. Vea la noticia de portada del Athlantic Monthly: "¿Está acabado Israel?" También la noticia de portada de la principal revista de información de Canadá, Maclean's, que prescinde del signo de interrogación: "Porqué Israel no puede sobrevivir".
¿Por qué? Se mire por donde se mire, el estado judío es una gran historia de éxito. El Oriente Medio moderno es la progenie ilegítima de los cartógrafos coloniales franceses y británicos de 1922. Todas las naciones estado de ese vecindario se remontan apenas 60 ó 70 años atrás - Irak en los años 30, Siria, Jordania, el Líbano e Israel en los 40. La única diferencia es que Israel ha logrado tener éxito. ¿Preferiría que hubiera más países como Israel, o más países como Siria? No encuentro esa una pregunta difícil de contestar. Israel es la única democracia liberal de Oriente Medio (Irak podría demostrar aún ser la segunda) y sus ciudadanos árabes disfrutan de más derechos de los que disfrutarían viviendo bajo cualquiera de los monarcas cleptócratas y dictadores psicópatas que por lo demás pueblan la región. En una estrecha franja de tierra más estrecha en su punto más estrecho que muchos municipios norteamericanos, Israel ha levantado una economía moderna con un PIB per cápita a un pelo de los 30.000 dólares -- y a una distancia sorprendentemente llamativa del promedio de la Unión Europea. Si usted aduce que eso se debe a que está bendecido de manera única por el Tío Sam, bueno, durante los últimos 30 años, el segundo mayor receptor de la ayuda norteamericana ha sido Egipto: su PIB per cápita es de 5.000 dólares, y América no tiene nada que justifique su inversión aparte del piloto en prácticas Mohammed Atta yendo directo hacia usted a través de las ventanas de la oficina.
El éxito judío contra todos los obstáculos no es nada nuevo. “Aaron Lazarus el judío", escribía en su precuela completamente desconocida de El Prisioneros de Zenda Anthony Hope, "lo había convertido en un gran negocio, y había dedicado sus ahorros a adquirir la mejor parte de la calle; pero" -- y para los judíos siempre hay un 'pero' -- "puesto que entonces los judíos no podían tener propiedades..."
Ah, bueno. Al igual que los comerciantes judíos de la vieja Europa, que eran tolerados como arrendatarios pero nunca podían ser dueños completos de la propiedad, los israelíes son vistos como titulares de una soberanía exclusivamente condicional. Jimmy Carter, recién retornado de su escuálido viaje de generosidad pagada con dinero público con Hamas, es simplemente el occidental sofisticado más reciente en afirmar triunfalmente que ha asegurado el usual (lejos de los micrófonos, altamente estimado, a no ser traducido bajo ningún concepto al árabe, e instantáneamente negado) compromiso de los enemigos de los judíos reconociendo "el derecho a existir" de Israel. Bien, atención. ¿Entraría usted en negociaciones con tal punto de partida?
Desde que Israel cumpliera el medio siglo, el "derecho a existir" es negado de manera rutinaria no solamente en Gaza y Ramala y los palacios presidenciales de la región, sino en cada uno de los campus universitarios canadienses y europeos. Durante la incursión libanesa de 2006, Matthew Parris escribía en el Times of London: "Los últimos 40 años han sido una catástrofe, gradual y creciente, para la comunidad judía mundial. Raramente en la historia el nombre y la reputación de un colectivo humano han perdido una cantidad de apoyo y simpatía tan grande y con tanta rapidez. Mi opinión -- ostentada no apasionadamente, sino con poca duda personal -- es que no hay motivo para argumentar si el estado de Israel debía haberse establecido donde y cuando fue establecido" -- lo cual deja entrever cómo se decantaría caso de interesarle. Richard Cohen en el Washington Post era más directo: "Israel es un error en sí mismo. Es un error honesto, un error bienintencionado, un error del que nadie es culpable, pero la idea de crear una nación de judío europeos en una zona de árabes y musulmanes (y algunos cristianos) ha dado lugar a un siglo enfrentamiento bélico y terrorismo del tipo que estamos viendo ahora. Israel se enfrenta a Hezbolá en el norte y a Hamas en el sur, pero su enemigo más formidable es la propia historia". Cohen y Parris, dos voces célebremente moderadas en la prensa de importancia de las dos capitales menos antiisraelíes de Occidente, han interiorizado no obstante la misma lógica que Ahmadinejad: Israel no debe estar donde está. Si es "una mancha de vergüenza" o simplemente es "un error" es el más simple de los detalles.
Aaron Lazarus y todos los restantes "judíos europeos" de su tiempo se habrían muerto de la risa ante la designación de Cohen. Los judíos vivieron en Europa durante siglos, pero sin ser aceptados nunca como "europeos": para disfrutar de su tardía aceptación como "europeos", tuvieron que mudarse a Oriente Medio. Insultados en el Continente como siniestros cosmopolitas nómadas sin ninguna lealtad nacional particular, construyeron una nación estado convencional y ahora son insultados también por eso. El "odio más antiguo" no se ganó ese apelativo por falta de capacidad de adaptación.
Los intelectuales occidentales que promueven la "Semana de Apartheid Israelí" esta época cada año están allanando el terreno a la próxima etapa de la deslegitimación sionista. La charlatanería acerca de una "solución de dos estados" desaparecerá. En el territorio entre Jordania y el Mediterráneo, los judíos constituyen una mayoría por los pelos. Gaza tiene una de las tasas de natalidad más elevadas del planeta. La edad promedio es de 15,8 años. Su población no solamente se está expandiendo literalmente, en los controles israelíes, sino que también lo está haciendo en el sentido menos incendiario pero democráticamente decisivo.
Los árabes pronto exigirán un estado democrático -- judíos y musulmanes -- de Jordania hasta el mar, y hasta aquellos que entienden que esto significa la muerte de Israel se encontrarán tan confundidos a base de vaguedades multiculturales por parte de sus propios países que serán incapaces de argumentar contra ello. Los europeos contemporáneos no son conocidos precisamente por su entereza moral: las informaciones que uno escucha sobre escuelas que discretamente prescinden del Holocausto en sus aulas porque ofende a sus filas crecientes de estudiantes musulmanes sugieren que hasta la pretensión de "neutralidad" en el "proceso de paz" palestino israelí será agua pasada dentro de una década.
La ironía, por supuesto, es que a pesar de su desafío demográfico, Israel disfruta aún de una tasa de natalidad del doble del promedio europeo. Todos los motivos para la desaparición de Israel se aplican a Europa con igual entusiasmo. Y, al contrario que gran parte del resto de Occidente, Israel tiene la ventaja de vivir en primera línea del desafío existencial. "Tengo una premonición que no me abandona", escribía Eric Hoffer, el gran filósofo de los astilleros de América, tras la guerra del 67. "Israel va por donde iremos todos nosotros”.
De verdad que sí. De manera que feliz 60 cumpleaños. Y que haya muchos más.
© 2008, Mark Steyn
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El nuevo traje del emperador moderado
por Robert Spencer
Un nuevo colectivo musulmán que pretende aportar "un islam pacífico" está recibiendo una cantidad extraordinaria de atención. Ello atestigua que tiene gente con dinero y poder detrás. A lo largo de los últimos días me he visto inundado de direcciones de entusiastas informaciones de prensa sobre ello -- claramente una gran cantidad de personas en los medios de referencia y en todas partes tienen gran cantidad de interés en su éxito. Desafortunadamente, sin embargo, este es otro caso más de un nuevo traje del emperador moderado.
"Nuevo laboratorio musulmán de ideas pretende desafiar la ideología extremista", de Ekklesia:
Un nuevo laboratorio musulmán de ideas, que pretende unir a las voces que se oponen al extremismo y la violencia, y que quieren explorar el islam en un entorno europeo moderno era presentado ayer en el Museo Británico.
El autor Ed Husain, que realizó personalmente su viaje de salida de lo que llama "un lugar oscuro" en su controvertido libro 'El islamista' es un motor importante de la empresa, junto con Maajid Nawaz, nacido en Essex.
Ed Husain es el autor de "El islamista", un libro acerca de cómo ingresó y después abandonó el grupo jihadista Hizb ut-Tahrir. El año pasado debatía con Ayaan Hirsi Ali, y posteriormente escribía un artículo en el Guardian, "Dejar de apoyar a bin Laden", acerca de cómo Hirsi Ali, mi estimado amigo Ibn Warraq y yo somos títeres en manos de Osama bin Laden en persona por denotar los profundos cimientos tradicionales de la ideología de la jihad dentro del Islam. Escribí acerca de ello. Puede ver que en su artículo, Ed Husain escribía falsamente sobre las enseñanzas islámicas de la apostasía y otros asuntos, e ignoraba los profundos fundamentos teológicos, legales y textuales de la violencia y la supremacía islámicas. No es en absoluto una imagen prometedora para un reformista genuino.
La Fundación Quilliam (bautizada así en honor a un converso británico del siglo XIX) es citada impulsando el contra-argumento al extremismo.
Los fundadores afirman que en su forma universal más pura, en calidad de lo que los musulmanes piensan es el último mensaje global de Alá a la humanidad, el islam encaja perfectamente bien en las sociedades multiculturales modernas -- suponiendo que los musulmanes encuentren el camino adecuado para expresar su fe.
Si los musulmanes británicos redescubren la pureza de su religión, argumentan, pueden abandonar el bagaje cultural y político que concibe al islam como enemigo de Occidente.
Estas declaraciones calmadas y tranquilizadoras se abstienen de decir textualmente que la tradición supremacista dentro del islam tiene que ser rechazada y combatida por los musulmanes. Toda esta conversación de café acerca del islam encajando dentro de las sociedades multiculturales y no ser percibido como enemigo de Occidente podría salir fácilmente de la boca del jihadista más comprometido, pero inteligente. Ni siquiera estaría mintiendo -- estaría trabajando desde la postura de que el islam permite algo parecido a una sociedad muy plural, suponiendo que los no musulmanes asuman su posición de dhimmis y no aspiren a tener los mismos derechos que los musulmanes. Y tendría presente la idea de que el islam no es el enemigo de Occidente, sino el amigo de Occidente, el amigo que quiere dar un regalo a Occidente -- el regalo de la ley de Alá. Hemos visto a jihadistas decir textualmente estas cosas. Por tanto, no es precisamente tranquilizador verlas salir de una fundación dedicada supuestamente al islam moderado y bautizada, significativamente, en honor a un converso inglés al islam.
El laboratorio de ideas pretende desarrollar sus argumentos a partir de la tradición teológica islámica, en lugar de utilizar simplemente los argumentos seculares occidentales contra las versiones del islam político al que califica de perjudicial y dañino.
Sus estatutos rezan: "Los musulmanes occidentales deben estar libres del bagaje cultural del subcontinente hindú, o de las presiones políticas del mundo árabe. Nacimos y crecimos en un entorno que es diferente del Oriente musulmán. Como tal, nuestro futuro y nuestra descendencia pertenece aquí.
"Igual que los musulmanes de todo el globo han adoptado y adaptado a la cultura y las tradiciones locales al tiempo que permanecían fieles a la esencia de su religión, los musulmanes occidentales deberían ser los pioneros en el nuevo pensamiento para nuestros tiempos modernos. Aquí, gigantes escolásticos musulmanes como el noble Abdalah bin Bayyah y Shaikh Ali Goma (el muftí de Egipto), han proporcionado amplia guía".
Nada tranquilizador. Ali Gomaa es el muftí de Egipto que odiando las estatuas, partidario de la violencia marital y de Hezbolá y asegurando que Mahoma bebía su orina, no hace mucho negaba las informaciones de que había rechazado la pena capital islámica tradicional para los apostatas. El delirante Dinesh D'Souza lo ha elogiado como "un musulmán tradicional" con el que los conservadores norteamericanos deberían fomentar una alianza. No creo que los americanos sean tan inocentes, y no creo que la referencia a este hombre por parte de la Fundación Quilliam como moderado encaje bien en sus propias descripciones de moderación.
ROBERT SPENCER es Licenciado con honores en Estudios Religiosos por la Universidad de Carolina en Chapel Hill, y es profesor adjunto de la Free Congress Foundation. Es autor de 5 libros y 7 monografías acerca del fundamentalismo islámico, entre los que destacan la GUÍA POLÍTICAMENTE INCORRECTA DEL ISLAM Y DE LAS CRUZADAS (Ciudadela) [http://www.elcorteingles.es/libros/producto/libro_descripcion.asp?CODIISBN=6520995629].
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El enfermo palestino que “resucitó” de la muerte
Muchas de las tácticas palestinas de PR o “Public Relations” (Relaciones Públicas) como son llamadas en inglés, son muy conocidas y están haciendo mella en la imagen de Israel en el mundo.
Estas tácticas, son muchas veces mentiras y falsedades multiplicadas por mil que luego surgen el efecto deseado en el mundo y en Israel. Nosotros estamos convencidos que la mentira no durará por siempre, y esperamos que pronto toda esta maquinaria caiga definitivamente.
En este caso, hace algunos días, en medio de las ceremonias de recuerdo de los 6 millones de judíos en el Holocausto, de los soldados y victimas desde la creación del Estado y los festejos del 60 Aniversario, una noticia publicada adrede por los palestinos pretendió arruinar todo el espíritu que vivió y vive el Estado de Israel y el pueblo judío.
Medios israelíes y palestinos informaron que Muhamad al Jarrani que tiene cáncer murió en Gaza ya que Israel se negó a permitirle el ingreso para ser atendido de urgencia en uno de los hospitales israelíes.
Ayer el periódico Yediot Ajaronot publicó esta noticia y dijo que no murió “porque se produjo un milagro, sino por las tácticas utilizadas por la familia al Jarrani para buscar un permiso de ingreso” a Israel.
Organizaciones de derechos humanos llevaron entonces la historia a los medios y hasta acusaron a Israel de ser culpable, aunque al otro día la organización “Médicos por los Derechos Humanos” se dio cuenta de la mentira aunque se negó a reconocer que esta es una táctica habitualmente utilizada por los palestinos.
“Este es un caso extraño donde un miembro de la familia entregó información falsa a la organización. Habitualmente, la organización recibe información de las familias y de los hospitales, pero en este caso la información fue recibida de la familia y no confirmada con el Hospital” dijeron de parte de la organización.
El Shin Bet, el Servicio de Seguridad Interior de Israel dijo al respecto: “Vemos a las acusaciones de vuestra parte con gran seriedad, no fue realizada ni siquiera una mínima investigación de los hechos”.
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El nuevo candidato
En teoría no nos incumbe, pero en la práctica tiene mucho que ver con nuestro país. Me refiero a la figura del posible candidato demócrata a las elecciones presidenciales de los EE.UU., que no parece ser muy pro israelí, por no decir menos.
Nadie puede negar la importancia que reviste para Israel el apoyo que la mayor potencia del mundo generalmente le ha concedido hasta ahora. Demócratas como republicanos han comprendido el importante papel de este país como vanguardia defensiva de la cultura judeocristiana del Occidente, en contraste con muchas naciones europeas, que imitan al avestruz por temor a la influencia árabe. Por lo tanto, es tan vital saber quién ha de suceder al presente dirigente norteamericano que, sea dicho de paso, llega este miércoles de visita a Israel.
Mientras tanto, arrecia la contienda entre los dos principales candidatos al “ticket” democrático: nuestra bien conocida y no menos estimada Hillary Clinton, y un político desconocido de color que ahora conocemos como Barack Obama. A sorpresa de todos, parece que este último lleva las de ganar, y la primera pregunta que todo el mundo se plantea es quién es esa nueva figura de la política estadounidense.
Las biografías oficiales se limitan a indicar o incluso omiten el hecho que cuando era niño residió durante tres años en Yakarta. Aunque no lo señalan, se insiste que este hijo de mujer keniata, padre norteamericano y luego padrastro keniata musulmán “no muy religioso” residió varios años en la capital de Indonesia, en donde habría frecuentado una escuela religiosa musulmana dirigida por un imán nacionalista. Aunque de musulmán pasó a ser cristiano, parece ser que habría mantenido posiciones derivadas de las enseñanzas dictadas en esa madraza. El conocido estudioso Daniel Pipes ha escrito sobre el particular.”Que Obama haya nacido y haya sido educado como musulmán y haya abandonado la religión para convertirse en cristiano no le hace ni más ni menos apto para convertirse en presidente de los Estados Unidos. Pero si nació y creció siendo musulmán y ahora está escondiendo ese hecho, señala un importante engaño, una representación falsa fundamental sobre su persona que tiene implicaciones profundas sobre su carácter y su conveniencia como presidente”.
Lo que es evidente es que dos organizaciones terroristas palestinas, el Hamás y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, han declarado públicamente su apoyo al candidato de color, lo que de por sí ya es muy sospechoso. También se dice que el senador habría dicho públicamente “que nadie está sufriendo tanto como el pueblo palestino”. Asimismo se ha insistido que en su entorno figuran conocidas figuras extremistas como Williams Ayers (un ex terrorista norteamericano), Tany Rezco (vinculado a la financiación de terroristas), Louis Farrakhan (dirigente de la organización extremista “Nación del Islam”), Raila Odinga (candidato del Islamismo Fundamental de Kenia y primo de Obama), así como dirigentes latinoamericanos de conocida tendencia marxista como Daniel Ortega y Raúl Castro. Pero lo que más ha afectado su imagen liberal, es el hecho que su guía espiritual, el reverendo Jeremiah Wright, es un racista por excelencia conocido por sus ideas radicales, que incluyen una posición netamente anti-israelí. Hasta tal punto que Obama se ha visto obligado a desligarse de su mentor.
Con tales antecedentes se comprenderá que no obstante haberse pronunciado a favor de Israel, el citado senador presente una imagen muy sospechosa. Insiste en el “gran cambio” que su administración se propone introducir, de ser electo. Ello podría implicar no solamente un giro substancial en política socioeconómica de su país: también podría afectar seriamente la actitud de Washington con respecto al Medio Oriente. Y no se olvide que estamos hablando de la primera potencial mundial, que bien o mal, decide muchas cuestiones a nivel internacional.
Moshe Yanai