LA JUDEOFOBIA A LA LUZ DEL DIA


Cómo es la verdadera judeofobia que revela la batalla de Gaza
ALEXANDRA RYBINSKA
Perfil


El prestigioso dia­rio polaco La Re­pública publicó una entrevista de Alexandra Rybinska a Pierre-André Taguieff, director de investigación en CNRS, París. La última obra editada de Taguieff es La judeofobia de los modernos. De las Luces a la jihad mundial, París, Editions Odile Jacob, 2008.

A continuación los tramos principales de esa entrevista.

—La guerra entre Israel y Hamas sigue dando lugar a manifestaciones de simpatía hacia Palestina en todo el mundo. "Todos somos palestinos" parece ser el "motto" de muchos in­telectuales de Occidente. ¿A qué se debe esta simpatía casi ciega?
—Estas manifestaciones, a menudo violentas, son en primer lugar obra de barbudos y mujeres con velo islamistas -por consiguiente- acompañados por diversos elementos de la nueva extrema izquierda, antiimperialista y neotercermundista, cuyos dos enemi­gos absolutos son los Estados Unidos e Israel. La tendencia dominante en los intelectuales occidentales sigue siendo la preferencia por el extremis­mo: la radicalidad, ya sea comunista o islamista, continúa seduciéndolos.

—¿Dónde están las voces de la ra­zón? ¿Por qué el Estado de Israel, a pesar de sus esfuerzos propagandís­ticos, no llega a conseguir un amplio soporte internacional, particular­mente en los medios de comunica­ción extranjeros?

Parece que incluso los intelectuales judíos, en el "New York Times", prefieren no inclinarse demasiado a favor del Estado judío. Israel ha gozado durante mucho tiempo de una corriente de simpatía. Pero ésta empezó a disiparse después de las masacres de Sabrá y Chatila (verano de 1982), cometidas por las milicias cristianas libanesas, que per­cibían a los palestinos como invasores y saqueadores. Sin embargo, merced a una propaganda bien orquestada, esas masacres fueron adjudicadas al general Sharon, criminalizado por todos los medios de comunicación. Hasta 2005, Israel apenas se preocu­pó por su imagen en el mundo, cuya degradación, sin embargo, fue evi­denciada por todas las encuestas de opinión. Después de Sharon, todas las tentativas israelíes para contrarres­tar la propaganda propalestina han chocado contra un muro: el hábito ya había calado, los medios de comuni­cación se habían posicionado con el antisionismo, alimentado por la ideo­logía victimista centrada en la figura del palestino inocente, el niño palestino, erigido en víctima por excelencia. Esta ideología ha sido hábilmente difundida a través de las redes palestinas en todo el mundo. Muchos intelectuales judíos es­tadounidenses y europeos, afectados por la judeofobia reinante, intentan hacerse aceptar por un medio hostil tomando po­siciones radicalmente antiisraelíes y anti­sionistas. De este modo, se convierten en judíos no judíos, más tarde en alterjudíos, para acabar siendo judíos antijudíos.
El caso patológico más evidente es el del intelectual norteamericano antisionista y pronegacionista (negar el Holocausto) Noam Chomsky, aclamado por Osama Bin Laden y Hugo Chávez.

—A veces parece incluso que Israel es el Estado más detestado en el mundo.
—Israel es la encarnación de Occidente para los antioccidentales, del imperialismo para los antiimperialistas, del infiel para los islamistas, del racismo para los pro­palestinos. Sobre este país se acumulan los estereotipos negativos. Es percibido como el Estado que sobra, que debería desaparecer para que la humanidad quedara libre del "mal". Este trato, ab­solutamente demonizador, es exclusivo para Israel.

—En Francia y en otros países se pue­de observar un odio particularmente virulento hacia el Estado de Israel entre los intelectuales de izquierda, desde la "izquierda del caviar" hasta los movimientos antiglobalización. ¿Es todavía efectiva la vieja propaganda antisionista de Rusia?
—El origen del antisionismo radical, que se encarna en la forma contempo­ránea de judeofobia (o por emplear un término inadecuado, de antisemitismo), es, en efecto, el comunismo soviético, que desde 1948/1949 hasta principios de los años setenta difundió en todo el mundo la mayoría de los temas de acu­sación contra Israel, como "fascismo", "imperialismo", "racismo", "colonialis­mo", etcétera. El antisionismo de origen stalinista se fusionó con el antisionismo árabe creado en los años cincuenta y se­senta por los refugiados nazis en El Cairo, principalmente por Johann Von Leers, antiguo ayudante de Goebbels. Este an­tisionismo fue seguido por los medios occidentales tercermundistas en todas las variedades de la extrema izquierda, incluidos los trotskistas. Y así seguimos: nada nuevo ha aparecido en el discurso antisionista radical.

—Durante mucho tiempo la izquierda apoyó a Israel, debido en parte al Holo­causto. Luego se produjo una posición esquizofrénica: la izquierda que con­denaba los atentados terroristas per­petrados por los palestinos y, al mismo tiempo, apoyaba la causa palestina. To­do esto ha cambiado. ¿Puede afirmarse que la izquierda ha traicionado a los judíos?
—La izquierda ya había abandonado a los judíos después de 1945, cuando sufrió la influencia del estalinismo. Después de la desaparición, del imperio soviético, la izquierda ha incorporado nuevos pensa­dores, de los anarcotrotskistas al subco-mandante Marcos, de Chomsky a José Bové. Los movimientos antiglobalización, llamados alter mundialistas, han sustitui­do al "genial camarada Stalin" y al "gran líder Mao". Diferentes combinaciones de posiciones anticapitalistas radicales, de antiamericanismo y antisionismo, han aparecido entre 1990 y 2000.

—¿Cuál es el interés real que tiene actualmente la izquierda en apoyar la causa árabe?
—En Europa, la izquierda y, sobre todo, la extrema izquierda, han emprendido una estrategia de conquista del electora­do musulmán, una opción que conlleva mucha complacencia tanto con los islamistas radicales como con el terrorismo palestino, siempre con el pretexto de la "justa rebelión de los humillados". Tanto los dirigentes de la izquierda como los de la derecha creen poder de este modo evitar que Europa se convierta en blanco del terrorismo.

—¿Puede decirse que estamos ante una nueva forma de antisemitismo mal disimulado bajo la máscara de una aver­sión hacia Israel? De ser así, ¿cuáles son las razones de este antisemitismo?
—El término antisemitismo es inco­rrecto para designar el odio hacia los ju­díos ideológicamente organizado. Desde finales de los años ochenta he propuesto sustituir este término por el más apropia­do de judeofobia. Como término genéri­co, yo califico de judeofobia el conjunto de formas históricas que ha tomado el odio hacia los judíos, y de manera más extensa, todas las pasiones, creencias y conductas antijudías cuyas manifestacio­nes fueron (y son) las violencias, físicas o simbólicas, padecidas por el pueblo judío. Demasiado a menudo se olvida que la pa­labra antisemita es de cuño relativamente reciente, y que es debida a un autor anti­judío y racista a la vez. Al forjar en 1879 el término antisemitismus, el ideólogo racista de lengua alemana WUhem Marr quiso distinguir con claridad su lucha contra los judíos del viejo antijudaísmo cristiano. Ahora bien, este término está doblemente mal forjado. En primer lugar porque parece referirse tanto a los judíos como a los árabes, cuando en realidad sólo se aplica a los judíos en sus usos ideológico-políticos, y luego porque el uso racional y lógico del término semita, como denominación del enemigo colectivo que hay que combatir (antisemita), se refiere a las doctrinas raciales fundadas sobre la base de la oposición arios/se­mitas. La judeofobia contemporánea no se vale de una doctrina racista, no apunta a "los semitas", sino que apela al odio contra los judíos en nombre de "la lucha contra el racismo" y, por con­siguiente, contra el sionismo asimilado a una forma de racismo. Conviene pues revisar los conceptos y redefinir los tér­minos empleados.

—Para muchos intelectuales apoyar a los palestinos contra Israel proviene de la obligación cristiana de tender la mano a los más débiles. ¿Se trata de una creencia mendaz o de una acti­tud con un peso real en la tradición cristiana?
—En un mundo moderno regido por la secularización, no hay nada peor que la corrupción ideológica de elementos heredados del cristianismo. La propa­ganda palestina, por ejemplo, tiende a asimilar al pueblo palestino a la figura de Cristo, poniendo por delante a los niños, "víctimas inocentes" por defini­ción, que se erigen en "mártires". Se trata de un cristianismo pervertido y politizado; una falsificación mediática del mandamiento de amor y caridad.

—¿De dónde procede la idea de que Israel es el mal personificado?
—Procede de la larga historia de to­das las formas que ha adoptado la ju­deofobia, pero, sobre todo, de las dos religiones hijas, que son el cristianismo y el islam, enfrentadas a la religión ma­dre del monoteísmo, que es el judaísmo. En este nuevo régimen de judeofobia, los judíos siguen siendo denunciados como "hijos del diablo", aunque sus principales acusadores ya no se en­cuentran en el ámbito cristiano, sino que invocan al islam, a la revolución mundial o a ambos a la vez. La nueva sede de la judeofobia exterminadora es el islam revolucionario o el islamismo radical, secundados por los neorrevolucionarios que, como enemigos decla­rados del Occidente judeocristiano o americano-sionista, se han puesto de acuerdo con el campo islamista.

—¿Cree que aunque Israel gane la guerra contra Hamas saldrá perdedor, porque será considerado como un Es­tado imperialista que ha aplastado a su pequeño vecino que luchaba por su independencia?
—Esta es, efectivamente, la paradoja trágica que esta intervención militar, aunque justificada, corre el riesgo de ilustrar. Israel no podía permitir por más tiempo que se bombardeara a su población civil, pero al responder mi­litarmente asume el riesgo de alimen­tar las pasiones antijudías en todo el mundo. Y eso es porque los medios de comunicación privilegian la emoción en detrimento del análisis frío. Mues­tran gustosamente imágenes de niños palestinos muertos, que provocan in­dignación o compasión, e incitan a la venganza ciega, olvidando la verdadera naturaleza de Hamas: una organiza­ción de fanáticos y criminales.

—¿Cómo ve usted el futuro de Israel y de la cuestión judía?
—El camino de la paz es actualmente el más estrecho. No sólo es improba­ble sino difícilmente concebible a te­nor de las previsiones planteadas por la situación presente. La islamización de la causa palestina no puede sino extenderse y radicalizarse. El rechazo árabe al reconocimiento del derecho a la existencia de Israel sigue presen­te, con algunas excepciones. Pero en la historia también se dan los milagros y pueden producirse acontecimientos considerados poco probables.

Gentileza de Raul Vaich

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