
Dick Morris: La Muerte de Israel
Noticiero Digital
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El afamado analista Dick Morris escribe que la política blanda de la administración Obama hacia Irán va a permitir que Irán concrete sus planes armamentistas nucleares, decretando así la muerte de Israel. Morris hace un apasionado llamado a poner presión sobre Obama para impedirlo. Versión en español de ND.
Ver el original La Muerte de Israel
Por Dick Morris y Eileen McGann
De Caroline Glick, subdirectora editorial y escritora para el Jerusalem Post, vienen noticias alarmantes. Experta en relaciones árabe-israelíes, con excelentes fuentes en el interior del gobierno de Netanyahu, Glick informa que el jefe de la CIA Leon Panetta, que recientemente se tomó un tiempo libre de su trabajo diario (pelear con Nancy Pelosi) para viajar a Israel a leerles la cartilla al gobierno alertándolos contra un ataque sobre Irán. Más inquietante, Glick informa (probablemente de fuentes en el alto gobierno israelí) que la administración de Obama ha aceptado como irreversible e inevitable el hecho de que pronto Irán desarrollará armas nucleares. Glick escribe, "…hemos aprendido que la administración [de Obama] ha hecho la paz con las aspiraciones nucleares de Irán. Altos funcionarios de la administración lo reconocen tanto así en reuniones fuera de record. Es cierto, dicen, que Irán puede explotar sus futuras conversaciones con los EE.UU. para frenar el reloj antes de que pruebe un arma nuclear. Pero, agregan, en caso de que eso ocurra, los EE.UU. simplemente tendrá que vivir con una mullacracia con armas nucleares" Glick sigue escribiendo que la administración de Obama está desesperada por impedir a Israel que ataque a Irán, llegando a escribir que "en lo que respecta a la administración [de Obama], si Israel pudiera dejar tranquilas las instalaciones nucleares de Irán, Irán se comportaría bien por sí misma." Señala que los funcionarios americanos considerarían cualquier daño a los intereses americanos que ocurriera por un ataque israelí contra las instalaciones nucleares iraníes, una responsabilidad de Israel, no de Irán. En un estilo clásico del Síndrome de Estocolmo, la administración de Obama está simpatizando más con los dirigentes iraníes que tienen a Israel secuestrada que con con la nación que podría ser borrada del mapa si Irán adquiriera la bomba. El plazo que fijó Obama para las conversaciones con Irán encaminadas a poner fin a su avance hacia las armas nucleares es sólo un adorno sin la amenaza de acción militar. Como Metternich escribió "diplomacia sin fuerza es como música sin instrumentos". Sólo con alertar sobre posibles refuerzos a las sanciones económicas si las conversaciones no progresan, Obama está haciendo una amenaza vacía. Es probable que las sanciones no tengan ningún efecto, porque Rusia y China no permitirán a las Naciones Unidas actuar para tratar de disuadir a Irán de armas nucleares. Todo esto significa que la vida de Israel está en peligro. Si Irán obtiene la bomba, la van a utilizar para matar a seis millones de judíos. Ninguna amenaza de represalia hará la más mínima diferencia. Uno no puede disuadir a un terrorista suicida con la amenaza de muerte. Ni se puede impedir a una teocracia empeñada en que se merecen la admisión al cielo y sus vírgenes por un glorioso acto de violencia. Irán probablemente no lanzaría por sí mismos, de todos modos, sino que se le daría a sus títeres terroristas para que ellos las lancen hacia Israel y así poder negar su responsabilidad. Obama, empeñado en el apaciguamiento, probablemente no tomaría represalias con armas nucleares. E Israel estaría muerto y enterrado. Los judíos patriotas que votaron por Obama deberían darse cuenta de que nosotros, como judíos, somos testigos del posible fin de Israel. Estamos en la misma posición moral que nuestros antepasados cuando vieron a Hitler subir pero no hicieron nada para presionar a su presidente demócrata liberal favorito, FDR, para tomara verdaderas acciones para salvarlos o incluso para aceptar refugiados judíos en el país. Si seguimos siendo complacientes, tendremos la misma angustia al ver la destrucción de Israel que la que tuvieron nuestros antepasados al observar el Holocausto. Porque una cosa es cada vez más clara: Barack Obama no va a levantar un dedo para impedir que Irán desarrolle la bomba. Y tampoco Hillary Clinton. Obama puede haber celebrado el primer seder en la Casa Blanca, pero no ha planificado pasar el próximo año en Jerusalén.