Numerosas ONG, Organizaciones No Gubernamentales de Israel, la mayoría de izquierda, se preocupan con sumo ahínco por los derechos civiles y humanos de los árabes palestinos.
por Rubén Kaplan
Numerosas ONG, Organizaciones No Gubernamentales de Israel, la mayoría de izquierda, se preocupan con sumo ahínco por los derechos civiles y humanos de los árabes palestinos. Muy pocas, paradójicamente, guardan el mismo celo en garantizar los de los propios israelíes judíos.
El viernes 29 de agosto, Akiva HaCohen de Yitzhar, Libman y David Meir Bretler de Adei Ad, cerca de Shilo, tres judíos de Shomron, deberán abandonar por un lapso de tres a cuatro meses sus viviendas, por disposición de la Policía y el Ejército, en virtud que "su presencia en la zona representa un peligro para el orden público". Según varios informes de prensa el motivo de la exclusión temporal obedece al hecho que la presencia de los colonos podría "perturbar la cosecha de aceituna árabe".
Estos argumentos fueron refutados por HaCohen por falaces. Este manifestó que la cosecha del fruto del olivo se inicia al final del período de expulsión. Por ese motivo, atribuyó el desalojo a su presunta participación en Solidaridad Mutua, un convenio suscripto por los colonos para defenderse entre sí cuando la policía o el ejército pretende echarlos de los asentamientos.
Judíos de los pueblos y colinas de las inmediaciones, hacen todo el esfuerzo para evitarlo, aunque más no sea en algunos casos, poniéndose de pie en alguna intersección recitando salmos o rezando las plegarias. Según HaCohen, "el Shabak, Servicio de Seguridad General, piensa que estoy involucrado y por eso me sanciona, no por constituir un peligro, sino por si acaso fuera solidario con mis congéneres".
Los colonos son avasallados en sus derechos y se verán perjudicados ostensiblemente con la forzada salida de sus propiedades.
Agricultor también, con 3 hijos pequeños. Akiva HaCohen, pensaba plantar un huerto de uva de diez dumans, equivalentes a 2,5 acres, tras el final de este año sabático de Shmitá, (plazo de siete años por el cual por la ley judía la tierra debe descansar) y el alejamiento obligado por cuatro meses, le hará perder su mercado.
Sólo algunas voces se levantaron para hacer escuchar sus protestas. El Consejo de Shomron, encabezado por Mesika expresó "Es muy triste ver que las aceitunas de los árabes son más importantes que la vida de los soldados israelíes". Explicó luego que la policía nunca emitió semejantes órdenes en contra de los activistas de izquierda que se manifiestan en Bal'in y ponen en peligro la vida de los soldados del IDF, pero presurosos intervienen cuando creen están amenazados los olivos árabes. Mesika agregó, en declaraciones a la prensa, que lo sucedido es un grave hecho que lesiona los derechos civiles de los ciudadanos israelíes, ocurre vis a- vis en un solo lado del mapa político.
Por su parte, Itamar Ben-Gvir, un activista del Frente Judío, deploró que a diferencia de otras oportunidades los tres expulsados no podrán ni siquiera permanecer en sus casas, sino que deberán abandonar sus hogares completamente.
Como triste corolario, el Foro Legal de la Tierra de Israel hizo pública la siguiente declaración: "Si hay una evidencia de un crimen, los sospechosos deben ser juzgados, pero no limitados de esta arbitraria manera. Este es un intolerable atentado a los derechos civiles y debe ser detenido. No tiene raíz en ninguna ley, obedece sólo a la arbitraria decisión del comandante General Mayor Gad Shamni a cargo del área".
Los colonos israelíes expulsados de Gush Katif, enjundiosos trabajadores idealistas que devinieron años después en parias en su propio país, homeless sin contención ni solución satisfactoria alguna, pese a las promesas del Gobierno, enarbolaban pancartas que decían que "un judío no expulsa a otro judío". Esa máxima no se aplicó en aquel entonces. Lamentablemente, tampoco se aplica ahora.