SERGIO DELLA PERGOLALa demografía judía en Israel y el ejemplo de Panamá
Por Jose Luis Piczenik
Cuando Sergio Della Pergolla -el mayor demógrafo judío contemporáneo— interrogó a los participantes de una de sus conferencias en la Facultad de Demografía Judía de la Universidad de Jerusalén, cuál sería el mayor peligro que afrontaría el pueblo judío a mediano plazo, los presentes ensayaron respuestas vinculadas al terrorismo, la xenofobia y el enfrentamiento bélico. Nada mas lejos de la respuesta del científico que fue tan sencilla como impactante: “El bajo crecimiento demográfico”. Este fenómeno estadístico es actualmente preocupación de todos los partidos políticos israelíes y motiva diversos análisis sobre la población judía mundial.
Las cifras marcan que en los últimos cuarenta años la población judía ha crecido en menor escala que la población mundial y particularmente en la diáspora el número se redujo de diez a siete millones. Las causas del decrecimiento fuera de Israel son básicamente la aliá, la asimilación masiva y la baja reproducción natural. En esta situación vale el análisis de por que tan solo cuatro países en las ultimas décadas han sufrido un proceso inverso. En Alemania, la colectividad paso de 30.000 a 110.000 personas producto de la salida de miles de rusos que se afincaron en el país; Canadá de 290.000 a 370.000 y Australia de 85.000 a 100.000 responden a fuertes políticas sociales de inmigración promovidas por los gobiernos a raíz de la baja densidad de habitantes con que cuentan y Panamá (único hispanoparlante) se explica por el desarrollo del país y la solidaridad de su comunidad local.
Panamá es un pequeño país centroamericano de clima tropical y maravillosas costas con algo más de tres millones de habitantes en el cual la comunidad judía pasó de 2.000 a más de 8.000 integrantes en los últimos años. Porcentualmente ocupa el primer lugar de crecimiento judío fuera del Estado de Israel.
El estado caribeño recibió a los primeros judíos cuando promediaba el siglo XIX, procedentes de las islas de Curazao y Aruba, comunidades que ya contaban con estructuras desarrolladas y una larga tradición. Simultáneamente vastos contingentes de sefardíes llegaban de la Europa mediterránea, Siria (Alepo), Marruecos, Turquía y Grecia en busca de aires de libertad e igualdad.
En 1876 fundaron la primera institución judía del país bajo el nombre de “Sociedad de Beneficencia y Pompas Fúnebres Kol Shearit Israel”. Esta organización tuvo su fundamento en el apoyo que debían recibir los inmigrantes, totalmente carentes de medios para desempeñarse allí. En 1932 se transformó en la “Hermandad Kol Shearit Israel”, inaugurando su propio templo en 1936 y constituyéndose como congregación religiosa a partir de ese momento.
La rama asquenazí llego al país en las primeras décadas del siglo XX, de Alemania, Polonia, Rusia y Austria; crearon su propia congregación y se sumaron a la incipiente comunidad. En 1951 llego de Jerusalén el rabino Zion Levy, todo un símbolo de dedicación y esfuerzo al cual la comunidad respetó y veneró aun en aquellos aspectos que no hacían a la vida religiosa.
La colectividad afianzó su crecimiento y su influencia publica a través del comercio, la industria, y su fuerte presencia en el desarrollo del país. En 1963 se creó la organización central denominada Consejo Central Comunitario Hebreo de Panamá que es el “paraguas” dentro del cual las distintas instituciones manejan la solución a los problemas comunitarios. La comunidad predominantemente sefardí mantuvo siempre un respeto por las tradiciones religiosas y un buen número de integrantes abrazó los preceptos de la Torá, el Shabat y la kashrut.
Entre sus miembros más reconocidos se destacaron dos políticos que accedieron a la primer magistratura nacional: Max Shalom Del Valle, que fue presidente constitucional del país en 1969, recordado por sus palabras en el acto de asunción donde expresó la existencia en el mundo de dos mandatarios judíos (los de Israel y Panamá) y Eric Arturo Del Valle (sobrino de Max) que en 1985 asumió el cargo máximo desempeñándose como tal por espacio de tres años siendo destituido por el congreso nacional tras divergencias con el general Noriega, máxima jerarquía castrense del país. Su compromiso con el judaísmo quedó de manifiesto cuando siendo presidente realizo la donación de los rollos de la Torá a la comunidad Kol Shearit Israel de la cual era miembro.
A partir del año 2000 con la firma del tratado Torrijos-Carter el país obtuvo la administración y el funcionamiento del canal fluvial, lo que generó un fuerte desarrollo económico y financiero en el país, posibilitó que capitales internacionales llegaran al país en busca de inversiones e inmigrantes judíos de Argentina, Uruguay, Venezuela, Colombia e Israel se afincaran en busca de su superación personal apoyados en todo momento por la comunidad local.
Se vivió una reestructura, se abrieron mas templos, centros sociales y educativos, se sumó al colegio Albert Einstein que había sido inaugurado en 1955; y a un nuevo colegio de nombre Itzjak Rabin, de línea progresista y plural llegando la red educativa a dar respuesta a mas de 2.000 educandos. Las instituciones de beneficencia, solidaridad y apoyo ampliaron su marco de actuación y mejoraron su perfil público.
Las relaciones del país con el Estado de Israel, que datan de junio de 1948, se vieron fortalecidas en 1960 a raíz del primer intercambio de embajadores. La embajada israelí, en el año 2002 cerró sus puertas por razones de oportunidad y reabrió la misma en 2005 para cubrir las inquietudes de más de 1.000 israelíes que actualmente viven en el país.
Las relaciones diplomáticas son excelentes, las inversiones israelíes crecen día a día en tecnología, seguridad y hotelería. Israel mantiene superávit en la balanza comercial. Las exportaciones superan los cuatro millones de dólares anuales y Panamá aumenta la colocación de sus productos en el Oriente Medio y pretende la suscripción de un tratado de libre comercio con Israel que se sume a los ya existentes con México y el Mercosur en el continente.
La Cámara de Comercio, Industria y Agricultura Panamá-Israel desarrolla un papel trascendente, a través del programa “Mashav” para la agricultura, medio ambiente, tecnología, salud, riego, drenaje y desarrollo social y funciona de nexo con empresas privadas israelíes que apoyan logísticamente en materia de seguridad y protección (Mindicite Limited) y construcción (Africa Israel Invest). La inversión israelí va desde la ampliación del canal fluvial a proyectos tecnológicos pasando por centros de diamantes en bruto y reparación de aviones.
No han faltado las misiones oficiales de ambos países. Entre ellas, visitó Israel el alcalde de Panamá Juan Carlos Navarro y la primera dama Viviana Fernández de Torrijos.
La comunidad musulmana del país que reside en su mayoría en ciudad de Panamá, David y Colón comparte experiencias comerciales y laborales con los judíos manteniendo un buen grado de relacionamiento lo que ubica a Panamá como ejemplo de convivencia y crecimiento.
Fuente: Argentina.co.il
Por Jose Luis Piczenik
Cuando Sergio Della Pergolla -el mayor demógrafo judío contemporáneo— interrogó a los participantes de una de sus conferencias en la Facultad de Demografía Judía de la Universidad de Jerusalén, cuál sería el mayor peligro que afrontaría el pueblo judío a mediano plazo, los presentes ensayaron respuestas vinculadas al terrorismo, la xenofobia y el enfrentamiento bélico. Nada mas lejos de la respuesta del científico que fue tan sencilla como impactante: “El bajo crecimiento demográfico”. Este fenómeno estadístico es actualmente preocupación de todos los partidos políticos israelíes y motiva diversos análisis sobre la población judía mundial.
Las cifras marcan que en los últimos cuarenta años la población judía ha crecido en menor escala que la población mundial y particularmente en la diáspora el número se redujo de diez a siete millones. Las causas del decrecimiento fuera de Israel son básicamente la aliá, la asimilación masiva y la baja reproducción natural. En esta situación vale el análisis de por que tan solo cuatro países en las ultimas décadas han sufrido un proceso inverso. En Alemania, la colectividad paso de 30.000 a 110.000 personas producto de la salida de miles de rusos que se afincaron en el país; Canadá de 290.000 a 370.000 y Australia de 85.000 a 100.000 responden a fuertes políticas sociales de inmigración promovidas por los gobiernos a raíz de la baja densidad de habitantes con que cuentan y Panamá (único hispanoparlante) se explica por el desarrollo del país y la solidaridad de su comunidad local.
Panamá es un pequeño país centroamericano de clima tropical y maravillosas costas con algo más de tres millones de habitantes en el cual la comunidad judía pasó de 2.000 a más de 8.000 integrantes en los últimos años. Porcentualmente ocupa el primer lugar de crecimiento judío fuera del Estado de Israel.
El estado caribeño recibió a los primeros judíos cuando promediaba el siglo XIX, procedentes de las islas de Curazao y Aruba, comunidades que ya contaban con estructuras desarrolladas y una larga tradición. Simultáneamente vastos contingentes de sefardíes llegaban de la Europa mediterránea, Siria (Alepo), Marruecos, Turquía y Grecia en busca de aires de libertad e igualdad.
En 1876 fundaron la primera institución judía del país bajo el nombre de “Sociedad de Beneficencia y Pompas Fúnebres Kol Shearit Israel”. Esta organización tuvo su fundamento en el apoyo que debían recibir los inmigrantes, totalmente carentes de medios para desempeñarse allí. En 1932 se transformó en la “Hermandad Kol Shearit Israel”, inaugurando su propio templo en 1936 y constituyéndose como congregación religiosa a partir de ese momento.
La rama asquenazí llego al país en las primeras décadas del siglo XX, de Alemania, Polonia, Rusia y Austria; crearon su propia congregación y se sumaron a la incipiente comunidad. En 1951 llego de Jerusalén el rabino Zion Levy, todo un símbolo de dedicación y esfuerzo al cual la comunidad respetó y veneró aun en aquellos aspectos que no hacían a la vida religiosa.
La colectividad afianzó su crecimiento y su influencia publica a través del comercio, la industria, y su fuerte presencia en el desarrollo del país. En 1963 se creó la organización central denominada Consejo Central Comunitario Hebreo de Panamá que es el “paraguas” dentro del cual las distintas instituciones manejan la solución a los problemas comunitarios. La comunidad predominantemente sefardí mantuvo siempre un respeto por las tradiciones religiosas y un buen número de integrantes abrazó los preceptos de la Torá, el Shabat y la kashrut.
Entre sus miembros más reconocidos se destacaron dos políticos que accedieron a la primer magistratura nacional: Max Shalom Del Valle, que fue presidente constitucional del país en 1969, recordado por sus palabras en el acto de asunción donde expresó la existencia en el mundo de dos mandatarios judíos (los de Israel y Panamá) y Eric Arturo Del Valle (sobrino de Max) que en 1985 asumió el cargo máximo desempeñándose como tal por espacio de tres años siendo destituido por el congreso nacional tras divergencias con el general Noriega, máxima jerarquía castrense del país. Su compromiso con el judaísmo quedó de manifiesto cuando siendo presidente realizo la donación de los rollos de la Torá a la comunidad Kol Shearit Israel de la cual era miembro.
A partir del año 2000 con la firma del tratado Torrijos-Carter el país obtuvo la administración y el funcionamiento del canal fluvial, lo que generó un fuerte desarrollo económico y financiero en el país, posibilitó que capitales internacionales llegaran al país en busca de inversiones e inmigrantes judíos de Argentina, Uruguay, Venezuela, Colombia e Israel se afincaran en busca de su superación personal apoyados en todo momento por la comunidad local.
Se vivió una reestructura, se abrieron mas templos, centros sociales y educativos, se sumó al colegio Albert Einstein que había sido inaugurado en 1955; y a un nuevo colegio de nombre Itzjak Rabin, de línea progresista y plural llegando la red educativa a dar respuesta a mas de 2.000 educandos. Las instituciones de beneficencia, solidaridad y apoyo ampliaron su marco de actuación y mejoraron su perfil público.
Las relaciones del país con el Estado de Israel, que datan de junio de 1948, se vieron fortalecidas en 1960 a raíz del primer intercambio de embajadores. La embajada israelí, en el año 2002 cerró sus puertas por razones de oportunidad y reabrió la misma en 2005 para cubrir las inquietudes de más de 1.000 israelíes que actualmente viven en el país.
Las relaciones diplomáticas son excelentes, las inversiones israelíes crecen día a día en tecnología, seguridad y hotelería. Israel mantiene superávit en la balanza comercial. Las exportaciones superan los cuatro millones de dólares anuales y Panamá aumenta la colocación de sus productos en el Oriente Medio y pretende la suscripción de un tratado de libre comercio con Israel que se sume a los ya existentes con México y el Mercosur en el continente.
La Cámara de Comercio, Industria y Agricultura Panamá-Israel desarrolla un papel trascendente, a través del programa “Mashav” para la agricultura, medio ambiente, tecnología, salud, riego, drenaje y desarrollo social y funciona de nexo con empresas privadas israelíes que apoyan logísticamente en materia de seguridad y protección (Mindicite Limited) y construcción (Africa Israel Invest). La inversión israelí va desde la ampliación del canal fluvial a proyectos tecnológicos pasando por centros de diamantes en bruto y reparación de aviones.
No han faltado las misiones oficiales de ambos países. Entre ellas, visitó Israel el alcalde de Panamá Juan Carlos Navarro y la primera dama Viviana Fernández de Torrijos.
La comunidad musulmana del país que reside en su mayoría en ciudad de Panamá, David y Colón comparte experiencias comerciales y laborales con los judíos manteniendo un buen grado de relacionamiento lo que ubica a Panamá como ejemplo de convivencia y crecimiento.
Fuente: Argentina.co.il