SIONISMO Y JUDAISMO

La Pirámide Sionista

Hay una falta de comprensión básica sobre la esencia de la relación entre sionismo y judaísmo; una incomprensión que se extiende desde el sector ortodoxo hacia las partes del sector religioso-nacional, y quizás también del público tradicional, y es por eso que merece ser aclarado.
En la identidad judía se amalgaman al unísono el fundamento nacional y el fundamento religioso, sólo que el sionismo invirtió la pirámide de la relación entre ambos — de un pueblo cuya base es la identidad religiosa, en un pueblo con fundamento en la identidad nacional: idioma, territorio, país, un destino común.
El sionismo reconoció que la existencia diaspórica es quizás espiritual, distinguida y exclusiva, sin embargo consideró que no es natural (y por ello también concibió una desgracia)- como el hombre que quiso ocuparse solamente de asuntos espirituales mientras descuida su cuerpo físico. Y es por ello, que los ideólogos del sionismo secular desearon promover entre otros, la versión secular-nacional para las festividades y para algunos de los textos adaptados judíos.
Podemos disentir con este enfoque, pero no aparece en él, un desconocimiento del judaísmo. De allí que la desconexión con el judaísmo no se creó por la actitud del sionismo secular, sino justamente, por la incapacidad del mismo de sostener su propio mundo; debido a su rendición a las tendencias del tiempo, que portaron en sus alas una cultura consumidora capitalista que barre toda identidad singular.
La revolución sionista se granjeó numerosos enemigos desde el primer momento: coalición de ortodoxos, reformistas y revolucionarios socialistas, que tuvo dificultad de renunciar a la pretensión particular de ocuparse exclusivamente del espíritu y perfección del mundo en pro de “un Estado como todos los pueblos”. Lo lamentable es que esa misma exaltación acompaña al sionismo y al Estado de Israel, aún hoy en día. De la derecha y la izquierda, y también del sector ortodoxo, todos tienen la dificultad de renunciar a la singularidad judía de otorgar exclusividad a consideraciones espirituales y éticos en beneficio de determinaciones difíciles y a conciliaciones que se exigen de un Estado nacional que vive en este mundo.
De la derecha nos exigen adherirnos a “la tierra sagrada” e ignorar cualquier consideración real de demografía y contactos con los países del mundo; de la izquierda nos piden adherirnos a “la moral judía” y no tener en cuenta toda consideración real de la defensa de los ciudadanos de Israel, y los ortodoxos en general, consideran la revolución sionista una profanación de la digna pirámide judía.
El común denominador es que todos ellos desean gozar de los frutos del sionismo — el mismo hogar nacional real — sin estar dispuestos a pagar su precio, el precio de la conciliación y la ética. La desconexión con el judaísmo es un fenómeno doloroso y debemos actuar para modificarla. La identidad judía tiene dos pisos. No se debe abandonar el piso cultural-espiritual, pero de igual forma, prohibido permitir que la lucha en pro de una reforma en el aspecto espiritual se realice arrojando barro y dañando el piso básico — el nacional. Este piso ya de por sí lo atacan desde numerosas direcciones con el peligro de desmoronarse, y entonces, realmente, la existencia judía estará en peligro inminente.
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il
Fuente: Yair Sheleg – Haaretz