
Reportaje 20/3/2008 Publicado en "Haaretz"
Sergio Bergman: el chico malo del judaísmo argentino
Autor: Roi Beit Levy (Desde Punta del Este, Uruguay)
A pocos días de vencer la fecha para la presentación de postulaciones para las próximas elecciones en la AMIA, a las que el rabino Sergio Bergman podría presentarse por una lista de los conservadores (aún no definida y sostenida en el casi más estricto secreto) presentamos la traducción de esta entrevista aparecida en este periódico israelí. Saque cada uno sus propias conclusiones.
Con una colorida bandana y un bronceado profundo, Sergio Bergman, rabino de la sinagoga más antigua de Buenos Aires, lleva adelante una guerra a muerte contra el establishment judeoargentino. El sol golpea sobre sus cabezas, afirma acerca de la comunidad donde la ultraortodoxia gana cada vez más terreno, pero ellos se empecinan en vivir en el invierno perpetuo del shtetl. ¿Y después de vencer a Jabad? Se dedicará a la política.Sergio Bergman está sentado en un café de la peatonal de Punta del Este, la riviera sudamericana del Uruguay, ciudad refugio estival de los ricos de Argentina, Paraguay y Brasil, disfrutando del sol. Es un placer estar aquí: las olas rompiéndo contra la costa como telón de fondo, un porrón de cerveza helada depositado sobre la mesa, gafas ahumadas sobre los ojos, una bandana multicolor atada cubriendo la calvicie.Si tuvieran que adivinar cómo se gana la vida, así, con tricota y rostro curtido, difícilmente acertarían. Bergman, 45 años, es el rabino de una de las mayores comunidades de Argentina, la comunidad de la calle Libertad, cuya sede es la sinagoga más antigua del país, situada a poca distancia de la famosa Plaza de Mayo, en el corazón de Buenos Aires. A pesar de su aspecto distendido en este día de verano tan grato, conduce en los últimos tiempos una guerra total contra el establishment judío de Argentina, cuyas consecuencias habrán de dictar el camino por el cual transitará en los años venideros la quinta colectividad judía en tamaño del mundo.Sobre la guerra, Bergman hablará más tarde, valiéndose de toda su intensidad retórica, saltando de un hebreo de entusiasta discípulo de ieshivá a un castellano de hábil comerciante, y de una extensa casuística talmúdica a frases breves y afiladas de político con apetito de aparecer en los titulares. Pero antes que eso, es necesario contar cómo alcanzó Bergman su posición de figura líder del campo liberal del judaísmo argentino. Hasta el 2006, Bergman había sido un simpático rabino de una simpática sinagoga, un buen muchacho de buena familia que recibió su capacitación profesional en el Seminario Rabínico Latinoamericano de Buenos Aires, fundado por el padre del movimiento conservador en la Argentina, Marshall Meyer. Estudió, asimismo, Ciencias Judaicas en la Universidad Hebrea de Jerusalem, en el Hebrew Collage, y en el Seminario Rabínico Schechter. Su costumbre de invitar a "su" sinagoga a curas católicos e imanes musulmanes en vísperas de fiestas y días viernes, verdaderamente suscitó la ira de entidades ortodoxas conservadoras dentro de la colectividad, pero Bergman aún no había sido sindicado como un enemigo, sino sólo como otro rabino entusiasta con ideas demasiado avanzadas.Pero el 31 de Agosto de 2006, este hombre de rostro juvenil se convirtió en el chico malo del judaísmo argentino. Esto sucedió frente a la "Casa Rosada", donde Bergman pronunció el discurso de su vida durante una manifestación de protesta por la situación de inseguridad en el país, en presencia de no menos de trescientas mil personas. "El gobierno había proscripto la realización de la manifestación", cuenta Bergman, "y cuando no consiguió impedirla, envió policías para que dispersaran por la fuerza a los manifestantes. Cuando llegó mi turno de hablar, dediqué mis palabras precisamente a eso. Hablé del derecho elemental del ciudadano en un estado democrático a salir a la calle y protestar contra el gobierno".
Figura televisiva
El discurso fue publicado en los medios de comunicación y obtuvo una difusión aún más impresionante a través de los correos electrónicos enviados entre los cibernautas. Se trató de una alocución fluida y agresiva, pero lo suficientemente general como para hablarle a cada uno. La sazonó con varias frases clave fuertes y pegadizas, tales como "el pueblo sabe exactamente de qué se trata", una oración que se repetía cada tantos párrafos, creando un efecto dramático que no hubiese avergonzado a los grandes retóricos argentinos. Bergman pasó a ser el muchacho del póster de la comunidad judía alternativa de Argentina. Era un rabino fácil de digerir, joven, moderno y que no se queja todo el tiempo del antisemitismo, sino que habla fundamentalmente acerca de los problemas de la sociedad en su conjunto, y se convirtió en huésped permanente de los estudios televisivos. Esas apariciones contribuyeron enormemente a su popularidad dentro de la colectividad judía, pero principalmente entre los no judíos.Pero el nuevo estatus lo convirtió también en el mayor enemigo del viejo establishment judío. El presidente de AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) dijo, luego de la manifestación en la Plaza de Mayo, que Bergman no representaba a los judíos de Argentina, y que todo lo que dijo lo había hecho a título personal. "Jamás sostuve que represento a la colectividad, seguro que no a toda la colectividad, tal como hacen en AMIA", afirma Bergman. "A pesar de que estoy seguro de que mis ideas coinciden con las de la mayoría de los judíos aquí. Todo lo que digo es que no podemos, los judíos, atrincherarnos en un ghetto que creamos nosotros mismos. La colectividad judía de aquí se divide en dos: aquellos que desean mantener la puertas que conducen al mundo exterior cerradas y llevar la vida de sus antepasados hace doscientos años, vestir las mismas ropas del shtetl, propias de un invierno perpetuo, incluso bajo el sol abrasador de Sudamérica". "Y la otra parte de la comunidad está compuesta por 'sionistas de Iom Ha-Atzmaut', dispuestos a aportar algo de dinero a Israel, pero a los que no se les cruzaría por la cabeza hacer aliá (inmigración a Israel), salvo que se vieran afectados por una hecatombe económica. Es bueno que tengamos a Israel para casos así, pero no se debe olvidar que existe gracias al esfuerzo de sus ciudadanos. Todo judío debe apoyar a Israel, y quererlo, pero si decide no vivir en él, está obligado a comprometerse con el país donde vive, al cual verdaderamente pertenece". "Puede ser en la cultura, el deporte, el periodismo, la política... en cualquier ámbito. Tenemos mucho que ofrecer a la sociedad: valores, creencias, formas de conducta... El mandato más importante que recae sobre mí es mostrar al público argentino que hay un rabino que habla 'argentino'. Un rabino que habla no sólo de Torá, sino también sobre la Constitución".
Gauchos con kipot
Durante los dos últimos años, también gracias a su alto perfil mediático, Bergman recorrió Argentina a fin de reclutar apoyo en las pequeñas comunidades del interior. Comenzando por los descendientes de los gauchos judíos convertidos en prósperos terratenientes en el sur del país, hasta llegar a los bisnietos de inmigrantes desposeídos que construyeron una pequeña sinagoga en las márgenes de aldeas polvorientas junto a la frontera con Bolivia. La intención de Bergman consiste en crear una federación alternativa de comunidades judías de Argentina. "Durante los últimos años, sostiene, la participación de jóvenes judíos en la vida comunitaria institucionalizada ha ido decreciendo. A este espacio vacante ingresaron elementos ortodoxos, y las instituciones judías se radicalizaron como consecuencia de ello". El temor de Bergman es que el sector liberal al cual él representa permanezca como una minoría. Señala la intensificación de la actividad de Jabad en Argentina, en especial tras la depresión económica de 2002, como uno de los mayores peligros que acechan a la comunidad. A modo de ejemplo, cita un episodio desagradable, desencadenado cuando un conocido futbolista argentino, Diego Placente, contrajo matrimonio con Julieta Rubinstein, una joven judía de hogar pudiente. El padre de la novia, Alex, propuso a los invitados dejar de lado el regalo y en su lugar hacer una contribución a la asociación civil 'Ieladeinu' que administra Jabad en favor de los niños necesitados. Jabad rechazó la donación, dado que se trataba de un matrimonio mixto. En respuesta, Rubinstein publicó una carta en Internet que causó gran revuelo en Argentina, en la cual expresaba su estupor y enojo ante la medida de Jabad, y exhortaba a todos los judíos de Argentina a no donar más dinero a sus instituciones."El padre de la novia pensaba que Jabad realmente ayuda a todos", explica Bergman. "Pero al menos de este caso habrán de surgir algunas cosas buenas: que mucha gente verá qué es lo que Jabad verdaderamente representa: una secta racista de personas que afirman ayudar a todos, pero lo hacen sólo con niños judíos, más precisamente sólo con niños de pura sangre judía. Los judíos de Argentina deben decidir si desean apoyar a una secta racista o no". En Jabad-Argentina se excusaron de responder a estas afirmaciones.Otro escenario donde tiene lugar la lucha de Bergman contra el establishment es el cementerio judío de La Tablada en las afueras de Buenos Aires, administrado por AMIA. Últimamente, Bergman ha recibido varias quejas de socios de AMIA, alegando que la entidad les impide enterrar en La Tablada a familiares conversos al judaísmo. "El cementerio de AMIA no respeta nuestro derecho a realizar conversiones, tal como nos fue concedido por el gobierno argentino", manifiesta Bergman con pasión. "El documento que acredita mi condición de rabino y el de un rabino ortodoxo es el mismo. Estamos sujetos a la misma ley, y por lo tanto no tienen ningún derecho a negarse a inhumar judíos que fueron convertidos por mí. Incluso en el Estado de Israel, el Estado judío, la Suprema Corte de Justicia es la que tuvo la última palabra en cuestiones de judaísmo, y resolvió otorgar la ciudadanía israelí en virtud de la Ley del Retorno a judíos conversos". "Esto nos devuelve al mismo punto: el vínculo entre el judío y el estado en el cual vive. La ley argentina no confiere a una asociación civil como AMIA la facultad de ponerse por encima de la ley. Si no están dispuestos a enterrar judíos conversos por rabinos conservadores, entonces deberían llamarse 'La Kehilá de los Judíos Ortodoxos Asquenazíes'. AMIA sale a la calle para protestar ante el menor atisbo de manifestación racista por parte de gentiles contra judíos, pero puesta a prueba se conduce con un racismo mucho más desagradable". "Llevaremos a AMIA ante la justicia. Los judíos conversos abonaron durante años cuotas sociales. El dinero de ellos era bueno mientras estaban vivos, pero desde el momento en que fallecen dejan de interesar. Hemos recabado la opinión de un experto en temas constitucionales, según el cual AMIA es una asociación civil cooperativa, que pertenece a sus socios, y carece de facultades para determinar quién es judío y quién no lo es. En consecuencia, si AMIA no abre sus cementerios, llevaremos este asunto hasta las últimas consecuencias desde el punto de vista judicial". ¿No teme que la gente diga: otra vez Bergman saca a relucir los trapos sucios al sol?Eso es exactamente lo que ellos dicen: que es peligroso, a causa de los goim, o a causa de los antisemitas, a causa de todos aquellos que siempre quieren matarnos y sólo esperan una excusa para hacerlo. Pero no se puede vivir con distintas escalas de valores para cada caso. Si uno dice afuera que lo discriminan a causa de la religión o la raza, no puede discriminar a otros por los mismos motivos. Si AMIA desea vivir según las leyes del Rabinato de Israel, tal como se desprende del hecho de que se hayan dirigido al Gran Rabino de Israel, Iona Metzger, a fin de recibir directivas en lo relativo a la inhumación de conversos, pueden hacer aliá y afincarse en Mea Shearim. No es posible quedarse con el pan y con la torta. Si uno vive en Argentina, uno está sujeto a su legislación.En AMIA se excusaron de responder a los planteos de Bergman.
Persona non grata
La confrontación directa con el establishment judío de Argentina convirtió a Bergman en persona non grata en varias sinagogas y cenas festivas de Shabat, y en el héroe de muchísimos otros judíos. Sin embargo, al parecer sus verdaderas aspiraciones no se limitan a los estrechos ámbitos de la política hacia adentro de la comunidad.¿Entonces, cuándo se mete en política?Yo ya estoy en política. La gente piensa que político es sólo aquel que compite en las elecciones por un cargo público, pero yo me refiero a la política cívica. No tengo intención de presentarme mañana a ocupar un cargo de representante público, puesto que de momento estoy muy contento con mi función de rabino. La sociedad argentina, que permitió durante muchos años que se cometieran contra ella hechos brutales, necesita guías. Si mucha gente se une y decide que ha llegado el momento del cambio, yo decididamente estoy dispuesto a dar un paso adelante y participar del juego político.¿Existe alguna chance de que argentinos no judíos voten por un rabino con una kipá tan grande?Se sorprenderá, los gentiles me quieren mucho más que los judíos. Siempre me invitan a actividades, disertaciones y están mucho más abiertos a escuchar lo que tengo para decir. En todo caso, no tengo realmente intención de que sólo judíos voten por mí. De ser así, no tendría ninguna probabilidad de resultar electo para ningún cargo concebible.
Sergio Bergman: el chico malo del judaísmo argentino
Autor: Roi Beit Levy (Desde Punta del Este, Uruguay)
A pocos días de vencer la fecha para la presentación de postulaciones para las próximas elecciones en la AMIA, a las que el rabino Sergio Bergman podría presentarse por una lista de los conservadores (aún no definida y sostenida en el casi más estricto secreto) presentamos la traducción de esta entrevista aparecida en este periódico israelí. Saque cada uno sus propias conclusiones.
Con una colorida bandana y un bronceado profundo, Sergio Bergman, rabino de la sinagoga más antigua de Buenos Aires, lleva adelante una guerra a muerte contra el establishment judeoargentino. El sol golpea sobre sus cabezas, afirma acerca de la comunidad donde la ultraortodoxia gana cada vez más terreno, pero ellos se empecinan en vivir en el invierno perpetuo del shtetl. ¿Y después de vencer a Jabad? Se dedicará a la política.Sergio Bergman está sentado en un café de la peatonal de Punta del Este, la riviera sudamericana del Uruguay, ciudad refugio estival de los ricos de Argentina, Paraguay y Brasil, disfrutando del sol. Es un placer estar aquí: las olas rompiéndo contra la costa como telón de fondo, un porrón de cerveza helada depositado sobre la mesa, gafas ahumadas sobre los ojos, una bandana multicolor atada cubriendo la calvicie.Si tuvieran que adivinar cómo se gana la vida, así, con tricota y rostro curtido, difícilmente acertarían. Bergman, 45 años, es el rabino de una de las mayores comunidades de Argentina, la comunidad de la calle Libertad, cuya sede es la sinagoga más antigua del país, situada a poca distancia de la famosa Plaza de Mayo, en el corazón de Buenos Aires. A pesar de su aspecto distendido en este día de verano tan grato, conduce en los últimos tiempos una guerra total contra el establishment judío de Argentina, cuyas consecuencias habrán de dictar el camino por el cual transitará en los años venideros la quinta colectividad judía en tamaño del mundo.Sobre la guerra, Bergman hablará más tarde, valiéndose de toda su intensidad retórica, saltando de un hebreo de entusiasta discípulo de ieshivá a un castellano de hábil comerciante, y de una extensa casuística talmúdica a frases breves y afiladas de político con apetito de aparecer en los titulares. Pero antes que eso, es necesario contar cómo alcanzó Bergman su posición de figura líder del campo liberal del judaísmo argentino. Hasta el 2006, Bergman había sido un simpático rabino de una simpática sinagoga, un buen muchacho de buena familia que recibió su capacitación profesional en el Seminario Rabínico Latinoamericano de Buenos Aires, fundado por el padre del movimiento conservador en la Argentina, Marshall Meyer. Estudió, asimismo, Ciencias Judaicas en la Universidad Hebrea de Jerusalem, en el Hebrew Collage, y en el Seminario Rabínico Schechter. Su costumbre de invitar a "su" sinagoga a curas católicos e imanes musulmanes en vísperas de fiestas y días viernes, verdaderamente suscitó la ira de entidades ortodoxas conservadoras dentro de la colectividad, pero Bergman aún no había sido sindicado como un enemigo, sino sólo como otro rabino entusiasta con ideas demasiado avanzadas.Pero el 31 de Agosto de 2006, este hombre de rostro juvenil se convirtió en el chico malo del judaísmo argentino. Esto sucedió frente a la "Casa Rosada", donde Bergman pronunció el discurso de su vida durante una manifestación de protesta por la situación de inseguridad en el país, en presencia de no menos de trescientas mil personas. "El gobierno había proscripto la realización de la manifestación", cuenta Bergman, "y cuando no consiguió impedirla, envió policías para que dispersaran por la fuerza a los manifestantes. Cuando llegó mi turno de hablar, dediqué mis palabras precisamente a eso. Hablé del derecho elemental del ciudadano en un estado democrático a salir a la calle y protestar contra el gobierno".
Figura televisiva
El discurso fue publicado en los medios de comunicación y obtuvo una difusión aún más impresionante a través de los correos electrónicos enviados entre los cibernautas. Se trató de una alocución fluida y agresiva, pero lo suficientemente general como para hablarle a cada uno. La sazonó con varias frases clave fuertes y pegadizas, tales como "el pueblo sabe exactamente de qué se trata", una oración que se repetía cada tantos párrafos, creando un efecto dramático que no hubiese avergonzado a los grandes retóricos argentinos. Bergman pasó a ser el muchacho del póster de la comunidad judía alternativa de Argentina. Era un rabino fácil de digerir, joven, moderno y que no se queja todo el tiempo del antisemitismo, sino que habla fundamentalmente acerca de los problemas de la sociedad en su conjunto, y se convirtió en huésped permanente de los estudios televisivos. Esas apariciones contribuyeron enormemente a su popularidad dentro de la colectividad judía, pero principalmente entre los no judíos.Pero el nuevo estatus lo convirtió también en el mayor enemigo del viejo establishment judío. El presidente de AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) dijo, luego de la manifestación en la Plaza de Mayo, que Bergman no representaba a los judíos de Argentina, y que todo lo que dijo lo había hecho a título personal. "Jamás sostuve que represento a la colectividad, seguro que no a toda la colectividad, tal como hacen en AMIA", afirma Bergman. "A pesar de que estoy seguro de que mis ideas coinciden con las de la mayoría de los judíos aquí. Todo lo que digo es que no podemos, los judíos, atrincherarnos en un ghetto que creamos nosotros mismos. La colectividad judía de aquí se divide en dos: aquellos que desean mantener la puertas que conducen al mundo exterior cerradas y llevar la vida de sus antepasados hace doscientos años, vestir las mismas ropas del shtetl, propias de un invierno perpetuo, incluso bajo el sol abrasador de Sudamérica". "Y la otra parte de la comunidad está compuesta por 'sionistas de Iom Ha-Atzmaut', dispuestos a aportar algo de dinero a Israel, pero a los que no se les cruzaría por la cabeza hacer aliá (inmigración a Israel), salvo que se vieran afectados por una hecatombe económica. Es bueno que tengamos a Israel para casos así, pero no se debe olvidar que existe gracias al esfuerzo de sus ciudadanos. Todo judío debe apoyar a Israel, y quererlo, pero si decide no vivir en él, está obligado a comprometerse con el país donde vive, al cual verdaderamente pertenece". "Puede ser en la cultura, el deporte, el periodismo, la política... en cualquier ámbito. Tenemos mucho que ofrecer a la sociedad: valores, creencias, formas de conducta... El mandato más importante que recae sobre mí es mostrar al público argentino que hay un rabino que habla 'argentino'. Un rabino que habla no sólo de Torá, sino también sobre la Constitución".
Gauchos con kipot
Durante los dos últimos años, también gracias a su alto perfil mediático, Bergman recorrió Argentina a fin de reclutar apoyo en las pequeñas comunidades del interior. Comenzando por los descendientes de los gauchos judíos convertidos en prósperos terratenientes en el sur del país, hasta llegar a los bisnietos de inmigrantes desposeídos que construyeron una pequeña sinagoga en las márgenes de aldeas polvorientas junto a la frontera con Bolivia. La intención de Bergman consiste en crear una federación alternativa de comunidades judías de Argentina. "Durante los últimos años, sostiene, la participación de jóvenes judíos en la vida comunitaria institucionalizada ha ido decreciendo. A este espacio vacante ingresaron elementos ortodoxos, y las instituciones judías se radicalizaron como consecuencia de ello". El temor de Bergman es que el sector liberal al cual él representa permanezca como una minoría. Señala la intensificación de la actividad de Jabad en Argentina, en especial tras la depresión económica de 2002, como uno de los mayores peligros que acechan a la comunidad. A modo de ejemplo, cita un episodio desagradable, desencadenado cuando un conocido futbolista argentino, Diego Placente, contrajo matrimonio con Julieta Rubinstein, una joven judía de hogar pudiente. El padre de la novia, Alex, propuso a los invitados dejar de lado el regalo y en su lugar hacer una contribución a la asociación civil 'Ieladeinu' que administra Jabad en favor de los niños necesitados. Jabad rechazó la donación, dado que se trataba de un matrimonio mixto. En respuesta, Rubinstein publicó una carta en Internet que causó gran revuelo en Argentina, en la cual expresaba su estupor y enojo ante la medida de Jabad, y exhortaba a todos los judíos de Argentina a no donar más dinero a sus instituciones."El padre de la novia pensaba que Jabad realmente ayuda a todos", explica Bergman. "Pero al menos de este caso habrán de surgir algunas cosas buenas: que mucha gente verá qué es lo que Jabad verdaderamente representa: una secta racista de personas que afirman ayudar a todos, pero lo hacen sólo con niños judíos, más precisamente sólo con niños de pura sangre judía. Los judíos de Argentina deben decidir si desean apoyar a una secta racista o no". En Jabad-Argentina se excusaron de responder a estas afirmaciones.Otro escenario donde tiene lugar la lucha de Bergman contra el establishment es el cementerio judío de La Tablada en las afueras de Buenos Aires, administrado por AMIA. Últimamente, Bergman ha recibido varias quejas de socios de AMIA, alegando que la entidad les impide enterrar en La Tablada a familiares conversos al judaísmo. "El cementerio de AMIA no respeta nuestro derecho a realizar conversiones, tal como nos fue concedido por el gobierno argentino", manifiesta Bergman con pasión. "El documento que acredita mi condición de rabino y el de un rabino ortodoxo es el mismo. Estamos sujetos a la misma ley, y por lo tanto no tienen ningún derecho a negarse a inhumar judíos que fueron convertidos por mí. Incluso en el Estado de Israel, el Estado judío, la Suprema Corte de Justicia es la que tuvo la última palabra en cuestiones de judaísmo, y resolvió otorgar la ciudadanía israelí en virtud de la Ley del Retorno a judíos conversos". "Esto nos devuelve al mismo punto: el vínculo entre el judío y el estado en el cual vive. La ley argentina no confiere a una asociación civil como AMIA la facultad de ponerse por encima de la ley. Si no están dispuestos a enterrar judíos conversos por rabinos conservadores, entonces deberían llamarse 'La Kehilá de los Judíos Ortodoxos Asquenazíes'. AMIA sale a la calle para protestar ante el menor atisbo de manifestación racista por parte de gentiles contra judíos, pero puesta a prueba se conduce con un racismo mucho más desagradable". "Llevaremos a AMIA ante la justicia. Los judíos conversos abonaron durante años cuotas sociales. El dinero de ellos era bueno mientras estaban vivos, pero desde el momento en que fallecen dejan de interesar. Hemos recabado la opinión de un experto en temas constitucionales, según el cual AMIA es una asociación civil cooperativa, que pertenece a sus socios, y carece de facultades para determinar quién es judío y quién no lo es. En consecuencia, si AMIA no abre sus cementerios, llevaremos este asunto hasta las últimas consecuencias desde el punto de vista judicial". ¿No teme que la gente diga: otra vez Bergman saca a relucir los trapos sucios al sol?Eso es exactamente lo que ellos dicen: que es peligroso, a causa de los goim, o a causa de los antisemitas, a causa de todos aquellos que siempre quieren matarnos y sólo esperan una excusa para hacerlo. Pero no se puede vivir con distintas escalas de valores para cada caso. Si uno dice afuera que lo discriminan a causa de la religión o la raza, no puede discriminar a otros por los mismos motivos. Si AMIA desea vivir según las leyes del Rabinato de Israel, tal como se desprende del hecho de que se hayan dirigido al Gran Rabino de Israel, Iona Metzger, a fin de recibir directivas en lo relativo a la inhumación de conversos, pueden hacer aliá y afincarse en Mea Shearim. No es posible quedarse con el pan y con la torta. Si uno vive en Argentina, uno está sujeto a su legislación.En AMIA se excusaron de responder a los planteos de Bergman.
Persona non grata
La confrontación directa con el establishment judío de Argentina convirtió a Bergman en persona non grata en varias sinagogas y cenas festivas de Shabat, y en el héroe de muchísimos otros judíos. Sin embargo, al parecer sus verdaderas aspiraciones no se limitan a los estrechos ámbitos de la política hacia adentro de la comunidad.¿Entonces, cuándo se mete en política?Yo ya estoy en política. La gente piensa que político es sólo aquel que compite en las elecciones por un cargo público, pero yo me refiero a la política cívica. No tengo intención de presentarme mañana a ocupar un cargo de representante público, puesto que de momento estoy muy contento con mi función de rabino. La sociedad argentina, que permitió durante muchos años que se cometieran contra ella hechos brutales, necesita guías. Si mucha gente se une y decide que ha llegado el momento del cambio, yo decididamente estoy dispuesto a dar un paso adelante y participar del juego político.¿Existe alguna chance de que argentinos no judíos voten por un rabino con una kipá tan grande?Se sorprenderá, los gentiles me quieren mucho más que los judíos. Siempre me invitan a actividades, disertaciones y están mucho más abiertos a escuchar lo que tengo para decir. En todo caso, no tengo realmente intención de que sólo judíos voten por mí. De ser así, no tendría ninguna probabilidad de resultar electo para ningún cargo concebible.