MUNDO ACTUAL

Defender a Occidente en la universidad
Con los terroristas de la jihad en todo el mundo haciendo reclutas y justificando sus acciones mediante referencias a enseñanzas islámicas, el estudio académico del Islam es necesario con mayor urgencia que nunca.
por Robert Spencer

Con los terroristas de la jihad en todo el mundo haciendo reclutas y justificando sus acciones mediante referencias a enseñanzas islámicas, el estudio académico del Islam es necesario con mayor urgencia que nunca. Pero en las universidades de hoy, la corrección política excluye casi por completo cualquier examen honesto de los elementos de la cultura o la religión islámicas. Gran parte de esto es producto del trabajo del difunto profesor Edward Said, un docente influyente y autor del libro Orientalismo, que ha marcado la pauta de los Estudios de Oriente Medio desde su primera aparición en los años 70. Said argumentaba que el estudio académico occidental del Islam y de Oriente Medio está deformado por nociones de superioridad cultural, y que es una expresión racista del colonialismo y el imperialismo occidentales.
El trabajo de Said se convirtió en ley. En la mayor parte de los campus hoy, cualquier examen de asuntos islámicos que sea remotamente crítico es intimidado y tildado de racismo y "discurso de odio". Los trabajos anteriores a 1960 de los académicos occidentales en materia de estudios de Oriente Medio y estudios islámicos son desacreditados o ignorados. La influencia de Said ha tenido durante tres décadas ya el efecto letal de inhibir el debate público y académico de temas cruciales tales como cómo hay que reformar el Islam o de si esta
reforma se puede lograr o no, y cómo musulmanes y no musulmanes pueden desarrollar un marco de coexistencia pacífica sobre una base igualitaria e indefinida.
Pero hoy el valiente y perspicaz académico islámico Ibn Warraq ha asestado un golpe mortal al estamento Saidista en su nuevo libro Defender a Occidente: crítica al Orientalismo de Edward Said.
Ibn Warraq no solamente revela la fragilidad y la tendenciosidad de gran parte de la investigación de Said; también demuestra que el estudio occidental del Islam y los musulmanes nunca ha sido uniforme, imperialista ni supremacista, como argumentaba Said, examinando profundamente el trabajo de los propios orientalistas clásicos - pintores, escultores, artistas y escritores, gran parte de cuyo trabajo fue una vez influyente en numerosos terrenos, pero que últimamente se ha dispuesto bajo un tinte Saidista. Defender a Occidente muestra a estos hombres, como les describe Ibn Warraq, "individuos coloristas y con talento" que "tenían razones individuales propias para explorar artísticamente los escenarios, costumbres, pueblos y vestimentas extranjeros", no eran racistas, y no formaban parte de ningún proyecto imperialista de explotación.
En cierto sentido, el subtítulo de este libro es desafortunado. Porque mientras que Ibn Warraq destripa con elegancia y destreza la tesis de Said, la extensión de este libro es mucho más amplia. En un epígrafe
cita a Arthur Koestler, un hombre que sabía un poquito del declive de las civilizaciones: "El lío de la civilización occidental es que ha dejado de ser consciente de los valores que corre riesgo de perder". Ibn Warraq determina tres características de la investigación intelectual occidental - y del trabajo de los orientalistas a los que desacredita Said - que no pueden encontrarse de manera consistente en las empresas intelectuales no occidentales (incluyendo las islámicas) y que corren el peligro de perderse hoy en Occidente, no menos a causa de la camisa de fuerza ideológica que los seguidores de Said aplican en las universidades. La primera de estas es el racionalismo, la recompensa del conocimiento por el conocimiento - Ibn Warraq observa que "bajo Islam, la ortodoxia siempre ha sido recelosa del conocimiento por su propio bien. La investigación intelectual sin restricciones se juzga peligrosa para la religión". Después está el universalismo, la idea de unidad esencial de la humanidad que conduce a una apertura genuina a los demás pueblos y culturas. Mientras que esto viene caracterizando a Occidente desde los griegos, Ibn Warraq observa que, en una inversión peculiar de la afirmación de Said, el mundo islámico ha calificado generalmente las culturas no musulmanas con desprecio y falta de interés -- incluso en detrimento de su propio desarrollo civilizacional. Y finalmente, Ibn Warraq señala que Occidente ha demostrado desde el principio una capacidad de auto reflexión y autocrítica que ha brillado casi por su ausencia en las culturas islámicas. Explica que "la capacidad de incorporar una corriente de pensamiento nuevo y libre a nuestra reserva de nociones y costumbres" siempre ha sido "el valor característico y redentor de la civilización occidental".
Pero nuestras universidades y centros de educación superior, los valores redentores de la civilización occidental son ignorados en favor de una letanía Saidista de crímenes y delitos menores occidentales, socavando nuestra fuerza de autodefensa civilizacional en el momento en que más la necesitamos. Erudito, ilustrado, entretenido y magníficamente amplio en su alcance, Defender a Occidente es el antídoto.
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Un gran desperdicio
En Israel, el 2007, bien podría ser recordado como el año de oportunidades desperdiciadas. El país no dio muchos pasos hacia la solución de sus dificiles problemas existenciales.
por Natalio Steiner


En Israel, el 2007, bien podría ser recordado como el año de oportunidades desperdiciadas. El país no dio muchos pasos hacia la solución de sus dificiles problemas existenciales. Hubo frases grandilocuentes, promesas, pero en lo hechos, poco y nada. El gobierno actual se sostiene por una coalición reducida sustentada por 67 parlamentarios ( sobre un total de 120) pero quien encabeza esta coalición es el premier Ehud Olmert, que no parece tener siempre el control sobre la misma. En un verdadero grotesco, miembros de la coalición pactan con los de la oposición ( Barak- Netaniahu) para frenar decisiones del gobierno.
Las duras consecuencias de la segunda guerra del Líbano hicieron descender el nivel de popularidad de Olmert hasta niveles sin precedentes. Las investigaciones sobre corrupción que giran a su alrededor lo debilitan aún más. Olmert tampoco tiene el carisma y autoridad de un Rabín o un Sharón. Estos últimos cambiaron sus posiciones ideológicas e impusieron sobre la sociedad decisiones dificiles como los acuerdos de Oslo( 1993) y el desalojo unilateral de Gaza ( 2005). A Olmert se lo ve débil y no puede tomar decisiones dificiles e impopulares. El solo intenta hacer olas y no enojar más de la
cuenta. Todo para supervivir, quizas un mes o hasta un año más. Tiene un solo área en que es fuerte : su oratoria conmueve a los oyentes.
A principios del 2007 Olmert derrochaba un optimismo sin fin. Asombró con sus expresiones conciliatorias hacia los palestinos, se atrevió a decir que Israel debía dejar asentamientos y evacuar miles de colonos y habló, sin eufemismos, de dos estados para dos pueblos en una misma y exigua tierra. En lo social asombró al resaltar la importancia de la educación, su mejora ( tuvo huelgas tremendas en su mandato ) y hasta prometió reducir la brecha entre pobres y ricos. Sin embargo, se sabe, la realidad es impiadosa con los soñadores. La cumbre de Annapolis y la visita de Bush, presentadas como la salvación de los problemas para Israel, se ha transformado en un elemento ruidoso pero poco práctico sobre la marcha. Con los palestinos el diálogo parece de sordos. Una vez más hablan de paz y de las responsabilidades de Israel pero no controlan a sus violentos mientras que Israel continua ampliando su justificada presencia en la cuestionada Jerusalem. Entretanto los misiles Kassam continuan cayendo sobre Sderot sin que se le encuentre una solución al drama de los afectados. Por si fuera poco, Guilad Shalid sigue detenido en manos de cobardes "luchadores de la independecia palestina " y la suerte de los pobres soldados israelíes secuestrados por el Hizbollah parece echada. Aún así, Olmert se aferra. A fines de diciembre el gobierno aprobó una inversión de 210 millones de dólares para desarrollar un sistema defensivo contra los Kassam y los Katiushas que ya llegaron a Ashkelon poniendo a 250.000 israelíes en la línea de fuego islamísta.
El presupuesto 2008 se manifiesta como una muestra de la impotencia del gobierno. Se trata de un presupuesto cansino y sin grandes buenas noticias. Por si fuera poco para Olmert, el presidente de Siria dijo de él hace un corto tiempo que "es el premier más débil que Israel tuvo en mucho tiempo".
2007 pasó de largo sin grandes expectativas a pesar de una notable recuperación económica de Israel algo un tanto ajeno a la labor del gobierno y más bien propio de cierta coyuntura internacional. Los tiempos que se avecinan en el 2008, en donde la cuestión atómica iraní debería llegar a una definición, nos dirá si Israel lamentará el 2007 o lo recordará con cariño.
El autor es co director del semanario Comunidades de Buenos Aires