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¿El doctor "muerte" vive en Argentina?
Aribert Heim, uno de los más abyectos y despiadados criminales nazis, estaría cobijado en Argentina o en su defecto en Chile.
por Ruben Kaplan

Aribert Heim, uno de los más abyectos y despiadados criminales nazis, estaría cobijado en Argentina o en su defecto en Chile.
El médico nacido el 28 de junio de 1914 en Bad Radkersburg, Austria -Hungría, fue el responsable de cientos de asesinatos y torturas infligidos a paciente judíos en los campos de concentración de Mauthausen y, posteriomente, en otro campo cerca de Linz, Austria, llamado Ebensee. En esos lugares, imitó y perfeccionó los deleznables métodos utilizados por su colega Josef Mengele en Auschwitz inyectando en las inermes víctimas sustancias tóxicas en el corazón para producirles la muerte inmediata.
Por relatos de un sobreviviente, se conoce una espeluznante anécdota de Heim como médico de las SS: Un joven prisionero judío de 18 años fue derivado para su atención al hospital, a raíz de una inflamación en su pierna; al ser revisado por Heim, éste reparó que el paciente era musculoso y le preguntó a qué se debía su gran desarrollo, el nazi obtuvo como respuesta, que había sido jugador de fútbol y nadador.
Abominando de su juramento hipocrático, Aribert Heim, en lugar de atender su dolencia, lo anestesió y luego cortó su cuerpo para extraerle un riñón, inmediatamente removió el segundo, lo castró y culminó su crueldad paroxística decapitándolo e hirviendo la carne de su cráneo para su exhibición.
El 15 de marzo de 1945, Heim fue capturado por los soldados norteamericanos y enviado a un campo de prisioneros de guerra. Por oscuros motivos, en circunstancias nunca esclarecidas, fue liberado y pasó a desempeñarse como ginecólogo en Baden-Baden hasta su desaparición en 1962. Enterado que la policía austriaca lo estaba investigando por crímenes de guerra, se trasladó sucesivamente a España, Uruguay, (donde abrió una clínica psiquiátrica y de ginecología de 1979 a 1983) y de allí, probablemente, a la Argentina y Paraguay, también a Egipto y Brasil, para retornar a España donde permaneció hasta el 2005.
Efraim Zuroff del Centro Simon Wiesenthal en la lista anual que publica,lo declaró uno de los criminales nazis más buscados y lanzó una campaña para encontrar a Heim en Sudamérica y ofreció una recompensa de 243.000 euros por información fidedigna que conduzca a su captura.
Tal vez, incluso, esté paseando entre nosotros, en la Argentina, un anciano de 94 años de aspecto bonachón, saludado y querido por sus vecinos- como Priebke en Bariloche- el llamado "Doctor Muerte", uno de los arquetipos más horrendos del régimen nazi. Es menester que responda ante la Justicia ya que, dada su avanzada edad, no es admisible que llegue a una muerte natural sin haber sido, al menos, condenado por sus aberrantes crímenes de lesa humanidad. Para este asesino una muerte plácida es un premio que no se merece.


El terrorismo Saudita
Para los ojos de la mayoría, Arabia Saudita es un estado moderado dentro del mundo musulmán.
por Jose Brechner

Para los ojos de la mayoría, Arabia Saudita es un estado moderado dentro del mundo musulmán. Esa es la imagen que los saudís desean proyectar y la logran hábilmente, pero es el engaño más grande entre la larguísima lista de fraudes ideológicos y mentiras políticas que están en boga. Arabia Saudita es el promotor intelectual y el financista del terrorismo Suni, de igual forma que Irán es del terrorismo Chií. La diferencia está en que los sauditas juegan diplomáticamente con los Estados Unidos para obtener dinero y armas a cambio de su petróleo, mientras que Irán se radicaliza cada día más, aislándose del mundo.
Ambos países no obstante alientan y sustentan a cualquier fanático que tenga afinidad con sus ideas absolutistas, y les ayude a ampliar su área de influencia política-religiosa.
Ya sea chiita o sunita, el terrorismo es terrorismo, el adoctrinamiento es islamista, y el enemigo común es el mundo judeocristiano. Arabia Saudita es la cuna de Al Qaida, y de decenas de grupos extremistas. La conexión de los sauditas con el terrorismo no terminó en las Torres Gemelas, esa fue sólo su actuación más notoria, donde 15 de los 19 secuestradores de los aviones eran saudís. Existen miles de sauditas manejando redes de violencia islámica, orquestando asesinatos suicidas y ataques yijadistas en el globo. De acuerdo a Yusef Ibrahim, del New York Sun, Arabia Saudita se ha convertido en exportador de terrorismo de alto vuelo.
Diariamente ingresan a Irak alrededor de 30 sauditas con planes de asesinar norteamericanos y Chiitas. Más de 1.000 saudís están entrenando en un campo de Al Qaida en Siria, mientras otros lo hacen en Afganistán, Pakistán e Irán. De los insurgentes que pelearon contra el ejército libanés durante el sitio del campo de refugiados Nahr el-Bared que cobró la vida de más de 300 personas, 30 por ciento eran sauditas. Por lo menos 800 saudís están actualmente bajo custodia en Irak y Jordania acusados de intento de terrorismo. Afuera del Medio Oriente, los yijadistas sauditas están operando en Somalia, Malasia, Bosnia-Herzegovina y las Filipinas.
Ibrahim indicó con detalle --en un segmento del programa de la cadena ABC “World News Tonight” durante el sexto aniversario del 11/S-- cómo el terror islamista comienza y termina en Arabia Saudita, su gobierno y su gente. El reporte mostró una imagen Orweliana de una cinta transportadora con bombas humanas puestas encima, saliendo de la Casa de Saud y envolviendo al globo. Las madrazas y mezquitas financiadas con dinero saudí proveen el contenido ideológico, y las alas de su establishment atizan el fuego de su infernal maquinaria.
¿Por qué los Estados Unidos hace la vista gorda ante el comportamiento de su llamado aliado y mayor proveedor de petróleo? La respuesta yace no solamente en la buena relación entre las familias Saud y Bush, pero en el proceso corruptivo que alcanzó a los segmentos de la clase dominante norteamericana durante tres décadas. Muchos individuos ligados a medios de comunicación y diplomáticos de Washington se beneficiaron por la generosidad saudita que intenta comprar influencias en los Estados Unidos.
Intelectuales, catedráticos universitarios e instituciones académicas se encuentran en la larga lista de beneficiarios de la generosidad saudí. No es de extrañar entonces que emane un reciclado antisemitismo de algunas universidades occidentales. El príncipe Alwalid bin Talal donó 20 millones de dólares a Harvard en 2005, que fueron gustosamente aceptados, bajo el lema, en palabras del monarca, de “disminuir la brecha entre Este y Oeste, entre el Cristianismo y el Islam, y entre Arabia Saudita y los Estados Unidos”.
En la última parodia internacional sobre el Medio Oriente: la Conferencia de Annapolis (Nov. 2007), los sauditas volvieron a mostrar su hipocresía, negando el reconocimiento de un Estado Judío, porque según ellos no puede haber un estado que establezca su identidad nacional ligada a una religión o etnia. ¡Y lo dicen nada menos, quienes no toleran ninguna religión en su territorio, más que la musulmana!
www.josebrechner.com