EL RINCON DE MOSHE YANAI


¡A pesar de todo, estamos aquí!
Moshé Yanai


En ocasión del Día del Holocausto Mundial, se celebraron múltiples actos en el mundo occidental. Dirigentes mundiales repudiaron la Shoá, y el Papa Benedicto dijo que “fue la hora más aciaga de la Historia”. Pero posiblemente el más significativo evento fue cuando el Presidente de la nación labrada por el pueblo condenado al exterminio, hablara en su idioma nacional ante el parlamento alemán, para recordar el trágico pasado y condenar el antisemitismo.
Hitler y los demás jerarcas nazis deberán estar revolcándose en sus tumbas al notar lo que sucede en la capital del imperio ario que soñaron crear. Ha ocurrido lo inconcebible, lo que ni por asomo era posible creer. En la capital alemana apareció el miércoles el jefe del Estado Judío, y ante la sala del Reichstag colmada de diputados germanos, el veterano político israelí habló en hebreo, en nombre de Israel y de todo el pueblo judío, para repudiar sus crímenes y anunciar que el pueblo judío sigue vivo y mira ahora hacia el futuro.
Fue ésta una ceremonia que ha conmovido a todo Israel. También habrá impactado en cualquier judío, dondequiera que esté. Shimón Peres, el dirigente de una nación surgida de las cenizas de la Shoá, hizo historia al volver al mismo lugar en donde se concibiera y planeara la eliminación del pueblo judío, para afirmar en tono categórico: a pesar de todo, estamos aquí. Fue ésta ocasión propicia para recordar el peligro del antisemitismo que, adquiriendo tonalidades diversas, parece cobrar fuerza en toda Europa. Y en recuerdo de las víctimas del nazismo, quien representaba al pueblo judío en general recitó en el recinto parlamentario el tradicional Kadish. El recordó lo que dijera su abuelo, cuando se despidiera de él para hacer aliyá: “Hijo mío, sigue siendo judío”.
Nosotros, los israelíes, tal vez estemos un tanto cansados de escuchar tantos relatos relacionados con el Holocausto. Parece como si nos siguieran, a pesar de todo lo que hacemos para librarnos de ellos. Se puede pensar que hubiéramos preferido preocuparnos del presente y mirar hacia el futuro. Pero el trágico pasado no quiere dejarnos, y nos acompaña siempre, incluso a quienes no fueron afectados directamente por él. Es en cierto modo el recuerdo de lo que ocurrió no solamente en el Holocausto de la II Guerra Mundial, sino en el largo camino de la Diáspora a lo largo de siglos y siglos. Un trágico pasado que afianza nuestro decisión de vivir en el suelo patrio, y defendernos allí de las fuerzas satánicas que aún sueñan con exterminarnos.