
CLAUDE LEVI-STRAUSS
Su obra se extendió mucho más allá de los límites de la antropología, influyó profundamente en la historia, las ciencias políticas, la sociología, la filología, la literatura.
Con el paso del tiempo sus teorías han sido muy cuestionadas y en gran parte superadas, pero es uno de los pensadores más importantes y creativos del siglo XX que contribuyó a modificar y repensar muchas de las teorías largamente establecidas.
El 28 de noviembre es celebrado en Paris, el centenario del legendario antropólogo francés, Claude Lévi-Strauss, fundador de la teoría estructuralista francesa. Nacido en 1908, en el seno de de una familia de intelectuales y artistas judíos, de origen alsaciano, nieto del rabino de Versalles, Levi-Strauss tuvo acceso a una esmerada educación. Pudo estudiar derecho y filosofía, obtener una vasta cultura tradicional y literaria así como también profundos conocimientos en música clásica y contemporánea. Su obra clave “Tristes Trópicos” en 1955 y el “Pensamiento Salvaje en 1962 y sus notables y revolucionarios trabajos sobre la estructura en el campo de la antropología le permitieron obtener un gran renombre y ejercer una profunda influencia en el pensamiento intelectual occidental. La etnología, el marxismo y el psicoanálisis, tuvieron un gran peso en la elaboración de sus teorías así como la obra de Roman Jakobson, con quien estableció una interesante relación intelectual en el exilio de Nueva York, donde ambos, judíos europeos, se refugiaron huyendo del nazismo. Fue un gran admirador de Picasso y de los surrealistas, en especial de Breton, quién también ejerció un importante influjo en el desarrollo de su sistema teórico.
Reivindicándose a si mismo como una especie de Don Quijote en un momento dado consintió en dar una explicación por esta actitud. “En la escuela primaria, me llamaron sucio judío, dijo. El recuerdo de las provocaciones antisemitas le permitió reflexionar sobre el efecto que ejerció sobre su personalidad: “Repentinamente encontrarse cuestionado por una comunidad a quien uno creyó pertenecer enteramente puede conducir una mente joven a tomar una cierta distancia en términos de realidad social, en cuanto lo fuerzan a mirarla simultáneamente desde adentro, donde él cree estar, y desde fuera, donde lo colocan.” Este sentido de la disociación como judío francés, explica, le otorgó una disposición mental natural para estudiar otras culturas, y especialmente una gran cautela para establecer juicios sobre las virtudes y el derecho a existir que ellas tenían. Una situación que en cierto modo es la mirada distante del etnólogo, pero que no le llevará nunca a rechazar su identidad francesa, que reivindicará integral y exclusivamente “Me siento involucrado por el destino de Israel, afirmará, algunos años después, como lo haría por unos parientes lejanos”
Salvó su vida de las garras del nazismo, cuando pudo embarcar en un viejo velero rumbo a Nueva York, gracias al plan de salvataje de la Fundación Rockefeller, destinado a rescatar académicos e intelectuales europeos amenazados por los nazis. Parte de su exilio lo pasó en Nueva York, enseñando en la New School. Los miembros de la facultad allí le aconsejaron llamarse “Claude L. Strauss” a fin de evitar las bromas de los estudiantes norteamericanos por la semejanza de su nombre con el de un sastre judío, proveniente de la Bavaria, creador de los pantalones más vendidos de la historia, los blue jeans, pantalones de trabajo azules de dril de algodón. En 1952, pocos años después, muy afectado por la tragedia de la ocupación nazi en su patria, Lévi-Strauss escribió un texto que continúa repercutiendo todavía ahora, “Raza e Historia” Patrocinado por la UNESCO, la fundamentación del libro estuvo basada en el rechazo al concepto de que algunas sociedades son culturalmente superiores a otras.
Su obra se extendió mucho más allá de los límites de la antropología, influyó profundamente en la historia, las ciencias políticas, la sociología, la filología, la literatura.
Con el paso del tiempo sus teorías han sido muy cuestionadas y en gran parte superadas, pero es uno de los pensadores más importantes y creativos del siglo XX que contribuyó a modificar y repensar muchas de las teorías largamente establecidas.
El 28 de noviembre es celebrado en Paris, el centenario del legendario antropólogo francés, Claude Lévi-Strauss, fundador de la teoría estructuralista francesa. Nacido en 1908, en el seno de de una familia de intelectuales y artistas judíos, de origen alsaciano, nieto del rabino de Versalles, Levi-Strauss tuvo acceso a una esmerada educación. Pudo estudiar derecho y filosofía, obtener una vasta cultura tradicional y literaria así como también profundos conocimientos en música clásica y contemporánea. Su obra clave “Tristes Trópicos” en 1955 y el “Pensamiento Salvaje en 1962 y sus notables y revolucionarios trabajos sobre la estructura en el campo de la antropología le permitieron obtener un gran renombre y ejercer una profunda influencia en el pensamiento intelectual occidental. La etnología, el marxismo y el psicoanálisis, tuvieron un gran peso en la elaboración de sus teorías así como la obra de Roman Jakobson, con quien estableció una interesante relación intelectual en el exilio de Nueva York, donde ambos, judíos europeos, se refugiaron huyendo del nazismo. Fue un gran admirador de Picasso y de los surrealistas, en especial de Breton, quién también ejerció un importante influjo en el desarrollo de su sistema teórico.
Reivindicándose a si mismo como una especie de Don Quijote en un momento dado consintió en dar una explicación por esta actitud. “En la escuela primaria, me llamaron sucio judío, dijo. El recuerdo de las provocaciones antisemitas le permitió reflexionar sobre el efecto que ejerció sobre su personalidad: “Repentinamente encontrarse cuestionado por una comunidad a quien uno creyó pertenecer enteramente puede conducir una mente joven a tomar una cierta distancia en términos de realidad social, en cuanto lo fuerzan a mirarla simultáneamente desde adentro, donde él cree estar, y desde fuera, donde lo colocan.” Este sentido de la disociación como judío francés, explica, le otorgó una disposición mental natural para estudiar otras culturas, y especialmente una gran cautela para establecer juicios sobre las virtudes y el derecho a existir que ellas tenían. Una situación que en cierto modo es la mirada distante del etnólogo, pero que no le llevará nunca a rechazar su identidad francesa, que reivindicará integral y exclusivamente “Me siento involucrado por el destino de Israel, afirmará, algunos años después, como lo haría por unos parientes lejanos”
Salvó su vida de las garras del nazismo, cuando pudo embarcar en un viejo velero rumbo a Nueva York, gracias al plan de salvataje de la Fundación Rockefeller, destinado a rescatar académicos e intelectuales europeos amenazados por los nazis. Parte de su exilio lo pasó en Nueva York, enseñando en la New School. Los miembros de la facultad allí le aconsejaron llamarse “Claude L. Strauss” a fin de evitar las bromas de los estudiantes norteamericanos por la semejanza de su nombre con el de un sastre judío, proveniente de la Bavaria, creador de los pantalones más vendidos de la historia, los blue jeans, pantalones de trabajo azules de dril de algodón. En 1952, pocos años después, muy afectado por la tragedia de la ocupación nazi en su patria, Lévi-Strauss escribió un texto que continúa repercutiendo todavía ahora, “Raza e Historia” Patrocinado por la UNESCO, la fundamentación del libro estuvo basada en el rechazo al concepto de que algunas sociedades son culturalmente superiores a otras.
EXTRAIDO DE MILIM