
En el ajedrez mundial, el primer peón a sacrificar es el judío
Leon Prus
Porisrael.org
Pareciera ser que en el ajedrez mundial en el que se juega la política, la primera pieza a sacrificar es, casi siempre, el peón judío. Así jugaron Fernando e Isabel de España, Hitler, Mussolini, Stalin y, actualmente, los seguidores del Ayatoláh Khomeini, entre muchos otros insignificantes personajes de la historia de la humanidad No importa que los judíos sean religiosos o ateos, de derecha o izquierda. de tez blanca u oscura. Lo importante es que sean judíos.
En este contexto, bien cabe la definición de judío que se le atribuye a Jean Paúl Sartre: Judío es todo aquel que tiene una comunidad de destino con los demás judíos.
Los asesinos no discriminan entre ultras, levemente religiosos o agnósticos, ashkenazies o sefardíes, de derecha o izquierda, blancos o de color. Basta que sean judíos o se los señale como tales.
Pero para aquellos no judíos que crean que, desaparecidos estos, terminaran las masacres, les vendría bien recordar la parábola de Bertold Brecht acerca de que "primero vinieron por los judíos pero como yo no soy judío, no me importó…".
Para los asesinos, los judíos son la excusa y el entrenamiento. Si no fuera así no estarían matando, también, a musulmanes que no se avienen a su fanática concepción del islamismo, a drusos, hindúes, cristianos y a todo aquel que se oponga a sus delirios de dominación mundial.
Tampoco estarán a salvo los socialistas y comunistas que hoy, traicionando las razones humanísticas fundacionales de sus ideas, están del lado de los asesinos invistiéndolos con denominaciones tan caras a las que les dieron origen. Porque no son ni patriotas, ni desplazados, ni explotados, ni refugiados, ni resistentes. Son simplemente fanáticos religiosos intentando imponer un nuevo orden. Un orden inculcado en sus mentes desde que son pequeños. En un mundo que estará bajo el dominio de los fanáticos musulmanes.
Lo grave de esta situación es que, la mayoría democrática del mundo mahometano, son rehenes de estos terroristas que se mimetizan con patriotas reivindicadores de problemas sociales y hay auténticos socialistas que realmente se creen sus patrañas.
La comunidad europea, con un fuerte sentimiento de culpa por su pasado colonialista en el continente africano, esta infiltrada por una enorme masa inmigratoria musulmana de ese continente, entre los que se esconden los reclutadores para los movimientos ultraístas.
Pero lo mas lamentable es que los auténticos socialistas, aquellos que creyeron en un mundo mas libre, mas democrático y con sus bienes distribuidos con mayor justicia, se sientan solidarios con este nacionalismo dictatorial y teocrático mas emparentado con el nacionalsocialismo que con el ideario de Juan B. Justo.
Hace poco tiempo, un destacado intelectual de apellido arábigo, escribió en esta página un pedido al mundo no musulmán para que sepa distinguir entre los mahometanos fanáticos y aquellos que no lo son.
Quien esto escribe le contesto que no somos nosotros - los no musulmanes - quienes podemos diferenciarlos, por cuanto los extremistas se mimetizan entre la gente común. Visten sus mismas ropas, oran de la misma forma y acuden a las mismas escuelas que el resto de los musulmanes. Que son ellos, los propios correligionarios quienes deben detectarlos y aislarlos. Dejar de ser rehenes de estos grupos de fanáticos.
Aun se espera su respuesta.
Leon Prus
Porisrael.org
Pareciera ser que en el ajedrez mundial en el que se juega la política, la primera pieza a sacrificar es, casi siempre, el peón judío. Así jugaron Fernando e Isabel de España, Hitler, Mussolini, Stalin y, actualmente, los seguidores del Ayatoláh Khomeini, entre muchos otros insignificantes personajes de la historia de la humanidad No importa que los judíos sean religiosos o ateos, de derecha o izquierda. de tez blanca u oscura. Lo importante es que sean judíos.
En este contexto, bien cabe la definición de judío que se le atribuye a Jean Paúl Sartre: Judío es todo aquel que tiene una comunidad de destino con los demás judíos.
Los asesinos no discriminan entre ultras, levemente religiosos o agnósticos, ashkenazies o sefardíes, de derecha o izquierda, blancos o de color. Basta que sean judíos o se los señale como tales.
Pero para aquellos no judíos que crean que, desaparecidos estos, terminaran las masacres, les vendría bien recordar la parábola de Bertold Brecht acerca de que "primero vinieron por los judíos pero como yo no soy judío, no me importó…".
Para los asesinos, los judíos son la excusa y el entrenamiento. Si no fuera así no estarían matando, también, a musulmanes que no se avienen a su fanática concepción del islamismo, a drusos, hindúes, cristianos y a todo aquel que se oponga a sus delirios de dominación mundial.
Tampoco estarán a salvo los socialistas y comunistas que hoy, traicionando las razones humanísticas fundacionales de sus ideas, están del lado de los asesinos invistiéndolos con denominaciones tan caras a las que les dieron origen. Porque no son ni patriotas, ni desplazados, ni explotados, ni refugiados, ni resistentes. Son simplemente fanáticos religiosos intentando imponer un nuevo orden. Un orden inculcado en sus mentes desde que son pequeños. En un mundo que estará bajo el dominio de los fanáticos musulmanes.
Lo grave de esta situación es que, la mayoría democrática del mundo mahometano, son rehenes de estos terroristas que se mimetizan con patriotas reivindicadores de problemas sociales y hay auténticos socialistas que realmente se creen sus patrañas.
La comunidad europea, con un fuerte sentimiento de culpa por su pasado colonialista en el continente africano, esta infiltrada por una enorme masa inmigratoria musulmana de ese continente, entre los que se esconden los reclutadores para los movimientos ultraístas.
Pero lo mas lamentable es que los auténticos socialistas, aquellos que creyeron en un mundo mas libre, mas democrático y con sus bienes distribuidos con mayor justicia, se sientan solidarios con este nacionalismo dictatorial y teocrático mas emparentado con el nacionalsocialismo que con el ideario de Juan B. Justo.
Hace poco tiempo, un destacado intelectual de apellido arábigo, escribió en esta página un pedido al mundo no musulmán para que sepa distinguir entre los mahometanos fanáticos y aquellos que no lo son.
Quien esto escribe le contesto que no somos nosotros - los no musulmanes - quienes podemos diferenciarlos, por cuanto los extremistas se mimetizan entre la gente común. Visten sus mismas ropas, oran de la misma forma y acuden a las mismas escuelas que el resto de los musulmanes. Que son ellos, los propios correligionarios quienes deben detectarlos y aislarlos. Dejar de ser rehenes de estos grupos de fanáticos.
Aun se espera su respuesta.