
Beatriz W. de Rittigstein
EL UNIVERSAL
Caracas 21 de octubre de 2008
El negacionismo, un modo frenético y perverso de antisemitismo
El negacionismo, una de las tácticas más frenéticas y perversas de antisemitismo, objeta la realidad del Holocausto y desestima la existencia de fábricas de matanza para exterminar al pueblo judío, resulta ser en lenguaje coloquial, como el dicho: "Tirar la piedra y esconder la mano". A grandes rasgos, la negación del Holocausto fue forjada pocos años después de finalizada la II Guerra Mundial, por los herederos de los nazis, a fin de filtrar su pasado y hacer apetecible su visión política. Luego, la ultra izquierda aprovechó estos esquemas para explicar su rechazo al sionismo, que en realidad esconde su aversión contra el judaísmo y todo lo que éste significa: libertad, pluralismo, universalidad y globalización. Por supuesto que el radicalismo islámico no tuvo que crear nada nuevo, simplemente copió estas pseudo teorías de ambos extremos políticos occidentales, los condimentó con sus propios mitos y los utiliza para su propósito más anhelado: la deslegitimación del Estado de Israel.
La base del negacionismo también ha servido para desarrollar distintos grados, giros y adaptaciones. De tal modo que, el argentino Norberto Ceresole, quien admiró a clásicos negacionistas, entre ellos: Robert Faurisson; estuvo muy bien relacionado con otros promotores de este tipo de engaños, como Ernst Nolte (con sus bemoles), y principalmente con Roger Garaudy, tuvo también sus engendros "estelares". Tras viajar a Irán y sostener reuniones con la dirigencia del Hezbollah en el Líbano, retornó a Buenos Aires, donde promovió la calumniosa idea de que los ataques terroristas contra la embajada de Israel en Argentina (1992) y contra la sede de la AMIA (1994), fueron perpetrados por "terroristas judíos". El mismo Ceresole extendió su ajuste del negacionismo a los permanentes ataques suicidas de terroristas palestinos contra la ciudadanía israelí, como "auto atentados" con el objetivo de minar el proceso de Oslo. Hasta llegó a endilgar a supuestos comandos israelíes, los atentados de la Yihad Islámica contra las embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania en 1998, para "vengarse de Bill Clinton, por haber obligado a Israel a negociar con los árabes".
En el presente, cuando el mundo enfrenta una seria crisis financiera, también se ha desatado una virulenta campaña antisemita que responsabiliza a los judíos de esta circunstancia; muchos de estos promotores de odio lo relacionan con el ataque que destruyó las Torres Gemelas en Nueva York. En la página web Aporrea, ligada a los seguidores del presidente venezolano, encontramos que Enrique García afirma que lo del 11S fue un asunto organizado y perpetrado por el propio Bush y sus cofrades, con la ayuda de los judíos de Hollywood, con el fin de unir a la gente ante un enemigo común que es el terrorismo islámico y así dominar al mundo. Basem Tajeldine no pudo quedarse rezagado; mezcla los dos temas, el del 11S y la crisis financiera, atribuyéndoselos a los "lobbys sionistas".
Esta manera de contradecir y falsificar la realidad, les ofrece a los sectores fanáticos una ilimitada veta para justificar lo injustificable, tratar de imponer sus fraudes, como si fueran verdaderos hechos históricos.
Distribuye: http://www.porisrael.org/
EL UNIVERSAL
Caracas 21 de octubre de 2008
El negacionismo, un modo frenético y perverso de antisemitismo
El negacionismo, una de las tácticas más frenéticas y perversas de antisemitismo, objeta la realidad del Holocausto y desestima la existencia de fábricas de matanza para exterminar al pueblo judío, resulta ser en lenguaje coloquial, como el dicho: "Tirar la piedra y esconder la mano". A grandes rasgos, la negación del Holocausto fue forjada pocos años después de finalizada la II Guerra Mundial, por los herederos de los nazis, a fin de filtrar su pasado y hacer apetecible su visión política. Luego, la ultra izquierda aprovechó estos esquemas para explicar su rechazo al sionismo, que en realidad esconde su aversión contra el judaísmo y todo lo que éste significa: libertad, pluralismo, universalidad y globalización. Por supuesto que el radicalismo islámico no tuvo que crear nada nuevo, simplemente copió estas pseudo teorías de ambos extremos políticos occidentales, los condimentó con sus propios mitos y los utiliza para su propósito más anhelado: la deslegitimación del Estado de Israel.
La base del negacionismo también ha servido para desarrollar distintos grados, giros y adaptaciones. De tal modo que, el argentino Norberto Ceresole, quien admiró a clásicos negacionistas, entre ellos: Robert Faurisson; estuvo muy bien relacionado con otros promotores de este tipo de engaños, como Ernst Nolte (con sus bemoles), y principalmente con Roger Garaudy, tuvo también sus engendros "estelares". Tras viajar a Irán y sostener reuniones con la dirigencia del Hezbollah en el Líbano, retornó a Buenos Aires, donde promovió la calumniosa idea de que los ataques terroristas contra la embajada de Israel en Argentina (1992) y contra la sede de la AMIA (1994), fueron perpetrados por "terroristas judíos". El mismo Ceresole extendió su ajuste del negacionismo a los permanentes ataques suicidas de terroristas palestinos contra la ciudadanía israelí, como "auto atentados" con el objetivo de minar el proceso de Oslo. Hasta llegó a endilgar a supuestos comandos israelíes, los atentados de la Yihad Islámica contra las embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania en 1998, para "vengarse de Bill Clinton, por haber obligado a Israel a negociar con los árabes".
En el presente, cuando el mundo enfrenta una seria crisis financiera, también se ha desatado una virulenta campaña antisemita que responsabiliza a los judíos de esta circunstancia; muchos de estos promotores de odio lo relacionan con el ataque que destruyó las Torres Gemelas en Nueva York. En la página web Aporrea, ligada a los seguidores del presidente venezolano, encontramos que Enrique García afirma que lo del 11S fue un asunto organizado y perpetrado por el propio Bush y sus cofrades, con la ayuda de los judíos de Hollywood, con el fin de unir a la gente ante un enemigo común que es el terrorismo islámico y así dominar al mundo. Basem Tajeldine no pudo quedarse rezagado; mezcla los dos temas, el del 11S y la crisis financiera, atribuyéndoselos a los "lobbys sionistas".
Esta manera de contradecir y falsificar la realidad, les ofrece a los sectores fanáticos una ilimitada veta para justificar lo injustificable, tratar de imponer sus fraudes, como si fueran verdaderos hechos históricos.
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