JUDIOS ANTISEMITAS. ALEMANIA LA TIENE CLARA

Alemania es el segundo aliado más importante de Israel después de los Estados Unidos. Así sea por cargo de conciencia o por sincera empatía
por Jose Brechner
La Segunda Guerra Mundial dejó profundas heridas en Europa, particularmente en Alemania, donde cualquier actitud pro nazi es severamente castigada, así como cualquier demostración antisemita o negación del Holocausto. Alemania es el segundo aliado más importante de Israel después de los Estados Unidos. Así sea por cargo de conciencia o por sincera empatía, los gobiernos germanos han mantenido un fuerte lazo de unión con el Estado Judío.
En una certera decisión, una corte alemana de Colonia reconoció, que el ser judío o de origen judío no otorga inmunidad contra cargos de antisemitismo. El caso involucró a Evelyn Hecht-Galinski, una izquierdista, hija del finado Heinz Galinski que fue presidente del Congreso Judío Alemán después del Holocausto, y el periodista Henryk Broder, que la acusó de antisemitismo por emitir comentarios tales, como: “El lobby judío-israelí con su activa red se extiende sobre el mundo y gracias a los Estados Unidos su poder se ha vuelto tan grande…”.
Hecht-Galinski cuyo único mérito reside en haber heredado el apellido de su padre, que agregó al suyo después de su muerte para obtener notoriedad, es nada más que eso: “la hija de”, y su contribución a la humanidad es absolutamente nula. Jamás escribió ni publicó nada, pero le gusta hacerse ver en cuanto evento público de tono político-intelectual acontece en Colonia, donde vocifera contra Israel repitiendo los usuales slogans de moda de la izquierda antisemita. Según los comentarios citadinos, Hecht-Galinski es un ama de casa histérica que no representa a nadie, habla estupideces sin sentido y anda en procura de auto-afirmación.
El asunto no es exclusivo de Alemania. La extrema izquierda y la extrema derecha en todas partes, tienen en sus filas judíos antisemitas. Hubo uno en Estados Unidos que quiso adherirse al Ku Klux Klan, pero fue rechazado por ser judío. Obviamente el atormentado skinhead que se odiaba a sí mismo no era de muchas luces. Sólo por eso encuadraba con el Klan.
En Israel mismo existen organizaciones que defienden a sus enemigos más que a su propia gente. La más famosa es la ultra izquierdista Shalom Akshav (Paz Ahora) afín a Bay Area Women in Black (Mujeres de Negro del Área de la Bahía) y Jewish Voice for Peace (Voz Judía para la Paz) ambas de San Francisco, California, que critican el uso de la fuerza por parte de Israel pero no por los terroristas musulmanes. Cuando se les increpa, responden: ¿Cómo podemos ser antisemitas si somos judíos?
En un grado ligeramente menos radical pero no menos desviado, la mayoría de los judíos demócratas norteamericanos sustentan inconscientemente posiciones perniciosamente autodestructivas que van más allá de toda lógica.
Durante la reciente Asamblea General de la ONU, varios activistas de entidades judías se opusieron a que la candidata a la vicepresidencia Sarah Palin participase en una manifestación contra Majmud Ajmadineyad y diera un discurso contra el presidente iraní, porque Hillary Clinton declinó su asistencia al mismo evento si lo hacía la republicana. Después de justificadas protestas se optó por no invitar a ninguna y se hizo un acto apolítico irrelevante.
Los judíos neoyorquinos, mayoritariamente demócratas y colaboradores de la Clinton para que obtuviese una senaduría por ese estado que le permitiese posteriormente candidatear a la presidencia, aplaudieron, cuando de forma inaudita, siendo primera dama y sobrepasando sus funciones protocolares, fue la primera norteamericana en proponer la creación de un Estado Palestino e invitar a Yasser Arafat a los Estados Unidos, legitimando el terrorismo antisemita.
Los resultados son claros, los palestinos no quieren paz por más concesiones que hagan los israelíes, porque su razón de existir es la misma que la del resto del mundo islámico: la aniquilación de los judíos y la destrucción de los cristianos.
Los demócratas norteamericanos, al patrocinar derechos universales que no son respetados en ningún país musulmán, se convierten inadvertidamente en cómplices de los más criminales enemigos de Israel, del pueblo judío y de Occidente. En este punto hay que rescatar la integridad del senador Joe Lieberman, que dejó el Partido Demócrata, ya que el giro a la izquierda se ha hecho tan pronunciado en esa tienda política, que se ha vuelto inhabitable para cualquier persona de preceptos sólidos que entiende a cabalidad los delicados acontecimientos que hacen a la realidad política contemporánea.
Volviendo a Europa y el caso alemán, el Centro Europeo de Monitoreo del Racismo y la Xenofobia (EUMC) en su declaración de trabajo incluye en su definición sobre antisemitismo: las demostraciones contra el Estado de Israel como colectividad judía, añadiendo, que los antisemitas frecuentemente acusan a los judíos de conspirar contra la humanidad y son utilizados para culparlos de “porqué las cosas andan mal”.
Nathan Sharansky indicó que: si se exponen posturas que demonizan a Israel y sólo Israel (el único Estado Judío del mundo); si deslegitimizan la existencia de Israel y sólo Israel; si implican la aceptación de un doble estándar de comportamiento contra Israel y sólo Israel; eso es antisemitismo. Esos conceptos fundamentales también están incluidos en la declaración del EUMC.
La corte alemana la tiene clara. No importa quién lo dice, quién lo escribe, o quién lo sube a la web. No importa si se autodefine como antisionista y no como antisemita, ambos términos tienen el mismo propósito de demonizar a los judíos. No importa si el padre de alguien fue un líder respetable cuya memoria es explotada por alguien sin ninguna credencial. No importa si un grupo lleva en su nombre el adjetivo “judío”. Los mismos comentarios y declaraciones son antisemitas así vengan de esas fuentes o de Hugo Chávez.
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