HACE 64 AÑOS ATRAS...


Memorial en el ingreso de las Fosas
Matanza de las Fosas Ardeatinas
El 24 de marzo de 1944, en unas minas abandonadas ubicadas a pocos kilómetros de Roma, soldados de las SS, fusilaron a 335 civiles italianos. El capitán Priebke tenía 31 años y era quien manejaba las listas. Era él quien pedía los nombres de los que iban bajando de los camiones, con las manos atadas a la espalda. Los prisioneros pasaban al interior de las cuevas, ubicadas a 12 kilómetros del Coliseo y luego conocidas con el nombre de Fosas Ardeatinas. Allí dentro, un pelotón de las SS mataba con tiros en la nuca y ráfagas de ametralladora de a dos víctimas por vez. Los hacían arrodillar arriba de los que ya habían sido asesinados o se retorcían agonizando.
Todo ocurría a la luz de las antorchas, sostenidas por los soldados.
La matanza duró toda una tarde. Según Priebke, era una represalia por el atentado que miembros de la Resistencia italiana habían efectuado el 23 de marzo en el centro de la ciudad de Roma en lVia Rasella .
Los partisanos habían atacado, a la compañía 11ª del 3º batallón del regimiento de las "SS Polizei Bozen”, el ataque fue hecho con una carga explosiva. Eran 156 hombres que pasaron por ese lugar. Todos ellos eran voluntarios que habían jurado por Hitler y los estaban adiestrando para luchar contra los partisanos. El batallón dependía del comando de las SS en Italia y del Coronel Kappler en Roma. Treinta y tres militares murieron y Hitler, personalmente, ordenó matar a diez italianos por cada alemán muerto. La obsesiva minuciosidad del coronel Herbert Kappler, jefe de las SS en Roma, agregó cinco nombres más a la lista original de 330 víctimas.
Entre los muertos había un niño, un adolescente, un sacerdote, cincuenta militares italianos, civiles y miembros de la Resistencia , además de 75 judíos italianos que fueron secuestrados en las calles de Roma.
Sus tumbas en las Fosas Ardeatinas son hoy un santuario nacional adonde concurren todos los años los más altos funcionarios de Italia, para rendirles homenaje.

REVISTA MILIM