EL RINCON DE MOSHE YANAI


Lo que olía mal

Lo que puede parecer banal o poco importante, adquiere mayor énfasis si se considera que un país agobiado por un enemigo que no ceja en su propósito de aniquilarlo, que ha tenido que rehabilitar a centenares de miles de nuevos inmigrantes y crear de la nada una economía robusta y floreciente, encuentra el tiempo y los recursos para mejorar la vida de sus habitantes.
Hace muchos años mi mujer y yo andábamos buscando casa en los alrededores de Tel Aviv. Un buen día llegamos a una pequeña localidad que no conocíamos y vimos una casita que respondía a nuestros deseos. Prácticamente a dos pasos de la ciudad. Cuando nos dijeron el precio, no pudimos dar crédito a lo que oíamos: era una verdadera ganga. Pero bien intrigado le confesé a mi esposa que la oferta no me convencía. Así es que le dije “algo no huele bien aquí”. No sabía hasta qué punto había acertado: la ganga se debía a la situación de ese pueblo llamado Ganot: estaba frente Jiriya, un colosal vertedero de basura que servía a Tel Aviv y sus alrededores. Y cuando cambió la dirección del viento, pudimos apreciar que el ambiente se hacía insoportable: del basurero llegaban olores que difícilmente se podían tolerar. Ni hablar que pusimos pies en polvorosa.
Mientras tanto el vertedero, creado en 1952, creció hasta adquirir proporciones gigantescas. Hasta que fue clausurado en 2000 y reemplazado por otro basurero en el lejano Néguev, llegó a tener casi un kilómetro de largo y se alzaba a una altura de 80 metros. “Albergaba” alrededor de 160 millones de metros cúbicos de desperdicios. Cada vez que se viajaba por la rutas adyacentes, que comunican Tel Aviv con el aeropuerto Ben Gurión y Jerusalén, se podía percibir el desagradable olor que emanaba de allí. Pero además de apestar la zona, constituía un serio peligro para el tráfico aéreo del cercano aeropuerto Ben Gurión. Decenas de miles de pájaros carroñeros que iban allí para encontrar alimento, comenzaron a poner en peligro a los aviones que aterrizaban o despegaban del principal aeropuerto de Israel.
No era propio que ese punto que emitía semejante hedor se encontrase tan cerca de la zona residencial más poblada de Israel. De modo que hace nueve años cesaron los envíos, y comenzó la realización de un plan bien singular: convertir el vertedero en un frondoso espacio verde de 800 hectáreas, una superficie que es el doble de lo que mide el famoso Central Park de Nueva York. Incluso se descartó el plan de dedicar parte de esa zona a la edificación, lo que hubiere rendido al Estado pingües beneficios. El entonces Primer Ministro Sharón se interesó personalmente en el proyecto, y con su conocida vitalidad, éste comenzó a realizarse.
En primer lugar, al viajar a Jerusalén o hacia el sur comenzamos a notar la ausencia del insoportable olor que emanaba llegar a las inmediaciones de Jiriya. Hace dos años se inauguró la primera fase del nuevo espacio verde, llamado Parque Sharón, en honor del estadista israelí que sufrió un grave derrame cerebral en enero de 2006 y todavía está en estado comatoso. Como su erección constituye un ejemplo de la lucha del hombre en pro del ambiente, toda la electricidad empleada en su iluminación se genera de los desperdicios enterrados. Es más, existe el propósito deInstead, convertir Jiriya en un faro del medio ambiente y un parque temático sobre el reciclaje elaborado en especial para los niños, a fin de inculcarles el principio de la conservación de la naturaleza.
Tres plantas de reciclaje ya operan al pie del montículo, la trituración de residuos de construcción en seco de grava y materia orgánica en el mantillo, y clasifican los residuos domésticos a través de charcos de agua ordinarios, una innovadora empresa israelí que se encuentra todavía en fase experimental.
Eventualmente, la energía de la montaña será el combustible que iluminará de noche todo el parque.
"Será un lugar de particular atractivo, como lo son Bilbao o Stonehenge: es decir, un destino internacional", afirma Laura Starr, diseñadora en jefe del Parque Central de Nueva York, y asesora de la creación de este singular proyecto.
Pero planes son una cosa y hechos otra muy diferente. Lo esencial es que pasar ahora por Ganot no apesta como apestara en el pasado.
Moshé Yanai