
La crisis política más importante del régimen desde 1979
FLORENTINO PORTERO para ABC de España
FLORENTINO PORTERO para ABC de España
Florentino Portero asegura que la crisis política iraní ha entrado este fin de semana en una nueva fase, cuya importancia no deberíamos minusvalorar. Hasta entonces teníamos una dictadura que convocaba una farsa de elecciones entre candidatos que habían recibido el preceptivo visto bueno de la autoridad. Los resultados habían sido falseados y el perdedor, enfadado, lanzaba a su gente a la calle para protestar. Estábamos ante bronca entre clanes por el reparto del poder, con el trasfondo de la necesidad de encontrar sucesor al ayatolá Alí Jamenei como líder supremo, dada su avanzada edad y su supuesta precaria salud.
El viernes Alí Jamenei sentenció la inamovilidad del resultado y ordenó el fin de las manifestaciones. La fiesta había terminado y había llegado el momento de volver a la normalidad. Sin embargo el candidato derrotado, Mir-Husein Musavi -durante casi ocho años primer ministro a las órdenes del entonces Presidente Alí Jamenei- y el ayatolá Rafsanyani -discípulo directo del ayatolá Ruhollah Jomeini, su persona de confianza para asuntos políticos, ex presidente y hacedor del ascenso de Jamenei al cargo de líder supremo-, se negaron a aceptar la orden de la máxima autoridad del régimen y animaron la revuelta.
Éste público rechazo a Jamenei supone la crisis política más importante del régimen desde 1979 y el público reconocimiento del enfrentamiento entre dos bloques, encabezados por los ayatolás Rafsanyani y Jamenei, que representan dos formas de entender el desarrollo de la Revolución, una más moderada y la otra más radical.
El paso dado no tiene vuelta atrás. Los amotinados tienen que ganar el apoyo de las autoridades para doblegar la voluntad del líder supremo y convocar unas nuevas elecciones o prepararse para un definitivo giro radical del régimen que se llevaría por delante sus carreras políticas y seguro que algo más.
El viernes Alí Jamenei sentenció la inamovilidad del resultado y ordenó el fin de las manifestaciones. La fiesta había terminado y había llegado el momento de volver a la normalidad. Sin embargo el candidato derrotado, Mir-Husein Musavi -durante casi ocho años primer ministro a las órdenes del entonces Presidente Alí Jamenei- y el ayatolá Rafsanyani -discípulo directo del ayatolá Ruhollah Jomeini, su persona de confianza para asuntos políticos, ex presidente y hacedor del ascenso de Jamenei al cargo de líder supremo-, se negaron a aceptar la orden de la máxima autoridad del régimen y animaron la revuelta.
Éste público rechazo a Jamenei supone la crisis política más importante del régimen desde 1979 y el público reconocimiento del enfrentamiento entre dos bloques, encabezados por los ayatolás Rafsanyani y Jamenei, que representan dos formas de entender el desarrollo de la Revolución, una más moderada y la otra más radical.
El paso dado no tiene vuelta atrás. Los amotinados tienen que ganar el apoyo de las autoridades para doblegar la voluntad del líder supremo y convocar unas nuevas elecciones o prepararse para un definitivo giro radical del régimen que se llevaría por delante sus carreras políticas y seguro que algo más.
Florentino Portero es secretario del GEES y miembro del Consejo Asesor de INFOMEDIO.