La ONU acusa al Jizballah y a las milicias libanesas
Itai Smadja para Guysen International News

Lo que parecía ser, hasta ahora, un asunto de Israel puede convertirse en la preocupación también de las Naciones Unidas. A través de Terje Roed-Larsen, enviado especial del Secretario General de la ONU al Líbano, el Consejo de Seguridad afirmó que el Jizballah no ha comenzado su desarme en absoluto, sino que, por el contrario, se ha reforzado.
Según un oficial de las Naciones Unidas, el Líbano no hizo "ningún progreso tangible" en cuanto a la disolución de las milicias que actúan en su territorio así como en su desarme. El Consejo de Seguridad previno que la continuación de las actividades de estos grupos puede comprometer la celebración de las elecciones legislativas previstas para el próximo año. Terje Roed-Larsen, enviado especial de Ban Ki-moon al Líbano para la aplicación de la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad, afirmó el pasado 30 de octubre que la presencia de estos grupos armados (libaneses y extranjeros) amenazaba la estabilidad y a la soberanía nacional. El Consejo de Seguridad adoptó la Resolución 1559 en 2004. Se refiere a las tensiones internas en el Líbano y pide elecciones libres en todos los países de Oriente Medio sin injerencia extranjera así como el desmantelamiento de todas las milicias. A su modo de ver, "aunque se realizaron algunos progresos estos últimos meses, en particular por la celebración del escrutinio presidencial y la elección de Michel Suleiman como jefe de Estado, no se han aplicado aún numerosos ajustes". "Las acciones de violencia que se produjeron en todo el país el pasado mes de mayo ilustraron la manera en que los grupos armados actúan fuera de todo control del Gobierno. Infiltraron el conjunto del territorio y llevan al país a un estado cercano al hundimiento. Estos combates dejaron graves cicatrices psicológicas en la población civil". "A pesar del acuerdo político firmado en el mes de mayo, las violencias incitaron, incluso acelerado, el rearme de las milicias". Terje Roed-Larsen destacó la urgencia de ver al Jizballah (que constituye a su modo de ver el grupo armado más importante del país) aceptar la aplicación de las Resoluciones de la ONU y transformar su movimiento en un partido político. "El Jizballah conserva potentes infraestructuras que actúan en paralelo a las del Estado. Entre ellas se encuentra incluso una red de comunicación". "El pasado mes de mayo, el Jizballah recurrió a la desobediencia civil así como a medios militares para proteger sus infraestructuras. Estas acciones armadas fueron para el Jizballah una manera de desafiar al Gobierno y de impugnar sus decisiones. Son un reto lanzado a la autoridad legal en el momento en que ésta intentaba consolidar su autoridad". "La aparición y el refuerzo de combatientes integristas extranjeros basados alrededor de Trípoli son también un tema de preocupación, en particular desde los ataques contra el ejército libanés", añadió. Según el enviado del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el desmantelamiento de las milicias "debe tener lugar en el marco de un proceso político que conducirá a la posesión del monopolio de la fuerza armada por el Gobierno de Líbano sobre el conjunto de su territorio". A pesar de estos puntos negativos, Terje Roed-Larsen señala varias mejorías, como los debates entre el Líbano y Siria que deben desembocar en el reconocimiento mutuo de las fronteras, la integridad de los territorios y la independencia de las políticas. La apertura de embajadas y el establecimiento de relaciones diplomáticas forman un primer paso alentador según el enviado, el cual concluyó su observación destacando "la violación del espacio aéreo libanés por parte de las fuerzas israelíes debe cesar a partir de hoy".

Fuente: guysen.com/es