Un niño de sesenta años
Al igual que el nacimiento del hombre, que fue precedido por un número de factores que se mostraron factibles, conjugándose con un sin par de momentos especiales, que les permitieron ocurrir, para darse la posibilidad y poder emergir de la nada, y convertirse en un todo, así, de igual forma, se creo y nació, hace ya, mejor dicho hace nada mas, que 60 años, este ansiado niño, que se llamó, ISRAEL.
Un niño, que nació en las calles, no se sabe quien fue, con exactitud, el padre; la madre, que como siempre hay una sola, en este caso fueron varias, una de ellas: la esperanza, otra: el ansia, y no olvidar aquella otra: el anhelo de libertad, como también fue madre: los rezos de millones y millones desparramados por todo este planeta, que tenían una sola meta, un solo destino, un solo deseo.
Y ya pasaron, nada más que 60 años. El niño, fue amamantado en el país de la leche y de la miel. Ese país que no existía, ese país que fue creciendo, como niño que era; pero como un niño sin juguetes, sin chupete; un niño que tuvo una infancia nada agradable, de malos recuerdos; una infancia difícil, dura, que en muchos momentos, tuvo a punto de dejar de existir a causa de los golpes recibidos en su crianza. Golpes directos, certeros, que hicieron tambalear, más de una vez, sus tiernas y débiles piernas.
Pero esa severa infancia, lo endureció, lo fortificó, lo llenó de fuerza y coraje, ayudándolo a afrontar todo lo que el destino le colocó delante.
Y el niño llegó a la adolescencia. Los problemas existenciales se multiplicaron por doquier; el ¿Quién soy?, el ¿De dónde vengo, a dónde voy?, el ¿Que quiero? y el ¿ Adónde quiero llegar? ¿Puedo? ¿ Estoy solo? ¿Quienes son mis amigos y quienes mis enemigos? ... Las preguntas continuaron apareciendo.
La juventud se abrió al igual que una flor; pero como la rosa, protegida por espinas. De un tinte de color que enceguecía, de un aroma que embriagaba, de un tallo que era cada vez más alto y esbelto. La mente del joven, llenose de pensamientos nuevos, distintos a ésta zona, en donde nació y creció. Dichos pensamientos e ideas fueron influenciados por un sin fin de voluntarios que vinieron a ayudarlo, de todos los rincones del mundo, en su crecimiento, para convertirse en hombre. Cada uno aportó su grano de arena, y todos juntos levantaron una inmensa montaña.
Ya hombre, empezaron a producirse, a su alrededor, movimientos, que nuevamente perturbaron su desenvolvimiento. Y, mientras con una mano, se protegía de los vientos, que soplaban, como siempre, para derrumbarlo, con la otra construía, ampliaba, sembraba, plantaba y se esforzaba para continuar en el camino empezado.
Y ya pasaron, nada más que 60 años.
Miramos para atrás y vemos el largo camino recorrido. Miramos para adelante, y vemos el largo camino por recorrer.
La niñez fue difícil. La pubertad complicada. La juventud llena de vivencias inolvidables y no siempre gratas. Estamos en la mayoría de edad. Nuestros hijos ya son hombres, Ya empezamos a jugar con nuestros nietos.
Pero, los problemas no se acaban. Solucionamos unos, y aparecen otros tantos.
Debemos estar unidos, en ello radica nuestra fuerza, y así continuaremos adelante. Levantamos una familia, y a ella nos debemos.
Beto Brom
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El entierro de los conversos en cementerios judíos: la historia de un tema que provoca discrepancias
La Tablada todavía no habilitado para realizar entierros, que cumpliera con ciertas condiciones de separación del resto de las parcelas.Luego de arduas gestiones, se logró el acuerdo de todos los factores internos y en breve comenzaran las obras para implementarlo.
La decisión tomada en la víspera por la AMIA llevó años de discusiones. Sin embargo, las posturas encontradas sobre la situación amenazan con continuar.
Luego de varios años de tratativas, comienza a tener solución uno de los temas más controvertidos que afecta a la comunidad judía de la Argentina: el entierro de las personas que en vida fueron convertidas al judaísmo por los rabinos liberales (conservadores y reformistas).Luis Grynwald, tras arduas gestiones, logró que los factores políticos internos de la comunidad -cuyos hombres integran la actual Comisión Directiva de la AMIA- acordaran una procedimiento para que esos fallecidos puedan ser enterrados en uno de los cementerios de la institución.La AMIA como Kehila (comunidad) que agrupa a los judíos de origen ashkenazí (originarios en Europa Oriental) asumió que en los efectos rituales que serían regidos por la Halajá, la ley judía.En un momento dado de sus 113 años de vida las autoridades de la AMIA decidieron instituir un Gran Rabinato, que siempre fue ocupado por un rabino perteneciente a las corrientes popularmente denominadas ortodoxas identificadas con e l sionismo y el Estado de Israel.Por otra parte desde la pasada década del '30 por una disposición conjunta de los líderes rabínicos que vivían en Argentina, los Grandes Rabinos Sutton Daba (sefaradí) y Goldman (ashkenazí) se prohibió la realización de conversiones en la cuenca del Río de la Plata, que al ser convalidada por las principales autoridades rabínicas mundiales continúa vigente.A partir de la integración a la comunidad judía de la Argentina de importantes contingentes de judíos de habla alemana, a partir de las leyes de Nüremberg primero y de la Kristall Nach después, llegaron al país rabinos liberales que no reconocieron esa prohibición, a lo que se le sumó la existencia de ciertos rabinos ortodoxos que hicieron lo mismo. Pero hasta principios de la década del '60, la cantidad de conversiones al judaísmo no eran significativas, lo que se modificó a partir del establecimiento en Buenos Aires del Seminario Rabínico Latinoamericano, de orientación conservadora estadounidense. Esta entidad educativa instituyó cursos especiales obligatorios para quienes se deseaban convertir al judaísmo.Por su parte, la ortodoxia consideró que si algún no judío deseaba convertirse a la Ley de Moisés debía hacerlo fuera de Buenos Aires, cumpliendo todos los requisitos legales que establece el Shuljan Aruj, el código legal que reúne las leyes que rigen la vida diaria de los judíos. Debido a esta postura, la ortodoxia, y por lo tanto el Gran Rabinato de la AMIA, no aceptan las conversiones al judaísmo efectuadas por los rabinos liberales, que de acuerdo al rector del Seminario Rabínico Latinoamericano, rabino Abraham Skorka, promedian en los últimos años cien casos.En la práctica lo que ocurre es que al fallecer esos conversos realizados no son enterrados en los cementerios propiedad de la AMIA.Con el paso de los años, esta situación se convirtió en un problema comunitario real, pues cada año que pasa, por una lógica demográfica, son más los casos de decesos de personas convertidas por los rabinos liberales cuyos deudos desean enterrarlos en un cementerio de la AMIA y no pueden hacerlo.La postura de la ortodoxia se basa en un aspecto legal, que establece la Halajá, que quien se convierte no puede hacerlo por interés, y por lo tanto consideran que hacerlo para contraer enlace es un interés específico, por ejemplo dejar conforme a la familia realizando una ceremonia religiosa de casamiento.Por su parte los rabinos liberales consideran que ante la posibilidad de un casamiento entre un judío y un no judío, la posibilidad de la conversión permite que el judío se mantenga unido a la comunidad al igual que sus cónyuges y sus hijos. Si bien existen casos en que la conversión es algo formal que no influye para nada en la vida del converso, no son pocos los matrimonios así constituidos que le realizan el Brit Milá (circuncisión) a sus hijos varones; sus hijos estudian en una escuela judía, les efectúan el Bar y Bat Mitzva, son socio de instituciones sociodeportivas y miembros activos de sinagogas liberales, es decir que se han integrado a la vida comunitaria judía y que por lo tanto aspiran a cumplir con el mandamiento de Kever Israel, el entierro en un cementerio judío.Ante esta realidad, hace aproximadamente cinco años, Abraham Kaul, desde la presidencia de la AMIA, decidió consultar al Gran Rabinato de Israel con la finalidad de encontrar una solución al problema. En ese momento se le contestó que todos los factores internos que participaban en la conducción de la AMIA, aceptaran el dictamen que ellos realizaron. Esa unanimidad no fue lograda y el proyecto quedo en suspenso.Al asumir, Grynwald decidió reflotar el proyecto, encomendando al Gran Rabino de la Institución establecer contacto nuevamente con los Grandes Rabinos de Israel al efecto. Estos, sin modificar la postura de no reconocer las conversiones al judaísmo efectuadas por los rabinos liberales, consideraron que era posible encontrar una solución al problema. La misma planteaba que la conducción de la AMIA estableciera un sector del terreno que ocupa el cementerio de La Tablada todavía no habilitado para realizar entierros, que cumpliera con ciertas condiciones de separación del resto de las parcelas.Luego de arduas gestiones, se logró el acuerdo de todos los factores internos y en breve comenzaran las obras para implementarlo.Como en todo tema controvertido, y este lo es sin lugar a dudas, las soluciones implican, por un lado, que los diversos sectores deben resignar algo y, por otro, que ninguno quede conforme.