
Llamemos a las cosas por su nombre
Por JAIME DROMI
Qué pena que no todo pueda ser color rosa. Junto a las cosas buenas de la vida, cada tanto tiempo, debemos afrontar las cosas malas y en especial a las personas malas. Pero llamemos a las cosas por su nombre.
Nuestro moderno mundo está amenazado por un movimiento islámico, fanático, extremista y violento. Es el que lleva la yihad (guerra santa) contra todos nosotros, incluyendo a los musulmanes pacíficos, que no se dejan ni oír ni ver demasiado, pero que sí existen. En el mundo hay 1,300 millones de musulmanes y se calcula que el diez por ciento es extremista; se llaman Al Qaida, Hezbolá, Hamas y un montón de otros apelativos. Este movimiento es antisemita, anticristiano, antibahai, antibudista, antihindú, antiateísta, antifemenino y homofóbico, intolerante y antidemocrático, y enseña a la juventud musulmana, desde su más tierna edad, que morir matando al servicio de la conquista global islámica, es un deber declarado por el Corán. Enseña a los musulmanes, como si fueran palabras divinas, que ataques terroristas y tirar bombas contra gente inocente, hombres, mujeres y niños, son actos sagrados de la fe islámica.
Nosotros, con la actitud de la administración Obama de no llamarlos terroristas, para que no se ofendan, dándoles la posibilidad de seguir proclamando sus principios antisociales desde cualquier lado, dándoles la protección de nuestra Constitución a estos combatientes enemigos que no merecen piedad alguna, ayudamos a este movimiento, en vez de rechazarlo con todas nuestras fuerzas y aplastar la cabeza de este monstruo encaramado sobre nuestros muros.
La idea generalizada de la corrección política de que el personal de seguridad no trate a viajeros musulmanes en forma diferente de los demás es totalmente estúpida. No podemos, en los puestos de seguridad en los aeropuertos, seguir tratando a musulmanes de mediana edad o aún más jóvenes del Medio Oriente o Africa como tratamos a una viejita de Miami, por la simple razón de que 100% de los terroristas son musulmanes.
Estamos viviendo en un país libre, no queremos hacer diferencias raciales o religiosas, pero estamos en un peligro constante, cada vez que se les ocurre a esos mulás, ayatolás o jefecitos de bandas terroristas, somos nosotros los que tenemos que sufrir. La seguridad en nuestro país se está deteriorando a grandes pasos y nuestro presidente ni siquiera recuerda que estamos tratando con terroristas, no quiere llamarlos por su nombre y los trata como a ladrones de tiendas, en vez de darles lo que merecen y saber de ellos todo lo que tienen tramado.
Estamos peleando en Afganistán y en Irak y no falta mucho para tener que luchar contra los terroristas en Yemen y posiblemente también en Irán; nuestros soldados están muriendo luchando contra el terrorismo mundial en campos de batalla y también tenemos a nuestro vecino Hugo Chávez, el patrón de Venezuela, socio del orate Ahmadinejad, que pretende tener la bomba atómica y con ella conquistar el mundo para imponer un nuevo califato musulmán.
Irán ya tiene una sucursal de Hezbolá en Venezuela, y nuestro presidente no quiere siquiera usar la palabra terrorismo y nosotros, ¿qué hacemos mientras tanto? Deberíamos ya estar listos, con nuestras fuerzas especiales y esperando el momento oportuno para terminar con la cabeza de puente que Chávez está construyendo para atacar Colombia y otros aliados en este continente.
Quiera el Todopoderoso darnos la inteligencia para reconocer a nuestros enemigos y la fuerza para luchar y triunfar sobre todos ellos. ¡Amén!
Por JAIME DROMI
Qué pena que no todo pueda ser color rosa. Junto a las cosas buenas de la vida, cada tanto tiempo, debemos afrontar las cosas malas y en especial a las personas malas. Pero llamemos a las cosas por su nombre.
Nuestro moderno mundo está amenazado por un movimiento islámico, fanático, extremista y violento. Es el que lleva la yihad (guerra santa) contra todos nosotros, incluyendo a los musulmanes pacíficos, que no se dejan ni oír ni ver demasiado, pero que sí existen. En el mundo hay 1,300 millones de musulmanes y se calcula que el diez por ciento es extremista; se llaman Al Qaida, Hezbolá, Hamas y un montón de otros apelativos. Este movimiento es antisemita, anticristiano, antibahai, antibudista, antihindú, antiateísta, antifemenino y homofóbico, intolerante y antidemocrático, y enseña a la juventud musulmana, desde su más tierna edad, que morir matando al servicio de la conquista global islámica, es un deber declarado por el Corán. Enseña a los musulmanes, como si fueran palabras divinas, que ataques terroristas y tirar bombas contra gente inocente, hombres, mujeres y niños, son actos sagrados de la fe islámica.
Nosotros, con la actitud de la administración Obama de no llamarlos terroristas, para que no se ofendan, dándoles la posibilidad de seguir proclamando sus principios antisociales desde cualquier lado, dándoles la protección de nuestra Constitución a estos combatientes enemigos que no merecen piedad alguna, ayudamos a este movimiento, en vez de rechazarlo con todas nuestras fuerzas y aplastar la cabeza de este monstruo encaramado sobre nuestros muros.
La idea generalizada de la corrección política de que el personal de seguridad no trate a viajeros musulmanes en forma diferente de los demás es totalmente estúpida. No podemos, en los puestos de seguridad en los aeropuertos, seguir tratando a musulmanes de mediana edad o aún más jóvenes del Medio Oriente o Africa como tratamos a una viejita de Miami, por la simple razón de que 100% de los terroristas son musulmanes.
Estamos viviendo en un país libre, no queremos hacer diferencias raciales o religiosas, pero estamos en un peligro constante, cada vez que se les ocurre a esos mulás, ayatolás o jefecitos de bandas terroristas, somos nosotros los que tenemos que sufrir. La seguridad en nuestro país se está deteriorando a grandes pasos y nuestro presidente ni siquiera recuerda que estamos tratando con terroristas, no quiere llamarlos por su nombre y los trata como a ladrones de tiendas, en vez de darles lo que merecen y saber de ellos todo lo que tienen tramado.
Estamos peleando en Afganistán y en Irak y no falta mucho para tener que luchar contra los terroristas en Yemen y posiblemente también en Irán; nuestros soldados están muriendo luchando contra el terrorismo mundial en campos de batalla y también tenemos a nuestro vecino Hugo Chávez, el patrón de Venezuela, socio del orate Ahmadinejad, que pretende tener la bomba atómica y con ella conquistar el mundo para imponer un nuevo califato musulmán.
Irán ya tiene una sucursal de Hezbolá en Venezuela, y nuestro presidente no quiere siquiera usar la palabra terrorismo y nosotros, ¿qué hacemos mientras tanto? Deberíamos ya estar listos, con nuestras fuerzas especiales y esperando el momento oportuno para terminar con la cabeza de puente que Chávez está construyendo para atacar Colombia y otros aliados en este continente.
Quiera el Todopoderoso darnos la inteligencia para reconocer a nuestros enemigos y la fuerza para luchar y triunfar sobre todos ellos. ¡Amén!